Carme Riera: de la generosidad, los abusos y la justicia

Una sombra blanca - Carme Riera

Alfaguara (Madrid, 2024)

 

Seis años después, durante los cuales publicó una biografía de Carmen Balcells, aparece una nueva novela de Carme Riera, escrita en catalán y castellano por la misma autora. En ella, una célebre soprano negra, Barbara Simpson (Barb, o durante la temporada que estuvo en Fosclluc, Baba), a quienes algunos consideraban la mejor de América, regresa a la vida tras haber permanecido muerta un breve lapso de tiempo, durante el cual sufre una experiencia de tránsito (ECM, o experiencia cercana a la muerte), en la que, en medio de una intensa luz, siente una sensación de plenitud, de calma, que le proporciona paz y bienestar; con ciertas semejanzas, aunque sean vivencias diferentes, a las que relató Oliver Sacks en Despertares (1973). El caso es que mientras se halla cantando Vissi d´arte, su aria preferida de Tosca, sufre un infarto que la deja sin voz, por lo que acude al doctor Ripper, quien le aconseja que escriba sus recuerdos de infancia, intuyendo que, durante esa época, ocurrió algo que debió de generarle un trauma que no ha logrado resolver.

Así, Barbara le transmite su historia a la periodista Rose Barnes, su acompañante y secretaria, quien nos la narra en tercera persona (se define a sí misma como "narrador implicado", página 150, que es lo que solemos denominar narrador testigo, pues recoge los hechos y tiene un cierto protagonismo), a la vez que, en un momento dado, recibe la ayuda de un personaje llamado Carme Riera, ahora en el papel de periodista, amén de alter ego de la autora, pues no solo comparte el nombre, sino también parte de su biografía (la escritora ha confesado que su primera vocación fue la de periodista, sabemos de su vinculación a Deià y que escribió un libro sobre la historia del Hotel Formentor, entre otros detalles), quien aparece en la segunda parte de la narración, aunque no asume la voz hasta la tercera (páginas 192-274) o, como confiesa la secretaria, "la tercera parte del libro (…), con el beneplácito de la soprano, ha sido escrita con la ayuda de Carme Riera, incluso cabría decir que es más suya que mía" (página 151). Se vale, por tanto, de tres voces distintas, así como de los testimonios que deja la madre en unos cuadernos y los que recoge la Carme Riera personaje de sus informantes. En suma, se trata de un cúmulo de voces diversas que resultan mediatizadas unas por otras aupando distintos puntos de vista.

La novela se compone de cuatro capítulos desiguales en tamaño, divididos en subcapítulos separados por blancos, pues el primero y el cuarto son mucho más breves. La acción transcurre, sobre todo, en el profundo sur de los Estados Unidos, se hace especial hincapié en la ciudad de Savannah, capital de Georgia, lugar predilecto de la cantante, donde debutaría ("Savannah, la ciudad de tantos sabores agridulces que por siempre jamás he llevado impresos en la memoria", confiesa Barbara, página 190); no en vano, la autora había vivido, en diversas épocas de su vida, en Florida, New Hamsphire y Chicago, como profesora invitada en sus respectivas universidades. Pero también se desarrolla la acción en la Mallorca rural, en los alrededores de Deià, escenario de la infancia de Carme Riera, donde sigue teniendo una casa y suele pasar los veranos.

La presencia de la música es muy importante en la historia: el padre de Barbara, Mike, es saxofonista, y la madre, Margaret, canta en el coro de la iglesia. Además, no faltan referencias a algunos de los mejores teatros de ópera, sobre todo al Metropolitan, de Nueva York, género musical al que la autora ha confesado ser muy aficionada. Recuérdese que Carme Riera escribió el libreto de la ópera L´Archiduc, de Antoni Parera Fons, estrenada en Palma. Además de Tosca, la ópera de Puccini, se citan otras de Fauré, por el papel de la soprano como Penélope; de Gounod y, en concreto, al Ave Maria; pero también se refiere a Madame Butterfly, La traviata, La bohème, Norma y su casta diva, y Cavalleria rusticana, de Pietro Mascagni, así como a cantantes como Maria Callas (quizá la mejor intérprete de Tosca), Leontyne Price (también una notable soprano negra, en este caso, real), Ruggero Raimondi, Plácido Domingo y Pavarotti, intérpretes los tres del malvado Scarpia en la citada obra de Puccini. Sea como fuere, la novela se centra en los abusos que sufre Barbara  durante su infancia, tanto en los Estados Unidos como en Mallorca; en la muerte de la madre y el abandono del padre; más que en sus triunfos operísticos. Pero también se centra en quiénes se aprovecharon de ella y en quiénes la ayudaron.

Vinculada a Mallorca, aparece también la leyenda de la Diosa Blanca, la gran diosa madre, a la que Robert Graves, vecino de la isla, le dedicó un libro en 1948. Se trata de una leyenda reinventada en esta novela por la autora, que se ocupa de abordar su vinculación con los pueblos de la costa de Tramuntana; con la montaña de Teix, un lugar mágico, magnético, cercana a Deià y al pueblo imaginario de Fosclluc, en el que transcurre parte de la acción; un lugar, este último, que ya conocíamos de su primer libro, de 1975.

El caso es que el espacio se convierte en otro personaje más, con su correspondiente protagonismo, por la defensa que en estas páginas, se hace de la necesaria preservación de la naturaleza. La novela concluye, en fin, con una reflexión sobre un tema –digamos- metafísico, sobre el que carecemos de certezas, propiciado por el infarto que sufre la cantante, a saber: qué ocurre después de la muerte, cuál será nuestra última morada, o si tendremos otras experiencias en el más allá.

