Un título por cada año de tu vida: "Las películas viven contigo y forman parte de tu historia"
El árbol de la vida (Terrence Malick, 2012 en su versión extendida) al nacer, Las aventuras del príncipe Achmed (Lotte Reiniger, 1926) con un año o El circo (Charles Chaplin, 1928) con dos. Tres películas que todos deberíamos haber visto mientras vamos adquiriendo conciencia de nosotros mismos. ¿Quién engaño a Roger Rabbit? (Robert Zemeckis, 1988) con 10, La red social (David Fincher, 2010) con 25, El hombre que mató a Liberty Valance (John Ford, 1962) con 68 o Algo pasa con Mary (hermanos Farrelly, 1998) con suerte a los 96 años.
Podría valer, podría ser un plan perfectamente válido, pero en realidad lo importante no son tanto los títulos, ni tan siquiera el orden. Lo verdaderamente crucial y valioso es el cine en sí mismo. El séptimo arte como vehículo a través del cual no ya solo ver el mundo, sino comprender incluso nuestro pequeño papel en esta película de la vida que protagonizamos todos a la vez y por nuestra cuenta al mismo tiempo.
No en vano, a lo largo de la vida las personas disfrutamos, de media, de más de 5.000 películas, algunas de las cuales nos atraviesan sin dejar rastro, mientras otras nos pasan por encima dejándonos una profunda huella en el momento adecuado. A partir de esa premisa traza Alejandro G. Calvo (Barcelona, 1978) un recorrido vital universal que nos demuestra que siempre hay una historia en pantalla dispuesta a ofrecernos lo que necesitamos en cada momento.
"Cada uno tiene sus gustos, pero a todo el mundo le gusta el cine y todos tenemos una educación clave en nuestra vida a través de las películas, que nos descubren cosas, nos acompañan. Las películas viven contigo y forman parte de tu historia", plantea Calvo, periodista y crítico de cine al frente de Sensacine y Espinof y, a su vez, autor de Una película para año de tu vida (Temas de Hoy, 2023). Un libro que es una propuesta personal, justo por ello no necesariamente inamovible, en la que nos recomienda qué películas ver según la época vital en la que nos encontremos.
Un planteamiento similar al clásico películas que tienes que ver antes de morir, en definitiva, pero con el giro divertido de colocar una película por año tratando de darle un sentido a cada edad. "No es pueril la división por años, porque me meto un poco en la esencia de lo que me quiere contar la película y de lo que significa tener esa edad", explica a infoLibre el autor, conocido también por su faceta divulgativa como youtuber, quien en estas páginas explora, combinando erudición y relato personal, el hilo que conecta a Steven Spielberg con nuestros sueños, a David Lynch con nuestras pesadillas o a Jean-Luc Godard con nuestro gran amor.
Y lo hace, tal y como reconoce divertido, también "prevaricando", pues puede entender muy bien lo que es tener 44 años, como es su caso, pero no lo que es ser nonagenario. "Pero tenía muy claro que a los 80 años no iba a poner Cocoon o pelis protagonizadas por jubilados. ¿Qué puede ser más deprimente que ver eso si tienes esa edad? Al revés, supongo que les gustará más ver una película por ejemplo de Russ Meyer", reflexiona entre risas.
"Al final, hice un pacto conmigo mismo: de los 50 a los 70 iba a colocar aquellas películas que por corte generacional no habían podido entrar antes pero que considero que son súper importantes y que, por tanto, se pueden ver en cualquier momento de la vida", relata, añadiendo que a los 80 ha optado por el cine de autor radical. "Si has llegado a esta edad y no has visto a Sokurov, lo vas a ver ahora", bromea, señalando que para la última década de vida la elección ha sido de "comedias puras para divertirte, relajarte y no volverte a preocupar nunca más en tu vida".
Como buen cinéfilo, Calvo se adentró en el séptimo arte acudiendo de niño a cines de barrio barceloneses en los que, por ejemplo, pudo ver Taxi Driver (Martin Scorsese, 1976) con 12 años. "Pero yo no recomiendo a nadie ver Taxi Driver con 12 años, que quede claro", aclara con una carcajada, confesando que él lo hizo, se quedó "súper traumatizado" y ha "acabado siendo crítico de cine". "Así que no lo hagáis", insiste, concediendo que "las calificaciones por edades están para algo".
"Pero, dentro de ello, hay márgenes en los que se puede jugar, porque yo lo experimento con mis hijos. Creo que un chaval, sobre todo viendo los dibujos animados que se ven, sabe diferenciar perfectamente una peli que sea espectacular de superhéroes con súper poderes y no por eso va a saltar por la ventana pensando que puede volar. Opino que hay que cuidar mucho más el lenguaje, asuntos relacionados con el sexo o la violencia. Tampoco es Alien una película para ponerle a un niño de 12 años", reflexiona.
Habla con conocimiento de causa Calvo, quien sólo el año pasado vio exactamente 480 películas y se define a sí mismo como un "pesado" que no hace más que "empujar a la gente" a que vaya a los cines. De hecho, otra de sus labores es organizar ciclos en cines, en filmotecas y cinetecas o presentar películas por toda España. "Lo hago porque me encanta ver los cines llenos, la experiencia de ver una película en pantalla grande es absolutamente insustituible", subraya, para entonces lanzar una comparación un tanto radical pero que defiende sin dudar: "La diferencia entre ver una película en tu casa o verla en el cine es la misma que entre comer o ver una foto de comida".
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Por eso, rememora con cierta tristeza que todos los cines de barrio a los que él iba de chaval hayan ido desapareciendo, "primero por la reconversión de salas a multisalas y luego porque los multisalas cerraron todos". "Es dramático, es algo que se tenía que haber cuidado mucho más a nivel institucional, aunque sean empresas privadas hay que proteger de alguna forma las salas de cine. Pero, a pesar de todo, siguen existiendo y siempre van a seguir existiendo, porque no es lo mismo ver una peli en tu casa que verla en el cine", reitera.
Sin embargo, en contra de lo que pudiera parecer, se muestra optimista principalmente por el interés en el cine de los más jóvenes, su principal público, que responde estupendamente a sus iniciativas: "Una de las experiencias más bestias que tuve el año pasado fue poner Arrebato en el Cine Paz de Madrid y llenar 400 butacas con estudiantes. Eso es increíble porque esa peli tiene 40 años y era gente que no la había visto".
Afirma desde su propia experiencia en primera persona, por tanto, que la tradición de ir a ver películas al cine en pantalla grande "va a seguir existiendo". "Yo voy con mis hijos una vez al mes y para ellos es un día súper especial", cuenta, dejándose llevar un poco por cierta jovial y entendible emoción: "Esa tradición es mucho más bonita que ver la tele en casa en familia, que también es bonito, también lo disfruto con mis hijos, pero la experiencia de ir al cine es algo precioso. Cuando éramos jóvenes, si tenías una cita con una pareja te ibas al cine. Eso es lo que se hacía porque no hay nada más romántico que ir al cine. ¿Una cena? Mentira. El cine es más romántico. Además, yo no conozco a nadie que no le guste el cine. 'No, no me gusta, yo no veo películas', no, qué va, yo no conozco a nadie que diga eso".