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‘El cazador de historias’, de Eduardo Galeano

Mònica Vidiella

El cazador de historiasEduardo GaleanoSiglo XXIMadrid2016

“Las palabras caminan latiendo”, dice Galeano en su libro póstumo El cazador de historias y así es: un año después de su muerte, sus palabras, y en ellas las de aquellos a quienes siempre dio voz, llegan hasta nosotros, latiendo, y latiéndonos.

La editorial Siglo XXI ha publicado este libro en una cuidada edición que, como nos explica Carlos E. Díaz en la nota del editor, Eduardo Galeano había cerrado antes de morir hasta el último detalle. La única decisión que tomaron los editores fue integrar en este volumen algunas historias que el escritor había dejado escritas, puesto que antes de morir estaba trabajando en una nueva obra.

El libro está dividido en cuatro partes: "Molinos de tiempo", "Los cuentos cuentan", "Prontuario" y "Quise, quiero, quisiera". La primera incluye textos en los que reconocemos temática y formalmente al Galeano más característico. Una prosa concisa y contundente que nos habla de la identidad y la memoria; de la guerra y la paz; del fútbol; de los oficios; de las cuestiones de género; del placer y del amor. En la sección "Los cuentos cuentan" se agrupan textos que relatan vivencias de su exilio, de su época de cuentacuentos o anécdotas relacionadas con sus anteriores obras. "Prontuario", la tercera parte del libro, es la más personal, y nos ofrece un Galeano íntimo que nos habla de sus motivos para escribir. La ultima sección del libro recibe su nombre del poema navajo que escogió para cerrarlo "Quise, quiero, quisiera". Los textos que la componen hablan de la muerte y se nos brindan como un legado de quien se sabe cercano a ella.

El título del libro El cazador de historias define la esencia del escritor uruguayo que siempre se sintió como tal. “Soy un cazador de historias, un escuchador de voces”, dijo en una ocasión y de nuevo nos sentamos cerca de su voz y nos dejamos llevar por aquel “Érase una vez” que nos abraza y nos mece, pero que también nos remueve y nos empuja a levantarnos. Porque, como explica en uno de los textos que conforman el libro: “Diría que escribo intentando que seamos más fuertes que el miedo al error o al castigo, a la hora de elegir en el eterno combate entre los indignos y los indignados”.  

Galeano ha sido uno escritor comprometido en la literatura y en la vida. Desde la publicación de Las venas abiertas de América Latina (1971), su obra más conocida y que fue prohibida por las dictaduras militares de Uruguay, Brasil, Chile y Argentina, sus libros —la trilogía Memoria del fuego, integrada por Los nacimientos (1982), Las caras y las máscaras (1984) y El siglo del viento (1986); El libro de los abrazos (1989), Las palabras andantes (1993), El fútbol a sol y sombra (1995), Bocas del tiempo (2004), Espejos (2008), Los hijos de los días (2011) o Mujeres (2015) entre otros— han mantenido la firme voluntad de reivindicar a todos aquellos a quienes la historia ha querido silenciar.

En este legado póstumo, moviéndose en las fronteras de los géneros, ha seguido buscando, y encontrando, esas palabras que deben existir para hablarnos de un mundo que viaja y “que lleva más náufragos que navegantes”, y de esta manera ser fiel a su vocación de cuentacuentos, como nos explica en "Huellas", el texto que abre el libro: “El viento borra las huellas de las gaviotas. Las lluvias borran las huellas de los pasos humanos. El sol borra las huellas del tiempo. Los cuentacuentos buscan las huellas de la memoria perdida, el amor y el dolor, que no se ven, pero no se borran”.

"Por qué escribo/1", uno de los tres textos que bajo este título encontramos en la sección "Prontuario", narra lo que Galeano llama su primer desafío en la tarea de escribir, y explica que, tras haber convivido con los mineros del pueblo de Llallagua en Bolivia, estos, la noche de su despedida, le dijeron que les contara cómo era la mar. Él, consciente de que aquellos hombres, condenados a la miseria y a una muerte temprana, nunca la verían, sintió la responsabilidades de llevársela, "de encontrar palabras que fuesen capaces de mojarlos". Ese desafío, "a partir de la certeza de que escribir, para algo, sirve" lo ha llevado hasta este libro, en el que una vez más sus palabras son capaces de mojarnos.

Galeano, cazador de historias

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Galeano ya no está pero sus palabras aún caminan latiendo. Y latiéndonos.

*Mònica Vidiella es profesora de literatura.Mònica Vidiella

El cazador de historiasEduardo GaleanoSiglo XXIMadrid2016

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