LOS DIABLOS AZULES

Juan Chabás en sus ámbitos biográficos y la deontología

Juan Chabás en La Habana, circa 1949.

Javier Pérez Bazo

Recuerdo haber leído en estas mismas páginas digitales al poeta Luis García Montero, en clave que el lector avezado sin dificultad descifraría, que frente al rencor conviene que llueva el olvido sobre los que creímos un día amigos y de pronto nos traicionan. Que diluvie hasta que se borre toda huella del judas en nuestra cotidianidad, incluso su nombre, diría yo. Difícil empresa es para el propio corazón, sin duda; más si cabe cuando la persona desleal muestra actitudes antagónicas a la común concepción de honestidad, según apostillaba concluyentemente el poeta.

La áspera soberbia y las vanidades suelen incitar al desquite, cierto es. Pero por mucho que quede herido el amor propio por agravios y la traición, convendrá resguardarnos a toda costa bajo la indiferencia, para evitar el lodazal de imitar, superándolo, el propósito del alevoso. No hay mayor desprecio que no hacer aprecio, dice la sabiduría popular. 

Ahora bien, cosa bien distinta es que alguien ante la reprobación pública trate de disimular su mala praxis y conducta fraudulenta en libros engendrados en mal punto y nacidos en cuarta luna, que diría con encono Francisco Cascales, el comentarista de Góngora. El aviso periodístico, la reseña, la crítica literaria adversa bien fundada, nunca serán plasmación de resentimiento ni gratuito ajuste de cuentas si se pone en evidencia al autor concernido por deficiencias del rigor científico, irrespeto a unas mínimas reglas de urbanidad científica, incorrección deontológica manifiesta u otros desatinos. De otro modo sería legitimar el proceder incorrecto del autor, su falta de integridad intelectual.

A la reconstrucción de la biografía intelectual del alicantino Juan Chabás Martí (Denia, 1900 - La Habana, 1954) y al estudio de su obra, que personalmente emprendí hará pronto medio siglo, contribuyó desde años atrás un nutrido grupo de profesores universitarios merced a sus colaboraciones en números monográficos de revistas, citas y actas congresuales; sin olvidar una exposición muy celebrada en Valencia y Madrid en 2001. En cierto modo, esta recuperación necesaria de Chabás ha sido una tarea colectiva. También institucional. Buena prueba de ello ha sido el homenaje que con motivo del 125 aniversario de su nacimiento tuvo el escritor en la última Feria Internacional del Libro de La Habana, coincidiendo con la presentación de sus Poemas del transtierro, en edición a mi cuidado, reconocimiento rubricado con gran interés por instituciones habaneras (Biblioteca Nacional José Martí, Instituto Cubano del Libro, UNEAC, Casa de las Américas, Editorial Arte y Literatura, secretariado de la FILH…). De ello dejó constancia en Granma la pluma periodística de Madeleine Sautié y uno de los programas más vistos en la televisión cubana. Un hito, sin duda alguna, en el Año Juan Chabás, propiciado por la asociación hispano-cubana Amigos de Juan Chabás, al que se sumarán otras iniciativas institucionales.

En esta misma Feria del Libro el arquitecto Joan Carles Fogo presentó Los espacios habitados de Juan Chabás (2024). Se trata de un trabajo que reproduce páginas enteras por el procedimiento de “corta y pega” lo ya dicho en un librito por el propio autor hace diez años, El edificio de la memoria (2014 y 2015). Y ello, sin hacer mención a esta reutilización como el código deontológico exige, a la que añade algún apunte nuevo.

