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Olvido es nombre de mujer

Nieves Álvarez

Crónicas de Olvido

Graciela Baquero

Genialogías

POESÍA debería escribirse siempre con mayúsculas, sobre todo cuando se trata de libros capaces de conquistar el tiempo y el espacio, abrir las ventanas de la emoción y comprometerse con la belleza y la alegría. Son muchos los poemarios que consiguen tales galardones: libros escritos por hombres y por mujeres, antes y ahora, ensalzados y olvidados, exitosos o condenados al ostracismo. La calidad no reside en los premios alcanzados, las veces que les citan los medios de comunicación o el número de ocasiones en las que se menciona su autoría. La calidad debe medirse en función del poder que tengan de conmocionar, hacer pensar, activar la memoria, devolver la ilusión por la vida o acercar a la muerte desde un lugar distinto.

Leer es uno de esos regalos que está a nuestro alcance. Los libros no son caros, en estos momentos cuesta más tomarse una cervecita en una terracita de Madrid (por muy libre que digan que es eso, me enerva escuchar pronunciar la palabra libertad en ese contexto), que comprarse un libro de buena poesía.

Cada vez que entro en una librería, voy a una presentación o a una feria, salgo llena de libros. Mi casa crece para albergarlos. Me gusta acariciarlos, aspirar su aroma, pensar en los momentos únicos que habrá dedicado el/la poeta. Leo entrando dentro de cada poema, de cada verso. A veces los leo más de una vez, incluso disfruto recitando en voz alta. La emoción me transporta a esos lugares en los que soy feliz. Y es que, al menos para mí, la felicidad tiene mucho que ver con momentos como esos.  

Justo eso es lo que me sucede con Crónicas de Olvido, de Graciela Baquero, que acaba de publicarse en la colección que Genialogías (Asociación Feminista de Mujeres Poetas) edita junto a Tigres de papel desde el año 2016. Dos títulos al año, dos joyas rescatadas del olvido, que no se han reeditado, que piden las universidades y solo conseguían en fotocopias, que deberían formar parte de todas las bibliotecas y de todas las aulas. En este libro Olvido es ella, una mujer que vive adentro y sale afuera para llenarnos de emoción.

Los poemas de Graciela Baquero tienen el aspecto de prosa poética, pero son poemas. Parecen microrrelatos, pero son poemas. Beben de la estética actual, pero se escribieron hace ya algunos años, y no es una moda, es una poesía enormemente llamativa.

Como se puede leer en la contraportada del libro, Pilar González España, su prologuista, afirma que, en Crónicas de Olvido, Graciela Baquero habla de los contrarios: "Tanto en la vida como en la poesía, los contrarios no están ni separados ni escindidos. En todo desdoblamiento, lo importante es el diálogo interno que se establece entre el uno y su doble: el uno al lado del otro, el uno frente al otro, el uno siendo el otro. ¿Cómo se aman, cómo se odian, cómo se superponen, cómo se poseen? Precisamente, el yo poético/cronista y Olvido forman un binomio perfecto imposible de separar. Nacen y mueren juntas y, sin embargo, nacen, ambas se dedican, a la vez, a la contemplación de las calles, a jugar y a perseguir, a huir, a hacer de madre e hija, hija y madre respectivamente; son hermanas que aman/odian a la madre, a la que llaman y reclaman porque las dos han sido abandonadas".

Una aventura increíble

Para terminar, quiero citar la primera estrofa del poema 40, en la que me reconozco y reconozco a todas las mujeres que he sido, madre, hija, abuela…, que seré y en las que encuentro a otras mujeres que conozco y admiro: "Basta con la memoria para hallarse en casa. Para reconocer el umbral en el cuerpo de la mujer primera, reconocer al hijo demasiado viejo, todavía la mano pintando bisontes en la cueva, el rincón amarillo donde el pan cuece, los siglos de los siglos, el intento de un vuelo, el sabor maduro de los que están por nacer".

Merece la pena leer la entrevista a la autora que realizó Isabel Navarro en septiembre de 2022 y que figura al final del libro. Es una autentica maravilla

Nieves Álvarez es escritora, poeta, investigadora y artista plástica.

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