Los libros
Feminidad e inteligencia
¿Quién teme a Thelma y Louise?Mónica DoñaRenacimientoSevilla2017¿Quién teme a Thelma y Louise?
No tengo ninguna duda de que ¿Quién teme a Thelma y Louise?, el último libro de Mónica Doña, pasará a formar parte de la historia reciente de la poesía española. Es más que un buen libro, es un gran libro, de los que marcan un punto de inflexión, en este caso por el excelente tratamiento poético de un tema muy singular, muy plural y muy complejo: la feminidad, sus vivencias, su intimidad, sus apuestas, su inteligencia y sus fracasos. Un tema que por fortuna viene pisando cada vez más fuerte en la última poesía española, y aquí hay que mencionar el ineludible libro Ficciones para una autobiografía de Ángeles Mora, reconocido el año pasado con el Premio de la Crítica y con el Premio Nacional. Un tema que atraviesa de hecho toda la poesía de Ángeles Mora y también la de Mónica Doña.
¿Quién teme a Thelma y Louise? ¿Quién teme a Virginia Woolf ? A las mujeres, ¿quién o quiénes nos teme(n) y qué es exactamente lo que teme(n)? Las referencias teatrales y cinematográficas condensadas en el título remiten tanto a la obra de Edward Albee (1962) como a la película de Mike Nichols, protagonizada por los inolvidables Liz Taylor y Richard Burton, que encarnan, lejos de la idealización edulcorada de las comedias románticas, la ácida autodestrucción de un matrimonio. También remiten, cómo no, a la película de Ridley Scott, protagonizada por las también inolvidables Susan Sarandon y Geena Davis.
El libro de Mónica Doña se divide en tres partes, cuyos títulos juegan magníficamente con el lenguaje y con el doble sentido. Tiene de hecho la poeta una capacidad sobresaliente para el delicado y frágil equilibrio de la lengua y también para la ironía, algo muy difícil en poesía. "Femenino y singular" agrupa poemas dedicados a varias mujeres célebres, Juana de Arco, Rita Hayworth, Billie Holiday, Marie Curie, Cleopatra, Frida Kahlo, Santa Teresa o Coco Chanel. Mujeres excepcionales que conocieron también amargas derrotas.
En la segunda sección, "Tiempo muerto", se pone de manifiesto algo que ya sabíamos, pero no queríamos asumir o no queríamos ni siquiera saber: la intimidad es un territorio donde la felicidad de los cuerpos tiene también un reverso ácido, deslucido, áspero, un territorio que puede transformarse en un abismo. De ahí la pertinencia de la cita de Callie Khouri, la guionista de Thelma y Louise, que abre la sección: "No pierdan la cabeza y no perderán la cabeza". Y suena también, de alguna manera, la advertencia de Ángeles Mora: "Y si quieres navegar/ coge, niña/ la aguja de marear". O la de Gil de Biedma, que avisaba de que había llegado el tiempo de dar inteligencia en el amor.
La gran poesía
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Mucho habría que decir sobre las complicadas relaciones entre el amor y la inteligencia. ¿Qué significa ser inteligente en el amor? ¿Qué significa dar lucidez donde se supone, porque así nos lo han enseñado, que hay que perder la cabeza? ¿Qué lugar ocupa la reflexión en las complejas y convulsas tribulaciones del corazón enamorado? ¿De quién, de quiénes se enamoran las mujeres? Mónica Doña responde, en el magnífico poema "El beso de Klimt": "Se enamoran de un cuadro./ Un bellísimo cuadro/ que lleva un largo siglo en los museos". Pues claro que nos enamoramos de un cuadro, porque esperamos que se cumpla aquel deseo de Bréton en L’amour fou: "Le deseo que sea amada con locura". Queremos el amor loco, no el amor lúcido, pero no tenemos más remedio que agarrarnos a la lucidez para construir el amor "al borde del abismo", como acaba este mismo poema. Otro poema extraordinario es "Metamorfosis forzosa (El precio del placer)", donde la mujer toma conciencia de que existe a través del placer, de que el placer le es reconocido y ofrecido, pero no así la completamente verdadera y respetuosa existencia en el pensamiento masculino, en su actitud y en su lengua (a la vez idioma e instrumento de placer): "porque yo nunca he sido/ yo misma por tu lengua/ aunque te hayas bebido/ diez mil veces mis ácidos/ para darme placer,/ mas no el placer/ de la miel susurrada, del hombro que sostiene/ el delicado peso del cariño".
La tercera sección tiene un título absolutamente espléndido, "Mujeres al cabo", que alude tanto al Cabo de Gata/Ágata y a las protagonistas, mujeres al fin y al cabo. Aquí aparece también, al lado de las ocho mujeres, la figura de Javier Egea, a quien se rinde homenaje. Las mujeres son "ocho risueñas fugitivas", igual que fugitivas y con ganas de reír hasta partirse son Thelma y Louise. "Sobre nuestras cabezas/ se escucha el aleteo de las rosas", acaba el libro de Mónica Doña. Sobre nuestro corazón, nuestra emoción y nuestra inteligencia, al acabar estos poemas, se escucha el aleteo de una poesía poderosísima.
*Ioana Gruia es poeta y profesora de Literatura Comparada.Ioana Gruia