‘Miguel’, de Federico Jeanmarie

Pablo Bonet

MiguelFederico JeanmarieAnagramaBarcelona2003

Miguel es la autobiografía ficticia de Cervantes, un hombre genial, singular, un aventurero de la vida y de las letras y del que siempre se dice que de haber nacido en otra patria, hubiera sido tratado como se merece: como uno de los grandes escritores de la historia de la literatura. Federico Jeanmarie, escritor argentino, estudioso de Cervantes y su obra, escribe una biografía del autor del Quijote en la que desde el principio logra transportarte al siglo XVI español. Un texto con un lenguaje de la época, cuidado, exigiendo un lector capaz de darle un sentido crítico y estético. Un lector activo que capte la sagacidad de la novela, entre la fina ironía de Cervantes revelando su vida y el lugar que ocupa un personaje como él en la España de truhanes, buscavidas y malos gobernantes del XVI.

Federico Jeanmarie escribió después de veinte años de estudio Una lectura del Quijote (Seix-Barral, 2004), un ensayo que lo confirmó como uno de los mejores especialistas y lectores de Cervantes, por eso es tan verosímil Miguel, porque mezcla los datos históricos verdaderos con lo que pudo haber sido el alucinante deambular del propio Cervantes por su propia vida, siempre crítico consigo mismo, siempre atribulado de su propia mala suerte pero con un humor optimista propio de una mente brillantísima.

Miguel narra la autobiografía de Cervantes cuando con 68 años, intuyendo la muerte cercana, decide escribir a su hija Isabel, a la que nunca pudo acercarse demasiado por ser fruto de una relación con una mujer casada, ni tener una relación profunda con ella. Una vida de muchas penurias contada con humor ya desde el primer pliego, donde el escritor expone con humor su propia concepción, ya que su padre era un hombre de ideas fijas, “imbuido como estaba en su ciencia”.

Tras una niñez de penosos viajes, grandes acontecimientos regios y fascinación por la excéntrica personalidad de su abuelo (el culpable de su afición a los libros por su legado), la andadura de Cervantes transcurre en medio de problemas y dificultades sin cesar: enrevesados amoríos, duelos y huidas, señores que se aprovechan de él, que urgen sus favores, guerras terribles con la Armada Invencible y lúgubres prisiones. Cuando por fin se instala definitivamente en la villa de Madrid, sufre los vaivenes de la vida de escritor, con múltiples penurias económicas y familiares que, sin embargo, no le desaniman a la hora de instruir a su hija con agudas recomendaciones, consejos estéticos, sentencias y pareceres sobre la vida e incluso recetas culinarias. Un manual sobre la vida atribulada de un hombre extraordinario.

El abuelo, el licenciado Juan de Cervantes es un personaje clave en el devenir de Miguel. Lo toma como aprendiz y le lega sus libros antes de morir. Después viajará con su padre hasta Toledo a la edad de doce años, donde asistirá a la boda entre Felipe II e Isabel de Valois, narrada en un tono casi satírico. Al joven Miguel le asombran las costumbres españolas, le gusta pasear solo y observar a la gente. Pronto se aficiona al juego gracias al novio de su hermana que le enseña “cantidad de triquiñuelas y de pases”, viaja hasta el Madrid de Felipe II que está construyendo El Escorial, en una huida permanente por las deudas que su padre va dejando. Cervantes ya se queja de su suerte desde que tiene dieciocho años. A esa edad le acoge en su escuela el maestro López de Hoyos, conoce su primera relación en una “casa de mancebía”, se hace amigo de la joven meretriz y en un desencuentro con su chulo, lo hiere de una puñalada y tiene que huir para no perder la mano. Huye a Levante, se traslada a Roma donde es elegido secretario del cardenal Aquaviva, pero cuando éste intenta tener una relación con él de “determinado frote y masajería”, Miguel hace el petate y se enrola junto a su hermano Rodrigo a luchar contra el turco. Cervantes escribe su historia con el humor de un perdedor, parte a Lepanto donde le quedará una mano maltrecha, narrando el estado de los soldados abandonados a su suerte como él mismo en Argel, donde estuvo varios años cautivo aunque intentó escapar hasta en cuatro ocasiones sin suerte. Vuelve por fin a Madrid y nos habla ya de literatura, de La Galatea, la novela pastoril que más aprecia, es maestro y gasta los dineros que recibe por sus obras en tabernas y en su triste familia. Viaja a Portugal sin encontrar fortuna, aunque entiende que debe vivir de su pluma, nace su hija Isabel, concebida con la mujer de un tabernero y marcha a Esquivias donde conoce a una joven dama insulsa, Catalina, con la que acaba casado y escribiendo entre aventuras y desventuras su preciado Quijote. Viaja a El Escorial con El Greco, del que es amigo. Se hace cargo finalmente de su hija Isabel cuando muere su madre, pero vuelve a alejarse, es preso en Sevilla y después conoce a Lope de Vega y a Quevedo, a los que presenta su Quijote que, por fin, verá la luz impreso en 1604, con gran éxito e impresión a millares pero sin dineros para el autor. Estas son una parte de todas las disparatadas e intensas andanzas de un escritor irrepetible que encontraremos en Miguel.

Cuenta Jeanmarie sobre la obra del escritor de Alcalá de Henares, que el gran mérito de Cervantes fue escribir con una materia prima como el lenguaje del siglo XVII, un idioma que todavía no estaba fijado en su grafía. Cervantes escribe en el momento de mayor movilidad de la lengua, sabía que el castellano de su época era una mezcla aún, pero decide mostrarlo. En ese sentido, Cervantes llevó el castellano a su máxima expresión y define esa relación para siempre: el verdadero escritor escribe para sí mismo, está solo en su arte, mientras que el escritor que escribe libros para el público andará siempre con el público en sus inmediaciones, no le quedará otro remedio, se deberá a sus caprichos. El renglón cervantino siempre quiere estar en el siguiente. No puede pararse. Como ocurre con su propia vida. Otro ademán absolutamente moderno es que en todo momento, la escritura de Cervantes preferirá que la imaginación de cada lector complete el hueco descriptivo que deja el texto. Es así en el Quijote y en la mayoría de sus obras. Toda una modernidad narrativa. Y ese es el logro de este libro, acercar en una fabulosa autobiografía la vida de Cervantes y su época a cualquier lector que desee conocer a un hombre extraordinario y su tiempo, con una verosimilitud del relato que lo hace creíble y que juega con la ficción y la realidad, con todo el rigor narrativo pero sin desdeñar las licencias de la ficción. Una novela que parece escrita por el propio Cervantes, el primer escritor moderno de la historia.

*Pablo Bonet Ayllón es librero de guardia en la librería Muga (Avda. de Pablo Neruda, 89. Madrid). Pablo Bonet Ayllón

MiguelFederico JeanmarieAnagramaBarcelona2003

Más sobre este tema
>