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'Rapsodia en rojo y negro', de Emilio Ballesteros

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Carmen Canet

Rapsodia en rojo y negroEmilio BallesterosEditorial NazaríGranada2016Rapsodia en rojo y negro

Rapsodia en negro y rojo

es la última entrega en la trayectoria literaria de Emilio Ballesteros (Albolote, Granada), en donde el oficio de escribir queda patente. Su condición de profesor, poeta, dramaturgo, ensayista, crítico literario y director de la revista de literatura Alhucema se aúnan y dan como resultado este libro por el que, con un tono conversacional, desfilan los más interesantes personajes que vivieron y que nos acercan a la sociedad española de las primeras décadas del siglo XX, en un homenaje a la Generación del 27.

Se trata de una historia que se presenta y se desarrolla en una tertulia literaria en un café de Madrid. Allí se reúnen amigos, escritores, toreros, músicos, actores para debatir sobre la vida, la historia, la literatura, los toros, la música, todo lo que representa y viven los ciudadanos de aquella España y de aquellos años que vivieron una época compleja y convulsa, en la que luchó la ya mencionada Generación del 27, denominada por su brillantez intelectual la Edad de Plata, de gran influencia, como sabemos, en la literatura y en todas las generaciones posteriores. Es muy importante el didactismo de este relato largo.

A modo de lección de historia, y repleto de literatura donde la ficción y la realidad se entremezclan, nos encontramos con unos diálogos y monólogos estructurados en 20 capítulos, cuidadosamente presentados por un camarero entrañable, Emilio —guiño que, como aclara Emilio Ballesteros en la dedicatoria de este libro, está dedicado a su padre, fue camarero en  un bar de Bibrambla, cuando Lorca asistía a las tertulias de entonces en Granada— y el torero Ignacio Sánchez Mejías, amigo de García Lorca y que, tras su fatídica muerte en los ruedos, Federico inmortalizó en su prodigioso poemario Llanto por Ignacio Sánchez Mejías. Este libro está escrito en tono coloquial, entre estos dos personajes centrales que tienen de fondo una figura que siempre habita en ellos, y que es  Federico García Lorca.

También habita la muerte, el amor, la tragedia y  la pasión, con un ritmo y una música de rapsodia. Los relatos a modo de piezas independientes están construidos tras una gran investigación que ha realizado Ballesteros sobre los estudiosos de la época, que aparecen citados en la bibliografía que nos detalla al final del libro. Contiene fragmentos literales de algunos personajes, escritos con un tono narrativo y poético. Así de una manera cercana, en tono amistoso, nos presenta el autor esta novela cuyas páginas recorren la música, lo popular, la tragedia y las pasiones humanas. De una manera sencilla nos va contando y fotografiando el ambiente de las tertulias de la época. Con la misma amabilidad que atiende el camarero a sus ilustres clientes, así de amables son las descripciones que hace de estas historias repletas de nostalgia y emociones. Con aire poético y  simbólico,  con un lenguaje rico en metáforas, comparaciones y contrastes.

Están, por un lado, los monólogos del camarero, un hombre profesional y bueno, con afán de aprender y sobre todo de escuchar, embobado por estos tertulianos. Cuenta, entre otros, sus recuerdos de la visita de Neruda, que lleva y presenta al joven Miguel Hernández, de la de Ortega y Gasset, Unamuno, Gómez de la Serna, pero sobre todo se emociona con lo que cuentan Federico e Ignacio. Le llaman mucho la atención sus extravagancias, sus ideas vanguardistas. Por otro, están los de Sánchez Mejías, y entre los numerosos temas que trata no faltan las reflexiones sobre el mundo del toro, el arte de morir, el arte de la vida, y sobre el ser humano. Hay dos tipos de letras que se alternan cuando habla el camarero y el torero, una tipografía sencilla la del primero, más singular la del segundo. Todo está medido.

El tema de la mujer en un mundo de hombres, por la época en la que está situada la novela, tiene un papel secundario. Sin embargo aunque sean pocas, tenemos la presencia en las tertulias de la filósofa María Zambrano, de la cantaora La Argentinita, y  de Marcelle Auclair, mujer de Jean Prevost. Se cita a otras como Pardo Bazán, Dulce María Loynaz y Margarita Xirgu.

Aquí hay constancia de la caricatura de la vida. Nos da las claves de esa época. Nos hace vivir el entusiasmo, el ardor, el bullir de esos años. Nos hace protagonistas, bien de la mano del camarero, bien de la mano de Ignacio. Emilio Ballesteros con su escritura y con sus personajes nos ha rememorado y transportado al Madrid de Luces de bohemia de Ramón del Valle-Inclán, a las tertulias de La colmena, de Camilo José Cela, a la Barcelona de Juan Marsé y de Eduardo Mendoza.

Lo didáctico de este libro es imprescindible, no solo para que el lector adulto recuerde de esta manera tan real nuestra historia y que no caiga en el olvido, sino para que sea un acercamiento para los jóvenes lectores, toda una lección de historia y de vida de los grandes que tanto han influido en nuestra historia actual y que no debemos sino rescatar. Nos representa magistralmente el teatro de la vida, el combate que es esta. Una lucha en rojo y negro, donde la pasión y el drama van de la mano pero envueltas con la caricia de la palabra, con ese sabor amargo que Emilio Ballesteros convierte con su escritura en una ironía sutil que nos hace sonreír.

*Carmen Canet es escritora. Su último libro, Carmen CanetMalabarismos (Valparaíso, 2016).

 

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