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María José Llergo: "No me siento atada al flamenco, al revés, el flamenco me hace libre"

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María José Llergo (Pozoblanco, Córdoba, 1994) aprendió a cantar en el campo, escuchando los cantes del abuelo e imitándolos luego. "Poquito a poquito y pasito a pasito", dice. Entre semana, en el conservatorio, se peleaba con el violín hasta que un día decidió cambiar de instrumento: las cuerdas y el arco por la voz. Bastó una canción, "Niña de las dunas", para que el público empezara a preguntarse quién era aquella y de dónde salían esas letras que sonaban a copla antigua. Por entonces estaban solo la voz y la guitarra, a las que se iría sumando la electrónica y el autotune que hoy forman parte de su propuestaautotune. En enero de 2020 publicó su primer EP, Sanación (Sony), un trabajo con siete temas que venía a presentarla con todas las de la ley en el mundo de la música. Y llegó la pandemia. 

Sanación no ha tenido gira, pero sí ha tenido el reposo para ir ampliando público, a través de sus redes, de los medios —ahí está su aparición en portada de la revista Rockdelux, en La Resistencia o Late Motiv— y de colaboraciones como la del canal Colors, por donde han pasado músicos como Alicia Keys o Nathy Peluso y que le ha permitido encontrarse con el público internacional. Lo demás, irá llegando. Lo canta ella misma: "No quiero correr, no me hace falta". 

Pregunta. ¿Cómo ha sido presentar su primer EP en estas circunstancias?

Respuesta. Mi disco salió el 31 de enero, me dio tiempo a presentarlo en Barcelona, que fue precioso para mí. Y yo obviamente no sabía que iba a venir una pandemia, pero el disco se llama Sanacióny siento que le he dado al mundo no lo que el mundo quería, sino lo que el mundo necesitaba cuando lo necesitaba. Lo que a priori puede parecer un hándicap a la hora de presentar mi trabajo —que lógicamente lo es, porque no es el transcurso razonable de un disco; no tiene gira, por ejemplo—, para mí toma el doble de sentido por el momento que estamos viviendo. Porque lo contextualiza y le da sentido a la obra.

P. No ha podido casi encontrarse con el público.

R. Claro que se echa de menos el directo, porque a mí es lo que más me gusta. Y en directo es donde ves verdaderamente el impacto que tiene la música sobre los demás. Por eso yo cada concierto que puedo hacer lo tomo como si fuera el último, y es para mí un encuentro precioso. Porque además noto que la gente está súper receptiva, que lo necesitan.

P. Al venir de la tradición flamenca, pero no quedarse en ella, ¿cree que se la juzga con más dureza?

R. Todo de pende de quién te mire. Yo respeto mucho a los puristas, tienen que estar, tienen una función. Eso sí, mi música es de autor: yo no utilizo letras tradicionales, yo escribo mis propias letras y las canto pos seguiriyas, por soleá o por bulería. No estoy haciendo un disco de flamenco tradicional.

P. ¿Cómo de atada se siente a la tradición flamenca?

R. Yo no me siento atada al flamenco, al revés, a mí el flamenco me hace libre, me hace feliz. No tiene ninguna connotación negativa a la hora de componer, al revés. No me corto con ningún palo... siempre y cuando lo conozca.

P. Pero llega a un público que no está familiarizado con el flamenco, ¿cree que este público recibe su música de manera distinta?

R. Creo que la recibe como música. No piensa si esto es una seguiriya o una soleá, y se fijan en el mensaje y lo que transmite. Son el oyente más sincero, porque al final es el sentimiento el que prima, no el pensamiento.

P. ¿Hay una diferencia entre el público que va a verla dentro de un ciclo flamenco, por ejemplo, y el público que va a verla al Inverfest?

R. Yo tengo un público súper diverso, vaya a donde vaya, y esa es una de las cosas que más me gustan de la música. Veo que hay personas muy diferentes encontrándose en el mismo sitio, disfrutando de lo mismo. Para mí, eso es un reflejo de lo que quiero que sea la sociedad: que esté unida, pero con su diversidad intacta.

P. Parece haber un interés renovado, entre los creadores de su generación —años arriba, años abajo—, en la música popular. ¿Por qué cree que sucede?entre los creadores de su generación —años arriba, años abajo—, en la música popular

R. Creo que es una necesidad de acercarse a las raíces. Estamos tan sobreestimulados y tenemos el centro tan fuera de nosotros mismos que una forma de encontrarnos con nosotros es buscar en lo más puro que tenemos. Creo que alimentando la raíz podemos alimentarnos a nosotros mismos y ser mejores. Es una tendencia bonita.

P. En su caso, el contacto con la raíz y con la música popular estaba muy fresco.

R. Por parte de mi abuelo, he tenido el cante conmigo desde que nací. Yo he tenido mucha suerte, porque hay una desconexión generacional, hay generaciones que han perdido el relevo de sus padres y de sus abuelos. Hemos pensado: estos son cosas de viejo. Pero es que las cosas de viejo son tus cosas y tienen un valor incalculable. La pena es que por este menosprecio muchas veces se han dejado de documenta cantes, letras, se han perdido herencias culturales que merecía la pena haber guardado.

