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‘Una niña está perdida en el siglo XX’, de Gonçalo M. Tavares

'Una niña está perdida en el siglo XX', de Gonçalo M. Tavares

Mónica Vidiella

Una niña está perdida en el siglo XXGonçalo M. TavaresSeix BarralBarcelona2016

“El azar, lo que le sucedía, definía su camino: como si su destino no estuviese en él, sino en cada persona con la que se cruzaba”. La última novela de Gonçalo M. Tavares (Luanda, Angola, 1970), Una niña está perdida en el siglo XX (cuyo título original es Uma menina perdida no seu século à procura do pai, 2014), que la editorial Seix Barral ha publicado recientemente en castellano, traducida del portugués por Rosa Martínez Alfaro, nos toma de la mano y nos invita a un viaje. Un viaje por un siglo en el que, a menudo, avanzar requiere detenerse.

Marius, un hombre misterioso que huye de algo que desconocemos, se encuentra por azar a Hanna, una niña con síndrome de Down, que dice buscar a su padre. La fragilidad de Hanna hará que Marius decida acompañarla y emprenderá junto a ella un viaje iniciático que los llevará a Berlín, y durante el cual conocerán a una serie de extraños personajes que les harán (y nos harán) reflexionar: sobre el tiempo, sobre la memoria, sobre el miedo y sobre la necesidad de aferrase a algo que quizá hemos perdido o no hemos encontrado nunca.

La fragilidad de Hanna, a medida que avanza la novela, se convierte en la fortaleza de los que la rodean. Su inocencia hace mejores a aquellos a quienes, desinteresadamente, sonríe, a aquellos en quienes confía, ingenua, consciente de su necesidad de los demás.

Y nosotros, lectores, descubrimos que también somos Hanna, la niña perdida, y que, como ella, necesitamos a los demás para llevar a cabo nuestro viaje. Somos Hanna y somos Marius, cuyos miedos necesitan de la mano de Hanna; y somos Fried Stamm, que busca hacer una revolución pegando carteles con el único propósito de que, para mirarlos, la gente se detenga unos segundos; y somos Vitrius, el quijotesco anticuario; o Terezin, guardián de los textos judíos del siglo XX; o la pareja que regenta un hotel, alegoría del Tercer Reich, que necesitan evitar que la historia caiga en el olvido.

Tavares publicó su primer libro, de poesía, bajo el título Livro da dança en 2001, y a partir de ese momento, algunas de sus obras como Jerusalén (2005), Aprender a rezar en la era de la técnica (2007), Un viaje a la India (2010), o El barrio (2015), han recibido algunos de los premios más prestigiosos y el reconocimiento unánime de la crítica. La obra de Tavares es difícilmente clasificable, con un estilo que ha sido calificado de original y sorprendente, que rompe las barreras de los géneros y se caracteriza por la fragmentación.

Una niña está perdida en el siglo XX podría dividirse en cuentos, en fragmentos que forman parte de una historia común que ofrece a los lectores la capacidad de la ambigüedad, la posibilidad de darle a esa historia múltiples interpretaciones. El autor ha afirmado en más de una ocasión que ese es uno de sus objetivos al escribir: “La lectura no consiste solo en leer un texto, sino en levantar la cabeza, ahí empieza realmente buena parte de la creación. Si el libro es muy exhaustivo, didáctico, explicativo, no queda nada para el lector. Pero si una frase tiene una intensidad que nos hace levantar la cabeza, empieza algo que te lleva a imaginar, a asociar”.

El planteamiento fragmentario de esta novela, en la que un narrador externo y un narrador en primera persona se alternan sin previo aviso, nos hace regresar a la realidad con otra mirada. Con la mirada franca de Hanna, capaz de contagiar al mundo y de vencer con su bondad la funcionalidad y la violencia que caracterizan el tiempo que le ha tocado vivir, la mirada de Terezin, que nos habla de la necesidad de desatarnos de las cadenas de lo material, o la de Vitrius, que, a través de su ojo rojo, nos habla de la necesidad de resistir.

Es una novela de miradas y es una novela de manos. Manos que se buscan, que se necesitan, que son el símbolo de una individualidad que, en el siglo en el que los personajes andan perdidos, y en el actual, es susceptible de desvanecerse en la multitud de la prisa, del egoísmo, de la violencia o del olvido. La novela de Tavares desprende humanismo. Sus personajes, destrozados por una guerra, cada uno desde su historia individual , siguen creyendo en la necesidad de salvar la memoria colectiva. Y solo así es posible avanzar en el viaje.

*Mònica Vidiella es profesora de Literatura.Mònica Vidiella

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