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Cien metros cuadrados entre el cielo y el infierno

María Bueno Martínez

Exteriores del paraíso

Bernardo Atxaga — Traducción de Escucho lo que dice Pierre y Charla en la cárcel de Martutene sobre la historia de la literatura vasca de Asun Garikano

Cuatro lunas (Pontevedra, 2023)

El año pasado la editorial pontevedresa Kalandraka inició un nuevo proyecto con el sello Cuatro lunas. El nombre procede de uno de los versos que aparecen en el poemario Canciones de Federico García Lorca, que publicó en el mítico año de 1927, y que es el primer título de la colección, acompañado de un prólogo de otro granadino ilustre, Luis García Montero.

Si nos preguntaran cuál es el antónimo de "paraíso" responderíamos, inmediatamente, que "infierno". Después de leer los dos primeros textos: La primera gripe de Adán y Escucho lo que dice Pierre, del nuevo libro de Bernardo Atxaga (Asteasu, 1951), Exteriores del paraíso, yo respondería que es la "muerte", la casilla 58 en el tablero del juego de la oca.

Después de declarar su renuncia a escribir más novelas tras la publicación de Casas y tumbas, literariamente, en ese tablero en espiral, Atxaga ha caído en la casilla 58 y vuelve con esta obra, al inicio para continuar la partida que comenzó con A modo de autobiografía, texto que cerraba Obabakoak. Y, como expresa Bernard, uno de sus acompañantes en las lecturas francesas (dos cárceles, un castillo y una aldea), el juego es "una metáfora del viaje de la vida" (página 30). Estas lecturas francesas junto a la conferencia en la cárcel de Martutene son el núcleo del libro.

En el programa de TVE Cerca de ti (23—4—1994) Arantza Saban, traductora de El hombre solo, le preguntaba a Atxaga cuál era su idea de paraíso a la manera de Auden. Para él, su paisaje debería parecerse al castellano, el clima al vasco, en cuanto a la lengua optaba por el bilingüismo: vasco/español y en cuanto a la religión dudaba entre protestante u ortodoxa.

La mayoría de los textos de "estos exteriores" se desarrollan en la casilla 52, la cárcel. Lejos del paraíso queda esta casilla, aunque no falten momentos "paraíso", como en la charla en la cárcel de Matutene: "Hoy habrá movimiento —añadió con sonrisa maliciosa—. Los internos y las internas llevan más de un mes sin juntarse y no creo que le presten mucha atención, pero usted no se preocupe" (página 97); o "No podía quedarme con los brazos cruzados, y pensé en leer uno de los poemas eróticos de Etxepare, el titulado Petición de beso, para dejar bien claro que, ya desde sus inicios, la literatura vasca había abordado temas distintos al de la religión o al de la lengua; pero el panorama del salón de actos me disuadió. Entre los internos, los besos se repartían sin necesidad de peticiones o ruegos. Allí estaba Amy, estampándoselos a Andoni a tutiplén, y allí estaban, abrazándose indiscriminadamente, los de la melé de las últimas filas" (páginas 102—103).

De estas lecturas podemos deducir que su compromiso con el euskera y la literatura en ese idioma sigue siendo prioritario. Sus oyentes son receptivos a ese amor, aunque con ciertas reticencias. Uno de los presos le dice: "Me sentiré muy feliz de escucharle […] No tanto por el sonido de su lengua, como por los poemas. Soy un gran amante de la poesía. Sin poesía me resultaría más difícil vivir" (página 36). El preso encargado de la biblioteca en una de las cárceles expresa su interés por la literatura vasca: "Me gustaría tener noticias de la literatura vasca. Si es que tal literatura existe" (página 36).

También en la conferencia en la cárcel de Martutene tendrá que ir sorteando las reticencias de unos de los internos, Lorenzo, para el que la literatura vasca está escrita por curas y cuyos temas son la religión y la lengua misma. Aunque al final del acto se le acerca y estrechándole las manos le comenta: "Muchas gracias. Me ha parecido muy interesante" (página 124).

También se recogen en el libro poemas como Escribo en una lengua extraña (páginas 46—47) o Erizo (página 131), donde el euskera es el protagonista.

En los recitales de Atxaga la música casi siempre está presente. Aquí, en nota a pie de página, nos remite a los poemas que están musicalizados. Os animo a parar la lectura y escuchar la canción correspondiente. Porque en ese momento, el paraíso está ahí, como le ocurre al sacerdote que está disfrutando de un banquete cerca del monasterio de Arantzazu al que se le acerca una feligresa y le pregunta: "En su opinión, don Eulogio, ¿dónde está el paraíso? (página 86). La respuesta de don Eulogio es: "¿Que dónde está el paraíso? Pues aquí mismo, Margarita. ¿Para qué ir más lejos?" (página 86). Es un fragmento bastante irónico, por eso me gusta más la respuesta de Pedro Buruaga, vecino de Atxondo: "Yo prefiero estar aquí que en cielo. Que me den a mí cien metros cuadrados para pasear con mi mujer, y aquí mismo … ¡la eternidad!". No está nada mal como cita inicial.

Sabiduría de la experiencia y pericia poética

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Los textos como las lenguas van cambiando; en algunos de los publicados en Exteriores del paraíso advertimos, los lectores de Atxaga, una versión diferente a la publicada anteriormente en periódicos, revistas, etc., como el poema Un día finlandés. Otro de los textos que ha evolucionado es Lección sobre el avestruz, cuya primera versión leí en 1993, con el título Los pasos del avestruz y luego tuve la suerte de escuchar en Granada, en 1994, en el Festival Internacional de Teatro. Cuando Bernardo Atxaga me envió el texto lo hizo junto a un panfleto Garziarena, pero lo que quiero destacar es lo que me escribió en la postal: "se trata de estar (activamente) al margen". Con este texto, Bernardo Atxaga se mantiene en su filosofía de estar al margen, en primer lugar por optar por una editorial independiente y en segundo lugar por hacerlo con un texto híbrido donde la poesía vive entre la narrativa, y donde el humor y lo trágico son las dos caras de la vida, de ahí el subtítulo "Escritos cómicos y tristes". Y la partida/vida continúa.

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* María Bueno Martínez es crítica literaria. 

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