Si a la inicial ideación de la obra en torno a espacios biográficos de Chabás, más divulgativa que científica, no cabe restar originalidad, ésta pierde enteros al presentarse a modo de totum revolutum discursivo. Se mezclan churras con merinas; alguna simplicidad crítica y errores de bulto, que no suscribiría un bachiller, con el desconocimiento de conceptos analíticos y periodológicos, incluso de la significación de obras ineludibles de Chabás, como Italia fascista o Vuelo y estilo; la asumida creencia de que el joven escritor habitó un pueblecito marinero italiano con la ignorancia de que su monumento en Denia es de Joan Castejón a partir del busto que esculpió Moret; el mejor aprovechamiento de los “espacios habitados” de Chabás en los cuentos de Fábula y vida con la esquivez reservada a Literatura española contemporánea (1898-1950), erróneamente citada, pese a ser el trabajo historiográfico más emblemático del dianense y una de las realizaciones más ambiciosas del exilio republicano y, por extensión, de la España de posguerra. Ampliamente difundida en Cuba durante años, fue reeditada a mi cuidado en 2001, volumen que ni siquiera el arquitecto recoge en su deficiente bibliografía.

No debemos resignarnos a que la deshonestidad de autoría, intelectual si se quiere, en tanto que acto censurablemente indebido, vaya convirtiéndose en endémica a pasos de gigante en ámbitos académicos, y que alcance, aunque a título excepcional, al ámbito editorial. Hemos de ser intransigentes ante la apropiación de datos extraídos de investigaciones ajenas, en transcribir casi literalmente fragmentos textuales de otro autor para presentarlos como cosecha propia, o en utilizar documentos esenciales sin citar la fuente bibliográfica. En el caso que nos concierne: el testamento del escritor, su expediente académico y el de su participación en la Guerra civil, aún incompleto; el informe clínico de los últimos días del escritor; algunos versos inéditos y dibujos del dianense, que Fogo Vila presenta sin mencionar el archivo del que proceden…  E incluso hace suya alguna suposición, o equivocación, de quien esto suscribe. O cita erróneamente trabajos de mis doctorandos. La retahíla podría dilatarse. Lástima que todo esto empañe el descubrimiento de unas cartas de Juan Chabás a Joan Estelrich y algún que otro acierto estimable, como sus notas sobre el período del escritor en Cataluña.

Atentando contra la más elemental deontología al no precisar en el discurso las fuentes, el lector podrá pensar que todo es el resultado de las pesquisas del autor cuando en verdad no es así. El ardid no se disimula mencionando al final la referencia en la bibliografía: los estudios Juan Chabás y su tiempo (1992) y Juan Chabás. De las vanguardias al exilio (2001), por ejemplo, o las introducciones a obras reeditadas del dianense.

Juan Chabás a los setenta años de su muerte en el exilio

Juan Chabás a los setenta años de su muerte en el exilio

La credibilidad y la rectitud deontológica se imponen como atributos esenciales del código ético del trabajo investigador. De otro modo se conculcará la integridad científica, entendida como proceder honesto, franco y veraz en la utilización de datos ajenos, incluso más allá de la mera actividad académica o en cualquier transmisión de conocimiento. Omitir la referencia del dato, directa o indirectamente, desacredita a todas luces la investigación y quiebra los principios de la deontología y de la propiedad intelectual.

Nadie pondrá en duda la conveniencia de abogar por el “legado abierto” de Juan, ni la existencia de un archivo de pública consulta, que bajo mi nombre se encuentra en Denia, en el Aula Juan Chabás y Aída Valls del Museo Etnológico, desatendida por un arqueólogo municipal durante años, hasta ser suspendido en sus funciones, tras sentencia del TSJ de la Comunidad Valenciana, según publicó en su día elDiario.es, y de cuya íntima amistad se precia públicamente Fogo. Es obligación institucional velar por la conservación del legado como afán de recuperación de la memoria democrática, la del estudioso analizarlo con honestidad, pulcritud científica bien documentada y propias valoraciones críticas. Las guías sobre lugares relacionados con la vida y obra de un literato o un artista tienen su mérito, siempre y cuando su autor respete la sobredicha honradez intelectual. Saque el lector sus propias conclusiones. El arquitecto más lego del mundo sabe que un edificio se sustenta sobre sus cimientos y que si se socavan se desmorona. 

* Javier Pérez Bazo es catedrático de Literatura española de la Universidad de Toulouse.

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