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Siete apuntes sobre 'Drácula' que quizá te gustaría saber

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La novela de Bram Stoker es una obra inabarcable. Ahora que se cumplen 120 años de su aparición, desde Los diablos azules hemos decidido celebrarlo con un dossier especial dedicado a esa fascinante narración titulada Bram StokerDrácula

Alejandro Lillo, especialista en la novela, comenta aquí un conjunto de anécdotas y misterios que aún persiguen a la creación de Bram Stoker. David Montesinos nos ofrece, desde el pensamiento filosófico, una perspicaz lectura de Drácula y Nietzsche. Antonio Ballesteros, experto en literatura fantástica victoriana, reflexiona sobre lo femenino en NietzscheAntonio Ballesterosreflexiona sobre lo femeninoDrácula y su poder transformador. Por último, Justo Serna, especialista en historia cultural, centra su atención en Jonathan Harker y en su concepción de la verdad. Cuatro enfoques diferentes para una historia que significó un antes y un después en nuestra concepción del terror, pero que también ha transformado nuestra noción de la muerte y el deseo. Apenas una muestra de la riqueza de una obra que podemos considerar ya un clásico de la literatura universal.Justo Serna,centra su atención en Jonathan Harker

______________________Drácula

es una novela escrita por Bram Stoker aparecida a finales del siglo XIX, hace ahora 120 años. Su publicación ha marcado un hito en la literatura de terror. Tanto es así que ha contribuido de manera importante a que la figura del vampiro se haya convertido en uno de los mitos más sugerentes de la modernidad. Poco importa no haber leído la novela: todos sabemos con lo que va a encontrarse Jonathan Harker en ese lejano castillo de los Cárpatos. Sin embargo, aunque conozcamos a grandes rasgos la trama de la narración, hay aspectos que quizá no son tratados habitualmente cuando se habla de Drácula y su historia. He aquí una pequeña muestra –tan solo siete apuntes–, de algunas curiosidades y ciertos malentendidos generados por una novela convertida ya en un clásico de la literatura contemporánea. Y que, pese al tiempo transcurrido, conserva todo su magnetismo.

1. ¿Cuándo se publica la novela?

Con esta sencilla cuestión asistimos al primero de los misterios. Aunque parezca sorprendente, desconocemos la fecha exacta de la publicación de Drácula. Su primera edición, encuadernada en tela de color amarillo-mostaza y con letras rojas, debió salir a la venta entre finales de mayo y principios de junio de 1897. Muchos estudiosos consideran el día 26 de mayo como la fecha más probable. Sin embargo, las fuentes que pueden aclarar ese extremo (correspondencia privada y libros de memorias), ofrecen informaciones contradictorias. Lo que sí se sabe es que el contrato firmado entre Stoker y la editorial Archibald Constable and Co. tiene fecha del 20 de mayo de 1897. También que la tirada fue de 3.000 ejemplares, una cantidad no muy elevada para la época. Aunque existen otras versiones de la obra, en 1901 se publicó una edición de bolsillo. El contenido de la narración original se redujo aproximadamente en unas 25.000 palabras. La cubierta también varió: la composición amarilla y roja dejó paso a una ilustración de Drácula descendiendo por los muros de su castillo. Dicha imagen se convirtió en una de las portadas más famosas de la novela.

2. ¿El personaje de Drácula se inspira en Vlad el Empalador?

Gracias a las notas que Bram Stoker tomó durante el proceso de elaboración de su trabajo, sabemos que el nombre que inicialmente había pensado para su vampiro era el de Count Wampyr. También sabemos, siguiendo lo analizado por Elizabeth Miller, que la primera vez que Stoker lee el nombre de Drácula es en un libro que toma prestado de la biblioteca pública de Whitby durante el verano de 1890. El ensayo, escrito por William Wilkinson en 1820, se titulaba Consideraciones sobre los principados de Valaquia y Moldavia. En dicho volumen solo se habla de un individuo llamado Drácula. Nunca surge el nombre de Vlad o de Vlad Tepes, y en él tampoco se asocia a Drácula con el castigo del empalamiento. De hecho, la narración de Stoker no incluye ninguna referencia al empalamiento, una de las características más memorables y llamativas de Vlad Tepes. ¿Por qué el novelista no aludió a esa cruel técnica de ejecución que tan bien hubiera casado con la trama de Drácula? Pues simplemente porque no conocía la historia de Vlad el Empalador. Stoker tan solo encontró un libro interesante en una biblioteca municipal y tomó de allí lo que había, sin importarle mucho los errores que pudiera contener. Él, al fin y al cabo, buscaba ideas para escribir una novela, no un tratado histórico. No existe ningún documento que demuestre que Bram Stoker conocía la existencia de Vlad Tepes en el momento de escribir su novela. La creación de Drácula, por tanto, no pudo inspirarse en el príncipe valaco.

3. ¿Fue Drácula un éxito inmediato?

