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‘Sudor’, de Alberto Fuguet

Pablo Bonet

SudorAlberto FuguetLiteratura Random HouseMadrid2016

Sudor es el nuevo libro del escritor chileno Alberto Fuguet, en el que se narran las vicisitudes de un editor del grupo Alfaguara de Chile, Alfredo Garzón, Alf, que relata los calurosos cuatro días de octubre en los que reciben la visita de Rafael Restrepo Carvajal y su hijo, Rafa, para presentar un libro de fotografías hecho por los dos sobre personajes famosos con los que el padre tuvo contacto. Escrito de manera torrencial, casi con ansia, Sudor es una ácida crónica del mundillo literario chileno en un grupo editorial importante enfocado en la visita de un célebre escritor (trasunto de Carlos Fuentes) y su hijo, fotógrafo, artista bohemio y gay del que el protagonista debe hacerse cargo alterando completamente su vida.

Pero es también y sobre todo, la descripción de una manera de vivir la sentimentalidad gay de Santiago de Chile, donde el calor ha aparecido precipitadamente en el albor de la primavera y la ciudad bulle de deseo, de salvajes encuentros a través de Grindr —la mayor red social de encuentros gays—, y donde la ciudad palpita de sudor y deseo alternando con el dulce lamento de un hombre en la crisis de los 40 que no acaba de encontrar su lugar, entre tórridos encuentros a través de las redes sociales y la necesidad de tener un compañero, “un partner”, un socio con el tener la complicidad que no consigue con los jóvenes con los que tiene sexo. “No es que el joven Rafa Restrepo (tenía 24, yo 41) y su delirante paso por Santiago me hayan cambiado la vida (o quizás sí, algo me dice que sí), pero una cosa es indiscutible: antes enfrentaba la vida de otro modo. Antes vegetaba, celebraba internamente el cambio de calendario (un mes menos, un año menos), quería que la vida pasara y no me hiriera. Pero te hieren, hieres, imposible no salir herido. (…) Buscar algo más que sexo exprés en Grindr es tener la brújula extraviada”.

Deslumbra el autor chileno a través de un vertiginoso relato lleno de humor corrosivo, de una vigencia plena por todas las referencias a la cultura urbana y tecnológica de una generación que abarca cada vez más personas. Que une y, quizás a la vez, separa. Pues hay una trama de espejos, de personalidades múltiples en el mismo personaje que el escritor fomenta y recrea con el empleo del diálogo como eje de la narración. Divertido, ácido, afilado, brillante y real, así es también el innovador lenguaje de Fuguet, mezcla de spanglish y la jerga chilena de la gente conectada y más a la última. Incluso la sucesión de la primera persona en la que está narrada la primera parte, y la tercera persona que se mezcla con la primera hasta ser casi una voz en el resto del libro nos conducen a un estilo particular de contar, de manera ágil y autorreferencial, los afectos en el mundo gay en la época de las redes sociales y el sexo fácil.

En Sudor, el sexo es convulsión por lo carnal y explosivo, aunque es efímero y puede dejar heridos, provocando que se mezclen las pulsiones, los goces, las libertades, y en el que la diversión y el drama tienen su cita. Es también una manera de contar de la frivolidad de los sub25 —como los denomina Fuguet—, para los que acostarse con un amigo es un gesto cotidiano sin trascendencia, es solo saciar su deseo, pero también una reflexión profunda y hermosa por determinados estados emocionales como describe en la página 64: “Un par de duelos (amigos que se suicidaron, terremotos emocionales, rupturas definitivas), un despido, el acceso a emociones soterradas, el vivir quizá demasiado intensamente una pasión hasta quedar aturdido y a la deriva, propician el ingreso a un mundo frágil, donde nada motiva del todo, donde el insomnio triunfa y el único placer real es dormir y no saber que estás vivo y que tu vida no es precisamente lo que habías planeado. Antes le decían melancolía y ahora depresión, pero quizá no fue ni más ni menos que entender con una claridad aterradora que era el momento.

La hora de saltar.

Caída libre.

Es en momentos como este cuando la gente comete locuras, se autodestruye, aprieta pausa o escribe.

Yo he decidido escribir.”

Y Fuguet lo hace, escribe, con humor pero con cierto desencanto, imponiendo un ritmo propio, desaforado, con los diálogos vivaces, efectivos, con riqueza de estilo —mezclando mails y chats de Whatsapp también—. Una jerga que maneja a la perfección, de la que se cuelgan sus personajes, muy bien trazados y que siempre transmiten (magnífico Augusto Puga, escritor rebelde que sigue los consejos de Alf y también su amigo heterosexual recién separado con el que convive) a expensas del protagonista, que vive ese alocado ritmo del mundo gay en Santiago, con sus clichés y su pasión y su ternura y su vacío. Se siente que el escritor chileno conoce perfectamente lo que describe y que se ha divertido escribiendo, con ese humor tan fino y casi tragicómico. No aparecen las mujeres sino de forma testimonial y casi caricaturesca, enfocando la narración en las maneras masculinas de vivir, divertirse y relacionarse con furor pero también con ternura bajo una ciudad, Santiago, que también se convierte en cierta medida en un personaje que concentra los estímulos de todos los protagonistas de la novela, y que el narrador describe y recorre elaborando con sus lugares una especie de guía actual de la capital chilena.

Otra parte del libro es el trabajo de Alf como editor, la inteligencia y olfato que ha de tener para acertar con el libro que edita, cómo busca ideas en cada encuentro cultural, además del morbo de su intimidad en todos esos actos de presentaciones, festivales y promociones de libros, con sus sabios y divertidos consejos sobre los autores y el cariño y protección que requieren. Cuenta que no juzga a sus autores, los apoya para que lleguen a sus lectores, y hace también el retrato hilarante de algunos escritores y sus egos como el que describe en la página 210: “La inversión capilar, más su sagaz ojo y su asombrosa capacidad de traicionar a todos los que lo han rodeado y lo siguen rodeando para escribir la gran 'novela abajista' elevó su fama y lo hizo pasar de ser un escritor joven algo experimental y 'sodomizado por los programas creativos americanos' (la nouvelle Largo viaje hacia la noche; los cuentos de Ropa usada) a un gracioso y ácido cronista de su tiempo, aunque demasiado ondero y atrapado por la moda y los brandings para ser tomado en serio por la academia y la crítica más resentida”.

Ondea de fondo en la novela la pulsión generacional entre los más jóvenes y los maduros, dos formas de ver el mundo que se cruzan e interpelen, pero que son al fin y al cabo dos tiempos, dos culturas que se mezclan, que hierven juntas a veces, pero que se repelen en otras. Una novela provocadora e inteligente que también es el relato de un aprendizaje, más allá de los 40, de una manera de vivir la sentimentalidad en un tiempo alborozado por lo fugaz e hipersensible y en el que el deseo y su consecución priman en muchas relaciones humanas. Es Sudor una novela de su tiempo, divertida y aguda, y quizá algo excesiva, que termina con un hermoso epílogo con el que Fuguet cierra el círculo de su extenso relato.

*Pablo Bonet es librero de guardia en la librería Muga (Avda. de Pablo Neruda, 89. Madrid). Pablo Bonet

SudorAlberto FuguetLiteratura Random HouseMadrid2016

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