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Club de lectura

Más allá del protagonista

El quinto en discordia, de Robertspm Davies.

Chary Arbolí

Los clubes de lectura forman un tejido muy importante en la vida cultural. Les dejamos esta sala para que comenten sus lecturas y nos ayuden a componer nuestra biblioteca. Si formas parte de un club de lectura, puedes escribirnos a losdiablosazules@infolibre.es para contarnos vuestra historia y hacernos llegar vuestras recomendaciones.___________________________________

El quinto en discordiaRobertson DaviesPrólogo de Valentí PuigTraducción de Natalia CerveraLibros del AsteroideBarcelona2006El quinto en discordia

 

Esta novela ha sido la primera lectura de la nueva temporada del Club de Lectura Punto, perteneciente a la biblioteca de Sanlúcar la Mayor, en Sevilla. Su autor, Robertson Davies (1913-1995), es uno de los más importantes escritores canadienses del siglo XX, que además fue candidato al Premio Nobel de Literatura en varias ocasiones. Su obra narrativa está agrupada en trilogías, aunque las novelas pueden ser leídas de manera independiente. La más aclamada de ellas fue la Trilogía de Deptford, cuya primera entrega es precisamente el libro que nos ocupa.

La novela fue publicada en Canadá por primera vez en 1970 y arranca con la definición que hace Davies del quinto en discordia: "Dícese de aquellos personajes que sin ser el héroe o la heroína, pero tampoco el confidente o el villano, son igualmente importantes para el desenlace de la trama. Dicha denominación comenzó a utilizarse en las antiguas compañías de teatro y de ópera para referirse al actor que encarnaba estos personajes". Esto es algo muy significativo que no olvidamos mientras leemos la vida de su protagonista, Dunstan Ramsay, un modesto profesor que al final de su carrera profesional escribe su propia biografía partiendo de un hecho fortuito ocurrido en su infancia que tendrá consecuencias imprevisibles: una bola de nieve que golpea a la persona equivocada. Este hecho ingenuo marcará para siempre a quienes lo desencadenaron, siendo Ramsay el hilo conductor de los personajes principales.

En nuestra tertulia comprobamos que  la mayoría de los lectores coincidíamos en la maestría narrativa del autor y el interés que suscita la historia porque a través de sus páginas pudimos reflexionar sobre temas trascendentales como el destino, el carácter, y la línea que los separa del azar. La trama es asombrosa porque de la historia principal parten numerosos episodios y sucesos que consiguen mantener nuestro interés, particularmente la muerte en extrañas circunstancias del magnate canadiense llamado Boy Staunton, amigo de Ramsay.

Morir no es heroico, lo heroico es vivir

Morir no es heroico, lo heroico es vivir

Davies mezcla la tradición con la modernidad tratando diversos asuntos con bastante acierto y verosimilitud. Su retrato de la Primera Guerra Mundial es emotivo y apasionante: “La guerra no había servido para hacerme crecer”. También nos introduce en el mundo del circo, la magia, las vidas de santos, la convivencia de varias  religiones… Y, aunque bromea con la realidad, es muy respetuoso también con ella. Algunas lectoras se quejaban de que eran demasiados los temas tratados y esto distraía un poco el argumento. Es cierto que El quinto en discordia no puede leerse deprisa, porque aunque sea de lectura fácil es una novela profunda que bucea en el alma humana, y esto es lo más atractivo para el coloquio del club. Cada persona interpreta lo leído según sus propias vivencias y aporta una visión particular de los hechos según su particular psicología. Conversamos sobre la importancia de los actos y sus consecuencias, sobre el destino y el azar, sobre las circunstancias personales que rodean nuestras vidas, sobre el paso del tiempo, la religión, la vejez… Una charla muy entretenida y productiva porque siempre aprendemos algo.

A destacar también  cierta melancolía que rezuma de sus páginas mezclada con un sentido del humor, a veces agrio, pero muy acertado y autocrítico. Por último mencionar que Robertson Davies fue hombre de teatro, y eso se nota a menudo en el libro. Finalizo con una máxima que aparece en la novela: “Una de las crueldades del teatro de la vida: todos pensamos que somos protagonistas, y cuando se hace evidente que somos simples personajes secundarios o figurantes, raramente lo reconocemos”.

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