Algunos episodios de esta novela, que quizá podría definirse como sicológica, adoptan la forma propia de las road movies, por el viaje que emprende a través de la América profunda, mientras los padres de Barbara viven como músicos ambulantes. Podría decirse, además, que la narración transcurre entre el realismo y lo fantástico, pues no faltan lo que suelen llamarse experiencias extrasensoriales, casas con espíritus, fantasmas (apariciones), espejos misteriosos, una habitación prohibida, supuestas posesiones diabólicas, exorcismos, maldiciones... En suma, un mundo vinculado a lo que Huxley denominó las puertas de la percepción, que Barbara, quien había heredado de su padre el interés por lo esotérico, parecía tener abiertas, por no recordar el interés de muchos cantantes de ópera por la parasicología (página 169).

En cierta forma, podría leerse también como una novela de intriga, aunque en esencia no lo sea; pero, además, la autora se vale de los componentes propios de las novelas de iniciación. Todo ello, sin embargo, puesto al servicio de la clarificación de unos casos de pederastia que sufre la protagonista, así como de la denuncia del racismo en la sociedad norteamericana de la época. Sea como fuere, la trama desemboca en la realización final de un doble acto de justicia, al quedar clara la inocencia de quien fue culpado de manera injusta, y ello sin salir perjudicados los inocentes, pues los hijos, se concluye, no deben heredar las culpas de los padres. El desarrollo de la trama, el importante papel que desempeñan las casualidades, el azar, parecen conducirnos a Mallorca, adonde regresan los personajes para intentar resolver alguno de los misterios de su vida. La estancia de la Barbara niña en la isla y su supuesto secuestro en 1969 nos llevan a ello. Aquí destacan los personajes de Tià, a quien ahorcan para simular un suicidio; y Tina, la mujer que cuida de Barbara en Fosclluc, a quien su marido, Jaume, maltrata. Este último personaje, ausente, sin voz, tendrá un papel destacado en la trama que no voy a desvelar. El caso es que Tina y su hijo mueren en el 2020, víctimas del coronavirus.

Si tuviera que destacar un solo episodio de la novela, me quedaría con la excelente descripción de la troupe circense que comparte con Barbara y su padre la travesía en barco de Nueva York a Barcelona, y que cierra la segunda parte (páginas 170-174).

La novela trata de las vivencias de un "año sanático", por prescripción facultativa, durante el cual acaba desentrañándose el misterio de la infancia de Barbara, a la vez que todas ellas cumplen la misión de honrar a quien habían culpado siendo inocente, y de cuya muerte se siente responsable la cantante, así como tiene remordimientos por el fallecimiento de su madre, de la que se siente responsable. La víctima está inspirada, lo ha contado la autora, en un carbonero que conoció, a quien le decían Tià des pins (Tià es el diminutivo de Sebastià), del que teníamos noticia por su libro Tiempo de inocencia (2013), unas memorias de infancia.

Llama la atención el nombre simbólico de algunos lugares y personajes: Ripper (destripador), Miquela Pelut (peluda) y la mezzosoprano que tiene como extraño nombre artístico el de Pandora Brunellevsky, maestra de Barbara, quien la protege y ayuda a superar sus problemas, un personaje inspirado en la soprano aragonesa Elvira de Hidalgo (1891-1992), maestra de Maria Callas. El título de la novela (véanse las referencias en las páginas 314 y 316), aparece relacionado con lo que Jung llamó la sombra, el miedo a aceptar lo irracional, y con la niña que aparece en el desenlace, durante la inauguración del monumento dedicado a la cantante. Y por lo que respecta al cuadro que se reproduce en la cubierta, del artista polaco Marcin Kołpanowicz, aunque parece rememorar los espacios de De Chirico, conviven en él la oscuridad y la luz, las sombras y las nubes, en un lugar semicerrado que se abre a otro casi diáfano.

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La idea del tiempo amortajado por telarañas de tinieblas (páginas 13 [en 3 ocasiones] y 78), entre los años 60 y el 2005 en que muere Barbara, proviene de Camí de sirga, la novela de Jesús Moncada, escritor aragonés en lengua catalana. Quizá podrían apreciarse también ecos de Otra vuelta de tuerca, de Henry James, novela sobre la que Benjamin Britten realizó una ópera; y resultan significativas las referencias a la película El mago de Oz (1939), con cuya protagonista, Dorothy, y su emblemática canción, Over the Rainbow, se identifica Barbara. Así, los ideales de una joven cantante negra también podrían identificarse con los de una parte de aquella América alentada por los sueños de libertad de Martin Luther King (páginas 103, 107, 109, 115, 116, 173 y 190). No puedo dejar de señalar que, en la versión catalana, el testimonio de la Riera periodista está expresado en el mallorquín de la época en que transcurre la acción, que no puede apreciarse en la versión en castellano. 

Se trata, en suma, de una novela ambiciosa, escrita simultáneamente en las dos lenguas que domina la autora, en la que baraja, desde un punto de vista crítico, diversos asuntos –digamos que reales y metafísicos- que nos siguen preocupando hoy: el racismo, la pederastia, el incesto, los malos tratos, la protección y defensa de los débiles y los heterodoxos, pero también los anhelos de justicia, el respeto por la naturaleza, y el papel de lo irracional en nuestras vidas o las inquietudes por lo que podemos encontrarnos en el más allá. 

* Fernando Valls es profesor de Literatura Española Contemporánea en la Universidad Autónoma de Barcelona y crítico literario 

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