Porque ellas fueron, hoy somos

Desde hace un año casi nada es como nos gustaría. No es que antes echáramos campanas al vuelo, pero podíamos festejar, manifestarnos, salir a la calle, estar presentes. Hoy, en todos los ámbitos, nos mantenemos a la espera para, en el momento que nos den el pistoletazo de salida, volver a ocupar nuestras posiciones. Por eso ha habido que reinventarse, e intentar celebrar el 8 de marzo de otro modo.

Entre las diferentes propuestas habidas, está el AMEIS de Plata, un distintivo creado por la Asociación de Mujeres Escritoras e Ilustradoras (AMEIS). Pero ¿qué es este galardón? ¿Un colgante, un símbolo, un reconocimiento? Todo esto y más. Es cariño, es reconocimiento literario a mujeres que nos precedieron, que abrieron camino, o al menos iniciaron un surco para que las demás pudiéramos plantar semillas y ver cómo iba creciendo poco a poco hasta convertirse en un hermoso huerto. Es difícil ver los frutos en época de pandemia y confinamientos, pero están ahí, hay que hacerlos visibles. Y es lo que pretende esta asociación, aglutinar a todas las mujeres que se mueven en torno a la literatura, ya sea como lectoras, editoras, bibliotecarias, traductoras, libreras o autoras. En definitiva, se trata de interrelacionar todo lo que tiene que ver con mujer y literatura, porque tanto escritura como lectura, edición o traducción, son palabras femeninas. Y hay que sacarlas a la luz porque estamos hablando de la mitad de la humanidad, no de una minoría a la que hay que garantizar sus derechos. Y en la literatura, en todo su amplio sentido, se puede aportar esa otra visión que nos ha faltado, producir ese machihembramiento que ya es necesario e imprescindible para que la visión del mundo y de la vida no se desmembre más, porque ganamos todos, nos enriquecemos todos, nos pensamos y repensamos en el otro/otra. Y así avanzamos.

El AMEIS de plata es un colgante con el logotipo de esta asociación, de plata maciza, fácil de llevar, hecho con todo el amor del mundo y todo el cariño literario, para reconocer a otras mujeres que, dentro de la literatura, hicieron un camino previo. El año pasado se suspendió el acto debido a la pandemia. Este año, el 14 de marzo, domingo, a las siete de la tarde, el AMEIS de plata se celebra en las redes, en un acto público vía Zoom, y se hará entrega de él a dos mujeres, una por el año 2020 y otra por el 2021: Marisa Mediavilla y Rosa Regás.

Marisa Mediavilla (Boadilla del Camino, Palencia, 1945) es una bibliotecaria, documentalista y feminista que se ha dedicado durante más de treinta años, con una labor de hormiguita hacendosa, a montar, organizar y estructurar la Biblioteca de Mujeres de Madrid, con el objeto de reunir la cultura y el saber de las mujeres a lo largo de la historia, especialmente en España. Ha ido recopilando libros escritos por mujeres, catalogándolos y cuidándolos como un preciado tesoro para que nuestras voces no caigan en el olvido. La falta de espacio y de dinero han sido los retos que esta mujer ha tenido que solventar a lo largo de los años, aunque optó por no depender de los fondos públicos. La Biblioteca de Mujeres está compuesta en la actualidad por más de 30.000 volúmenes, con algunas obras del siglo XVIII, pero fundamentalmente del XIX y del XX. Esta bibliotecaria reconoce la existencia de anteriores bibliotecas dedicadas a la mujer, como la Biblioteca Popular de la Mujer, fundada por Francesca Bonnemaison en Barcelona en 1909; también el Lyceum Club, creada en 1926, o la biblioteca de la Residencia de Señoritas creada en 1915, ambas dirigidas por María de Maeztu y desmanteladas tras el estallido de la Guerra Civil. En la actualidad, la Biblioteca de Mujeres de Madrid se encuentra en el Museo del Traje, suena estrambótico, pero es todo un símbolo de dónde se confina la literatura escrita por mujeres y con lo que se la identifica. Pese a ello, sin su trabajo esta Biblioteca no existiría. Y eso es lo que han entendido las socias que votaron mayoritariamente para que recibiera el AMEIS de plata en el año 2020. Y es esa labor la que ha inspirado a la Asociación de Mujeres Escritoras e Ilustradoras a crear su propia Biblioteca AMEIS. Marisa Mediavilla sigue con el sueño de conseguir un lugar específico para la Biblioteca de Mujeres, y no está dispuesta a rendirse.