P. Si piensa en una genealogía de la que usted podría formar parte, ¿qué nombres aparecen?

R. Pastora Pavón, Enrique Morente, Camarón de la Isla, la Niña de La Puebla, el Niño Gloria, la Niña de Antequera, Billie Holiday, Etta James, Amy Winehouse, Whitney Houston, Arvo Pärt, Sarasate, Paganini, Marvin Gaye, Lola Flores... A mí me gusta todo lo bueno, venga de donde venga.

P. En el tema "Nana del Mediterráneo" trata la falta de asistencia a los migrantes que naufragan en el mar. ¿Cómo trabaja con el compromiso político en sus letras?"Nana del Mediterráneo"

R. Desde el amor, desde el respeto, desde no querer romantizar una situación. Intento siempre dignificar a las personas que sufren discriminación. Se puede tocar cualquier tema en este mundo con respeto. Entiendo que lo que está pasando en el Mediterráneo no es un tema que le interese escuchar hoy al gran público, pero es que es lo que está pasando. Si a mí me conmueve y me toca por dentro, mi voz lo va a cantar, pero porque mi voz es una extensión de lo que yo soy y lo que yo pienso. Ahí está mi libertad como artista.

P. En 2018 decía en una entrevista: "Me han querido domesticar y no lo han conseguido". Al entrar en la industria musical y en una gran discográfica, ¿ha sentido presión?"Me han querido domesticar y no lo han conseguido"

R. No. Yo mi compromiso [político] lo adquirí antes de firmar con nadie, entonces yo lo primero que dije fue: soy María José, hago esto y lo hago así, si estáis de acuerdo conmigo caminaremos juntos, y si veis en mí un potencial producto, estamos muy equivocados. Lógicamente, me siento súper respetada por discográfica. Respetada, escuchada y apoyada. Sé que existen otras experiencias, pero yo tengo esta suerte.

P. El anuncio de Cruzcampo con el deepfake de Lola Flores, en el que usted participaba, ha provocado mucho debate. Entre otras cosas, por la utilización comercial del llamado nuevo andalucismo y la recuperación de una cierta cultura andaluza. ¿Se siente parte de este movimiento?deepfakeen el que usted participabautilización comercial del llamado nuevo andalucismo

R. Yo entiendo que se politice la libertad del habla, pero como persona voy más allá. Voy a lo humano, al respeto: el respeto a la diversidad, a la diversidad de origen, a la diversidad de amar, a la diversidad de pensamiento, a la diversidad en todo su apogeo. Estoy más con las personas que con los partidos políticos. Y si reivindico mi lengua es porque merece respeto, igual que todas. Y el respeto tiene que ser una cosa universal que no pasa de moda; no es cuestión de un movimiento, tiene que ser perpetuo. No se puede ridiculizar a nadie ni por su origen ni por su color de piel ni por su forma de amar ni por su forma de hablar. Aquí estamos todos con condición de personas.

P. ¿Se siente parte de un movimiento cultural andaluz?

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R. No lo sé, pero me enorgullece muchísimo ver a gente joven con este amor a su tierra, a sus raíces, y con este nivel de conciencia. Cada vez que veo a alguien de mi tierra haciendo cosas maravillosas, me alegro. Para mí, tener compañeros y no sentirme sola en esto es lo más. Es un apoyo. Y que cualquier persona que vaya a otra comunidad autónoma a estudiar, y va con su acento, con su lengua, no se sienta condicionado. Que los periodistas no tengan que moderar su acento, por ejemplo, para estar en según qué medios. Que no se tengan más o menos oportunidades dependiendo de tu condición. Porque estamos teniendo una pérdida social inabarcable e imperdonable.

P. ¿Se ha sentido discriminada por su acento, por su origen...?

R. A veces me han sugerido que modere mi acento. Y he escuchado que si los andaluces tal, que si los andaluces cual. Andaluza, qué graciosa, cuéntame un chiste. ¿Perdona? Es el desconocimiento, y hay que tener paciencia. Eso sí, hay cosas que no voy a tolerar. Respeto el desconocimiento, pero la maldad no.

María José Llergo (Pozoblanco, Córdoba, 1994) aprendió a cantar en el campo, escuchando los cantes del abuelo e imitándolos luego. "Poquito a poquito y pasito a pasito", dice. Entre semana, en el conservatorio, se peleaba con el violín hasta que un día decidió cambiar de instrumento: las cuerdas y el arco por la voz. Bastó una canción, "Niña de las dunas", para que el público empezara a preguntarse quién era aquella y de dónde salían esas letras que sonaban a copla antigua. Por entonces estaban solo la voz y la guitarra, a las que se iría sumando la electrónica y el autotune que hoy forman parte de su propuestaautotune. En enero de 2020 publicó su primer EP, Sanación (Sony), un trabajo con siete temas que venía a presentarla con todas las de la ley en el mundo de la música. Y llegó la pandemia. 

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