Guillermo Fesser
“Lo mejor es educar para que la gente encuentre su propia solución”
Guillermo Fesser, además de Guillermo Fesser, es también Papá Fesser. Incluso, como él dice, aunque ahora sus hijos hayan crecido tanto que ya son casi más mayores que él. De las noches que pasaba a los pies de su cama intentando resolver sus dudas existenciales –que si por qué está sola la vecina del quinto, que si por qué aquel otro niño saca malas notas–, surgió una costumbre: la de invocar a un detective privado capaz de desentrañar tales misterios. Y de costumbre, aquellas historias pasaron a libros, que ya son tres y además interactivos, el último y recién publicado de título Ruedas y el enigma del campamento Moco Tendido (Alfaguara), que se suma a El misterioso caso de los fantasmas solitarios y Ruedas y el secreto del GPS.
A aquel detective, bautizado como Anizeto Calzeta, pronto se le sumó una ayudante, Ruedas, una niña que va en silla de ruedas. “Coincidió que era el 50 aniversario de la declaración de los Derechos Humanos, y en un acto coincidí con Javier Romañach [miembro del Foro de Vida Independiente], que me preguntó: '¿Sabes en qué somos diferentes tú, Guillermo Fesser, periodista, y yo, Javier Romañach, informático? En que lo primero que se dice de ti es que eres periodista, pero lo primero que se dice de mí es que voy en silla de ruedas”, recuerda el autor, uno de los dos Gomaespuma (junto a Juan Luis Cano, colaborador de infoLibre), y que desde hace años reside en Nueva York. “Así vi la oportunidad de introducir un personaje en silla de ruedas para que los niños vean que es algo normal, como tener un tío en Alcalá de Henares”.
Además del “aliciente” de Ruedas, la niña discapacitada –“para mí no son discapacitados, sino distintos”, puntualiza Fesser– su serie de libros suma también intrigas detectivescas e incluso magia, ya que el protagonista se dedica también a ese oficio. “Todo esto ayuda a hacer posible un manual de instrucciones urgente que necesitamos para relacionarnos con la gente, porque no hay ningún sitio en donde te digan a qué ojo mirar a Fernando Trueba si le entrevistas, o que te diga que a un tartamudo no le gusta que le termines la frase, o que no hay que cruzar la calle a los ciegos, solo a los que la quieren cruzar, no a los que están esperando a su novia”, dice el periodista, que -aunque asegura no creer en la distinción entre narrativa infantil y adulta- ya había publicado otros libros para niños más avanzados en edad, como Cuando Dios aprieta, ahoga pero bien (memorias de una asistenta), que luego tradujo al cine con Cándida.
Para sus Anizeto y Ruedas también ha reservado Fesser un futuro tridimensional, primero como espectaculo musical, que ya se estrenó el año pasado y que saldrá de gira nuevamente, principalmente por colegios, y más tarde como película, también musical y basada, más que en las historias de los libros, en sus efectos visuales. A través de una aplicación de factura española, Clic2c, las ilustraciones del libro (realizadas por Víctor Monigote) se transforman en vídeos con canciones y trucos de magia y acertijos que él mismo ha compuesto e inventado. “Los niños actuales no están tan acostumbrados a la lectura, y este es el anzuelo para atraer al pez: consigues que lea el libro, aunque el libro se podría leer solo”.
Volcado también con los niños a través de la Fundación Gomaespuma, que lleva a cabo proyectos de ayuda en Nicaragua y Sri Lanka, el periodista asegura haberse “dado cuenta de es inútil intentar resolver los grandes problemas”. Lo que no significa, por otro lado, que se quede por eso en su casa de brazos cruzados. “Lo mejor es dar educación para que la gente encuentre su propia solución, y es mejor dárselo a los niños, porque los mayores ya es difícil que cambien”.