Rosa Regás (Barcelona, 1933) es una de las escritoras en activo más veteranas del panorama nacional y una mujer activista que ha sido madre de cinco hijos. Ha tenido múltiples trabajos siempre relacionados con la palabra, en Seix Barral, como traductora independiente para la ONU en diferentes ciudades o como directora de la Biblioteca Nacional. En 1994 ganó el Premio Nadal con Azul; en 1999 consigue el Premio Ciudad de Barcelona de Narrativa por Luna lunera, en el 2001 gana el Premio Planeta por La canción de Dorotea y en el 2013, el Premio Biblioteca Breve por Música de cámara. A su edad sigue derrochando una gran energía, energía contagiosa y un gran sentido del humor. Si para muchas escritoras en la actualidad es difícil sacar cabeza y hacerse visible, nos imaginamos lo que pudo ser a lo largo de la vida de esta mujer, licenciada en Filosofía por la Universidad de Barcelona, en una época oscurantista, habiendo vivido una infancia dura, como ella misma dice, la infancia de los vencidos. Ha escrito seis novelas, dice que ahora está acabando otra; cuatro libros de relatos y doce libros de ensayo, algunos de ellos autobiográficos o libros de viajes, como Viaje a la luz del Cham o Volcanes dormidos, un viaje por Centroamérica. Empezó a publicar bastante tarde, quizá por el tema de siempre, la necesidad de cuidar, pero ha sabido aprovechar muy bien el tiempo. Actualmente vive en el campo y compagina la construcción de su último gallinero con su última novela.

El 14 de marzo serán las galardonadas. Con ellas brindaremos por todo lo que han hecho, en una fiesta virtual-comunitaria, a la espera del abrazo que podremos darnos algún día.

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Si es tan importante reconocer el trabajo de las que han precedido, es, evidentemente, aparte de por gratitud, por lo que se ha allanado el camino. Y en literatura es evidente. Hay una generación muy potente de voces femeninas escribiendo, capaces de diseccionar la realidad y remover los cimientos de las estructuras actuales, jóvenes que empujan con fuerza, contadoras de historias abiertas, duras, defensoras rabiosas de ese otro punto de vista, las voces de la mitad de la población. Y en todas partes del planeta, según miro, ocurre lo mismo. Escritoras africanas, de Senegal, Nigeria, el Congo, que cuestionan las sociedades patriarcales, que recogen la fortaleza de las mujeres que se oponen a poligamia, mutilaciones genitales y sumisiones; que nos dejan ver, a través de la ficción y de bellas historias, cómo son ellas las que levantan sus pueblos. Escritoras de mestizaje, transfronterizas, que han estudiado en la metrópoli y no renuncian a sus raíces. Mezclan sentimientos, lenguajes, costumbres, y son capaces de recoger ambos mundos. Escritoras en toda América Latina que han bebido de las fuentes y le dan un vuelco asombroso: no se podrá hablar ya de lo gótico en la literatura, del realismo sucio o de la lírica sin tener en cuenta estas voces que cuestionan, hablan abiertamente en una sociedad violenta en la que las mujeres son las primeras violentadas. Si miramos a Europa, encontramos un producto literario de mestizaje: las que han convertido nuestros países de metrópoli en lugares de convivencia, de nuevo la mezcla, el mestizaje, lo transfronterizo. No solo de estilos literarios, que también, no solo de nuevas formas de expresión, sino de nuevos puntos de vista para escribir sobre los grandes temas de la literatura. Aquí está el futuro. No podemos ni debemos darle la espalda porque, aunque haya gente que se empeñe en hacerlo, será barrida por este huracán de voces femeninas que marcarán un antes y un después en la literatura. Estoy convencida de ello.

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Carmen Peire es escritora y presidenta de AMEIS. Su último libro esCuestión de Tiempo (Menoscuarto, 2017).

Desde hace un año casi nada es como nos gustaría. No es que antes echáramos campanas al vuelo, pero podíamos festejar, manifestarnos, salir a la calle, estar presentes. Hoy, en todos los ámbitos, nos mantenemos a la espera para, en el momento que nos den el pistoletazo de salida, volver a ocupar nuestras posiciones. Por eso ha habido que reinventarse, e intentar celebrar el 8 de marzo de otro modo.

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