Escuchar –y digo escuchar intencionadamente, porque adentrarse en este ensayo es casi asistir a una conversación–, escuchar a una autora que abandona el género negro, en el que es reconocidísima, para adentrarse en un ensayo sobre la crisis medioambiental, es en sí mismo un ejercicio interesante para el lector. Con La humanidad en peligro (Siruela), Fred Vargas quiere golpear nuestras conciencias, lo dice abiertamente en los vídeos que ha publicado en Youtube: es para informar, para romper el silencio que los gobiernos han mantenido respecto a las consecuencias del calentamiento global, para acabar con la ignorancia, que ha escrito este libro.
Para hacerlo ha revisado una numerosa bibliografía que nos aporta a pie de página, ha reunido infinidad de datos y los ha organizado de forma amena, interconectándolos entre sí como se conectan entre sí los terribles efectos que la voracidad del capitalismo ha producido sobre el planeta que nos acoge. Porque también es clara al respecto: la causa de que estemos al borde del colapso la tiene el dinero, la avaricia de los poderosos y la impotencia, cuando no la connivencia, de los gobiernos para frenarlos.
Nada escapa a su minucioso recuento del estado de la cuestión, cuyos ítems cito sin orden alguno, a bote pronto: el agotamiento de los hidrocarburos, que debemos abandonar cuanto antes, el peligroso consumo de carne, las leches vegetales, los electrodomésticos, los viajes en tren, avión o vehículo particular, las objeciones a los coches eléctricos, la salinización de los suelos, la soja, el pescado, los plásticos no biodegradables, la Coca-Cola, los fosfatos, los gases desconocidos como el protóxido de nitrógeno, tan peligrosos o más que el CO2; el metano, la ropa, el agotamiento de los minerales, el deterioro de los bosques, la desaparición de especies animales, la necesaria austeridad digital, el carbón, la madera, los océanos. Y algunos más. Haciendo uso de sus habilidades de narradora, introduce el humor a través de sus comentarios a las observaciones de su impertinente corrector de estilo, que le prohíbe cualquier excursión hacia sus gustos personales y, poco a poco, Fred Vargas completa un puzle que da cuenta del mundo que nos espera si nuestros gobiernos y nosotros mismos no hacemos nada. Un mundo donde la humanidad está en peligro.
Son muchas las preguntas que Vargas responde a quienes estamos preocupados por modificar nuestros hábitos hacia una forma de vida más sostenible, la misma que la autora ya sigue, prohibiéndose pequeños placeres a favor de la vida en la Tierra; el libro se convierte así, en alguna medida, en una guía de consumo sostenible que nos indica lo que hemos de hacer, lo que debemos evitar sin falta. Es urgente comenzar estos cambios. A pesar de que la ONU ya ha advertido que en solo seis años tendremos escasez de agua, seguimos produciendo y consumiendo como si los recursos hídricos fueran infinitos, por poner solo un ejemplo.
Para generar esperanza, Vargas repasa algunas de las respuestas científicas a los retos medioambientales. Ingenios que nos ayudarían a paliar los efectos del calentamiento global, a recoger plásticos de los océanos, a recuperar las emisiones contaminantes de las empresas de carbono, pero las soluciones tecnológicas no están suficientemente desarrolladas, o no se invierte lo suficiente en ellas, o son incipientes. Y tenemos prisa. De ahí que la llamada desesperada de la autora se dirija a la totalidad de la población, a un nosotros cómplice con ella, en el que incluye al lector de su libro, que debe actuar "sin esperar una acción de las autoridades. ¿Por qué? Porque dicha acción no llegará".
El escepticismo de Fred Vargas ante los gobiernos, los responsables de mantener a la población en la ignorancia, de someterse a las grandes empresas agroalimentarias y de transporte, causantes de gran parte de la situación actual, es constante. De ahí que su mensaje de alarma vaya dirigido a la ciudadanía. Una ciudadanía que necesita información para comenzar a tomar medidas individual y colectivamente. Y es aquí donde nos sorprende su esperanza en una toma de conciencia que será, a todas luces, tan lenta, que siempre irá por detrás de los devastadores efectos de esos +2º de aumento de la temperatura del planeta a que los gobiernos nos han condenado ya, por su criminal inoperancia. Con estas previsiones un tercio de la población mundial morirá de sed, de hambre, de calor, y a nadie parece importarle demasiado.
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A Fred Vargas sí le importa, y entiendo este libro como su pequeña aportación, su lamento, su grito de alarma. De ahí que el final de su ensayo esté repleto de medidas que tanto los estados como los ciudadanos deberíamos tomar, expuestas de forma didáctica (se trata de mostrar el camino, de solucionar el problema), porque todavía podemos hacer algo si juntos nos ponemos manos a la obra. Ojalá le hagamos caso.
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Lola López Mondéjar es psicoanalista y escritora. Su último libro es Qué mundo tan maravilloso (Páginas de Espuma, 2018).
Escuchar –y digo escuchar intencionadamente, porque adentrarse en este ensayo es casi asistir a una conversación–, escuchar a una autora que abandona el género negro, en el que es reconocidísima, para adentrarse en un ensayo sobre la crisis medioambiental, es en sí mismo un ejercicio interesante para el lector. Con La humanidad en peligro (Siruela), Fred Vargas quiere golpear nuestras conciencias, lo dice abiertamente en los vídeos que ha publicado en Youtube: es para informar, para romper el silencio que los gobiernos han mantenido respecto a las consecuencias del calentamiento global, para acabar con la ignorancia, que ha escrito este libro.