Olas
Carmen Canet
La Isla de Siltolá
Sevilla
2020
Tras el libro de amanecida Malabarismos (2016), el trayecto de Carmen Canet, doctora en Filología Hispánica, crítica y ensayista, muestra una sostenida vocación aforística, no solo en su labor personal representada en Luciérnagas (2018), La brisa y la lava (2019) y Cóncavo y convexo (2019), trabajo común con el poeta, editor y aforista Javier Bozalongo, sino también en la coordinación editorial de indagaciones críticas en torno a las obras de Luis García Montero y Dionisia García. Con Olas retorna al decir breve, como si la fidelidad paremiológica constituyese la columna vertebral de su taller.
Aunque nacida en Almería, Carmen Canet ha cristalizado como escritora en Granada, donde desempeñó la mayor parte de su actividad docente y donde ha sido activa dinamizadora del clima cultural desde los años ochenta, cuando se gestaba en la ciudad de la Alhambra la experiencia estética de la Otra sentimentalidad. Por eso resulta tan oportuna la mínima meditación, entrañable y cercana, de la poeta Ángeles Mora en contraportada: "Una primavera juguetona o melancólica atraviesa estas páginas con su luz. Como olas que van y vienen, como lluvia fina que cala, recibimos estas reflexiones, crudas o tristes, a veces o irónicas, alegres, sobre la condición humana". La ineludible senda de lo transitorio produce la impresión del cambio continuo. Como escribiera Henry James, existir es caminar con la retina dispuesta a la percepción. Escuchar el rumor que nos dicta la voz del tiempo para crear alrededor un espacio de contemplación. Desde ese mirador el pensamiento que observa constantemente libera sus hábitos. Despliega la tarea de abarcar un cúmulo de elementos dispersos en torno a la identidad del yo para que la conciencia, siempre premiosa y meditativa, ensaye escaladas reflexivas.
Canet recobra el mar como ámbito semántico para matizar los vértices organizativos del conjunto en cuatro apartados: "Ondulaciones", "Orillas", "Espumas" y "Alta mar", y añade la nota afectiva de "Olas dedicadas". De este modo, la superficie azul se enriquece con los indicios de una realidad simbólica. La aforista ubica en el umbral de sus breves dos puertas del arte literario: Michel de Montaigne, moralista francés de contradictoria suerte biográfica, que aporta esta escéptica evocación de la nostalgia: "La vida es ondulante"; y Virginia Woolf, imprescindible icono del feminismo intelectual que unifica, como si construyera un diario íntimo, el testimonio biográfico y un quehacer que no tergiversa sino que concede un nuevo sentido a la experiencia vital. La vocación literaria es una manera de salir de uno mismo, una reivindicación del espacio personal como derecho a una habitación propia.
Queda, por tanto, con luz de amanecida la filiación existencial de esta escritura, que hace del trayecto cotidiano su molde meditativo: "La vida es una historia con olas. De encuentros y desencuentros, de llegadas y despedidas, de idas y venidas, de subidas y bajadas. De mareas altas y bajas", "El tejido de la realidad debería ser de seda de colores con transparencias", "La vida conmueve y los sentimientos mueven".
Aunque los aforismos no tienen sexo, pronuncian fuerte su estela de motivos y causas que resaltan las imperfecciones de la vida social en la igualdad de géneros y en el desempeño de roles lastrados por los prejuicios históricos de una tradición misógina y por las convenciones: "Muy triste que las cuestiones de invisibilidad de las mujeres algunos no las quieran ver", "No sé, pero las mujeres con la edad nos vamos pareciendo cada vez más a nuestras madres, física y psíquicamente", "Una mujer de tu casa". Estas situaciones que se prolongan en el tiempo incrementan el sesgo meditativo de "Orillas", que gira en torno a sentimientos como el amor, la soledad, el destino personal o los itinerarios de lo cotidiano.
Con una clara sensación de continuidad, los textos de "Espumas" y "Alta mar" tantean la levedad expresiva, esa cresta nevada y casi intangible que corona las olas y se funde, como lluvia cursiva, con el tacto de arena. También se mantiene la parquedad temática, incluso cuando el aforismo vuelve los ojos hacia sí mismo, como estrategia literaria, para dar coherencia a su brevedad: "Cuando el lenguaje pierde los matices y la honestidad, hay que acudir a la gramática de la verdad de la vida", "La caligrafía, como la vida, va cambiando: al principio es más redonda, luego se vuelve picuda, al final está más afilada y abierta", "Al aforismo le viene bien tener pérdidas", "Los aforismos siempre dejan recados en sus frases. Y nos gusta".
Ver másTeoría y práctica del aforismo
La escritura aforística de Olas rehúye los elementos digresivos. Se fortalece en torno al esqueleto semántico de una sensibilidad que hace introspección sobre lo cercano. En ella encuentra cauce la comprensión de una realidad reconocible y próxima, que enlaza con las señas de identidad de nuestro tiempo. Cada aforismo se basta para enfocar una sensación, un enunciado de la inmediatez que se inscribe en el tiempo de la confidencia personal y en su presente continuo. En compartir con el lector la buena gastronomía de una conversación en su punto.
_____
José Luis Morante es poeta. Su último libro es Ahora que es tarde (La Garúa, 2020).
Olas