En el momento de su aparición, la novela de Bram Stoker tuvo una recepción discreta. Las reseñas de la época hablaban de fallos en el arte narrativo, de caracteres estáticos y de unos diálogos que se prolongaban en demasía. Aunque en ningún momento dejó de editarse, la novela sobrevivía sin pena ni gloria. Su auténtico éxito llegó en 1924, varios años después de la muerte de Stoker. Ese año el dramaturgo Hamilton Dean apostó por trasladar la novela a las tablas. Aunque la trama simplificaba bastante el texto original y obviaba las partes más espectaculares de la historia, su éxito en Inglaterra fue apabullante. En 1927 la representación se trasladó a Nueva York, causando gran impacto entre el público norteamericano. El intérprete encargado de dar vida a Drácula fue Bela Lugosi, por entonces un actor desconocido. La obra estuvo varios años más de gira por los EE. UU. antes de ser adaptada, en 1931, a la gran pantalla, logrando de nuevo un impresionante éxito. Aquello fue lo que impulsó el éxito de la novela. Hacia finales de la década de 1920 se vendían unos 20.000 ejemplares al año. Había nacido un mito.

4. ¿A cuántos idiomas se ha traducido?

La primera traducción de Drácula, recientemente descubierta por la bibliófila Simone Berni, es la edición húngara, aparecida en 1898. Tras ella viene la islandesa (1901), la rusa (1902), la alemana (1908), la checa (1919), la francesa (1920) y la eslovaca (1922). Habrá que esperar hasta 1933 para que aparezca la versión gaélica-irlandesa de la novela (recuérdese que Bram Stoker nace en una localidad muy próxima a Dublín). Al castellano se traduce dos años después, en 1935. Ediciones Hymsa la publica en Barcelona dentro de la colección La novela aventura, concretamente en sus números 90 y 91. Drácula, poco a poco, ha ido colonizando todos los rincones del planeta. Se ha traducido también al chino, al danés, al estonio, al finés, al flamenco, al griego, al hebreo, al indonesio, al japonés, al coreano, al lituano, al malasio, al noruego, al polaco, al portugués, al rumano, al sueco y al ucraniano.

5. ¿Cuál fue la primera adaptación de Drácula a la gran pantalla?

Si bien la primera versión oficial de la narración es la efectuada en 1931 por Universal Pictures, existen dos películas anteriores basadas, de alguna manera, en la obra de Stoker. La primera es un filme húngaro de 1921, hoy desaparecido, titulado La muerte de Drácula. Dirigido por Karoly Lathjay, parece que el argumento no tenía mucho que ver con la trama ideada por el novelista, aunque sí con el nombre de su personaje principal. Poco tiempo después, en 1922, un joven alemán llamado F. W. Murnau, realizó otra adaptación de la novela al cine. Sin embargo, al negarse a pagar los derechos de autor fue denunciado por Florence Balcombe, la viuda del escritor, y condenado por la justicia a destruir todas las copias. Afortunadamente, algunas de ellas se conservaron, llegando hasta nuestros días. Nosferatu es considerada en la actualidad una obra clave del cine expresionista. Y su vampiro sigue siendo uno de los más aterradores de los producidos por el séptimo arte.

6. Carlos Villarías y Lupita Tovar

Mientras Universal Pictures rodaba Drácula con Tod Browning como director y Bela Lugosi interpretando el papel principal, algo sucedía por las noches. Empleando el mismo decorado y siguiendo el mismo guion, George Melford filmaba una versión de Drácula en castellano. La explicación de este fenómeno es sencilla: con el cine mudo la cuestión del visionado en países extranjeros era un asunto que no generaba demasiados problemas técnicos. Sin embargo, la aparición del cine sonoro en 1927 complicó las cosas. Hacia 1931 el doblaje aún no era una solución práctica, así que algunos empresarios comenzaron a producir al mismo tiempo versiones en idiomas extranjeros de algunas películas sonoras. Eso es lo que sucedió con Drácula. Carlos Villarías, actor teatral español de 38 años nacido en Córdoba, fue el encargado de interpretar al malvado Conde. Lupita Tovar, jovencísima actriz mexicana de 21 años, hizo de Eva, la hermosa y delicada víctima del vampiro. El resultado final de la película, pese a lo infernal del horario y los numerosos impedimentos técnicos, fue en muchos aspectos superior a la versión norteamericana. Tod Bowning, apático y desinteresado, socavó el potencial de una historia que supo aprovechar mucho mejor George Melford.

7. La crítica literaria especializada.

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Tradicionalmente, Drácula ha sido considerada una obra menor, mero producto de la cultura popular y del consumo de masas. Sin embargo, a partir de la década de 1970, debido al interés del psicoanálisis y a la publicación en 1972 de un ensayo titulado In search of Dracula, la curiosidad académica por la novela comenzó a incrementarse. Durante los años ochenta, noventa y dos mil, la fascinación del mundo académico por la novela no hizo sino aumentar, persistiendo su interés hasta nuestros días. Durante estos años se han escrito miles de artículos sobre la ideación de Stoker. Las lecturas de Drácula son prácticamente infinitas. Todas las disciplinas conocidas se han ocupado de ella: desde la biología a la historia, desde el derecho a la medicina, pasando por la antropología, la ciencia política, la psicología la sociología, la crítica literaria, la religión, etc., etc. En muchos casos, como no podría ser de otro modo, el resultado ha sido monstruoso.

*Alejandro Lillo es historiador y especialista en el personaje de Bram Stoker. Alejandro Lillo

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