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Cervantes 2116

Álvaro Tato

Álvaro Tato recita una versión adaptada del discurso de la edad de oro, en el Quijote.

"En la edad de oro se ignoraban las palabras 'tuyo' y 'mío'. En la edad de oro todas las cosas eran comunes, a nadie le era necesario otro trabajo que levantar la mano y tomar el fruto de los árboles. Las claras fuentes y corrientes ríos ofrecían sabrosas y transparentes aguas. Todo era amistad, todo era concordia, todo era paz, que es el mayor bien que los hombres pueden desear en esta vida". 

 

Discurso de la edad de oro, en el Quijote, adaptado por Álvaro Tato. 

En un lugar del planeta de cuyo nombre no quiero acordarme, hace cien años se declaró el virus de la cervantina. La inmensa mayoría de los terrícolas de aquel lejano 2016 no había leído a Cervantes, aunque se festejaba la efemérides con derroche presupuestario. En aquel siglo XXI aún no existía la paz mundial, aún no se había producido un diálogo activo y fructífero entre religiones y sociedades que diera lugar a la alianza serena y legítima de la que hoy gozamos. Eran tiempos precervantinos.

Las fuentes difieren acerca del origen del virus que cambió todo. Quizá algún hueso exhumado del Príncipe de los Ingenios transmitió efluvios a estudiosos desprotegidos. Quizá la obra de teatro Cervantina contagió al público en su gira internacional. O quizá fueron las palabras de Cervantes; en sus páginas, la gente del 2016 pudo encontrar respuestas a los problemas del mundo: la defensa de la libertad, el derecho de inventarse a uno mismo y de tolerar la existencia del otro, la risa como modalidad del pensamiento, el humor como dique de la tragedia y como transformador de la conciencia.

Los personajes cervantinos (desde los perros del Coloquio hasta Preciosa, la gitanilla; desde los caballeros pícaros de La ilustre fregona hasta la joven vestida de hombre que encuentra Sancho en su ronda por Barataria; desde el licenciado Vidriera hasta el hidalgo Quijano) tienen su propia voz, crean su propio camino, defienden sus verdades y escuchan las ajenas. En las Novelas ejemplares, los entremeses, las novelas y las obras teatrales cervantinas hay vida, muerte, amor, deseo, celos, violencia, ternura, traición, y una mirada que sobrevuela: la de un humanista lleno de imaginación y curiosidad que nos invita al ejercicio del libre albedrío. Cada cual es artífice de su propia ventura, dice don Quijote.

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Cervantes, humorista humanista, es un puro clásico, es decir: un hilo de presente que atraviesa las épocas. Quizá por eso el siglo XXI lo consideró su contemporáneo retrofuturista. El virus de la cervantina se propagó sin control. Los ejemplares se agotaron en todas las librerías. Los debates culturales coparon los medios de masas. Por fin, los estadistas fueron infectados; pronto el ser humano volvió al corazón de la política. Lo demás es nuestra historia.

Hoy, en pleno siglo XXII, las palabras de ese maestro de la vida no tienen patria. Puras o traducidas, son palabras vivas que invitan a ser respondidas por quien las escucha para reír, llorar y compartir los conflictos de unos personajes que deciden su destino, es decir, que nos miran a los ojos y nos preguntan sobre nuestra propia libertad. El polvo, la caspa, el elitismo cultural, los elogios baladíes y los desprecios ignorantes quedaron en el siglo pasado. Cervantes ya es mundial, urgente y necesario. Hoy, veintitrés de abril de 2116, celebramos los quinientos años de su muerte de forma cervantina: releyéndolo.

*Álvaro Tato es poeta, dramaturgo y director literario de la compañía Ron Lalá, actualmente en gira internacional con sus obras 'Cervantina' y 'En un lugar del Quijote', en coproducción con la Compañía Nacional de Teatro Clásico.

Álvaro Tato recita una versión adaptada del discurso de la edad de oro, en el Quijote.

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