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El libro que descifra el método de Padura

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Mario Vizcaíno Serrat

La escritura de Leonardo Padura, un libro de casi 400 páginas que el Instituto Cervantes editó en septiembre pasado, es un periplo por una obra en estado constante de creación que demuestra cuán frágiles son las etiquetas que los críticos endilgan a los escritores. Conformado por los catedráticos Stephen Silverstein, de Estados Unidos, y Rafael Acosta, de Cuba, el libro reúne análisis sobre la naturaleza de las novelas policiales de Leonardo Padura, el aporte de gran parte de su obra a la relación del escritor y la ciudad en la literatura cubana y se detiene en libros neurálgicos como La novela de mi vida o El hombre que amaba a los perros, en los que la historia ayuda a entender el presente.

Combinación de inmersiones en su obra con rodeos a la vida de Padura, se trata de un volumen que abrió el camino de Las ínsulas prometidas, una colección que el Cervantes inauguró para brindar estudios críticos e investigaciones académicas sobre el trabajo de importantes escritores iberoamericanos.

En el caso de Padura, el libro cubre una gama amplia sobre su estela como ensayista, periodista, escritor y guionista de cine, y aunque no llena la necesidad de crítica en torno a su obra, sobre la que falta tanto por decir, es un estudio serio y útil que vale la pena tener en los estantes para libros en casa.

Tal vez porque el escritor y periodista cubano ha escrito mucho se hace difícil agotar el espacio que demanda una obra voluminosa, o quizás porque es demasiado pronto para eso.

La escritura de Leonardo Padura tiene una veintena de temas, examinados con rigor. Hay materiales de firmeza académica y otros con lenguaje y estructura más sencillos, pero a todos los distingue el interés por explicar aspectos de la obra de un escritor prolífico, con una ambición creativa que explica las 14 novelas que ha escrito, con tiempo para volúmenes de ensayos, periodismo y cuentos, sin olvidar los guiones para cine.

Es un libro editado con esmero y de una presentación elegante, con una mezcla de ensayos encargados para la ocasión y algunos publicados antes cuya profundidad convenció a los compiladores de incluirlos.

La mayoría de los 22 autores que Silvertein y Acosta invitaron a sumergirse en las aguas de la literatura de Padura son escritores, ensayistas, profesores de literatura, poetas y periodistas que viven en Cuba, Estados Unidos y España. Esa variedad de oficios demuestra el interés que sigue suscitando la obra de quien ha merecido más de 40 premios, entre ellos el Princesa de Asturias, el Café Gijón, el Roger Caillois, el Barcino de Novela histórica y el Nacional de Literatura de Cuba.

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La escritura de Leonardo Padura fue presentado en septiembre pasado en el propio Instituto Cervantes, en Madrid, con la presencia del escritor y su coetáneo Acosta. Ese mismo día el creador de Mario Conde tuvo el privilegio de depositar su legado en la Caja de las Letras de la institución que dirige el poeta Luis García Montero.

Se trata del manuscrito de La novela de mi vida revisado por Beatriz de Moura, quien a finales de los años 1990 le abrió las puertas de Tusquets al escritor cubano, de quien fue su editora durante años. Con esta donación, Leonardo Padura se unió a personalidades de la cultura en español y la ciencia que desde el año 2007 han depositado legados en esa cámara acorazada. 

Mario Vizcaíno Serrat es escritor y periodista.

La escritura de Leonardo Padura, un libro de casi 400 páginas que el Instituto Cervantes editó en septiembre pasado, es un periplo por una obra en estado constante de creación que demuestra cuán frágiles son las etiquetas que los críticos endilgan a los escritores. Conformado por los catedráticos Stephen Silverstein, de Estados Unidos, y Rafael Acosta, de Cuba, el libro reúne análisis sobre la naturaleza de las novelas policiales de Leonardo Padura, el aporte de gran parte de su obra a la relación del escritor y la ciudad en la literatura cubana y se detiene en libros neurálgicos como La novela de mi vida o El hombre que amaba a los perros, en los que la historia ayuda a entender el presente.

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