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La memoria viva de García Márquez

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El 17 de abril de 2014 una nube de periodistas se arremolinaba en torno a la casa mexicana de Gabriel García Márquez (Aracataca, Colombia, 1927-Ciudad de México, México, 2014). Habían estado allí poco antes, el 6 de marzo, cuando el escritor les obsequió con una aparición estelar, impecablemente vestido y luciendo la ya tradicional flor amarilla en la solapa, para celebrar su 87 cumpleaños. Y por allí merodeaban algunos desde que la familia admitió, días antes, que efectivamente la salud del escritor se encontraba "muy frágil". Ese 17 de abril se anunciaba finalmente la muerte del escritor colombiano, padre de fenómenos literarios como Cien años de soledad, figura clave del boom latinoamericano, Premio Nobel en 1982 y uno de los autores más populares de la literatura en castellano. Han pasado cinco años, y el aniversario del lustro de su desaparición pasa discretamente. Quizás porque, al contrario de lo que suele ocurrir, le llegaron las flores en vida. 

El Centro Gabo, en la ciudad de Cartagena, celebraba este miércoles una lectura colectiva de fragmentos de su obra, pero este es uno de los escasos festejos oficiales organizados este año en su honor. Apenas han llegado tampoco nuevas ediciones de sus textos, exceptuando el volumen ilustrado de El amor en los tiempos del cólera, acompañado de dibujos de la artista chilena Luisa Rivera, editado por Literatura Random House, que se suma a la edición de Cien años de soledad iluminada en 2017 por la misma autora. Pero no hay que engañarse por la ausencia de fuegos artificiales. "La memoria de García Márquez cinco años después de su muerte sigue completamente viva", apunta Jesús Cano, especialista en Literatura Hispanoamericana y profesor de la Universidad Complutense de Madrid. "Abundan las reediciones, los libros ilustrados, se le encuentra en papelería, en aeropuertos, en libros de bolsillo...". 

 

De García Márquez se encuentra casi todo y sin apenas tener que buscarlo. Sirva como ejemplo que hoy mismo los lectores pueden elegir entre al menos seis ediciones distintas de Cien años de soledad, desde el volumen de bolsillo al de tapa dura, ilustrado también por Luisa Rivera; del título de Círculo de Lectores al de la Biblioteca García Márquez de Literatura Random House; de la edición conmemorativa de la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española publicada en 2017 a la de Cátedra, en su colección Letras Hispánicas, reimpreso periódicamente desde 1987. 

"La academia lo tiene muy trabajado, creo que no debe de haber casi ningún resquicio de su obra que no esté estudiado", apunta Cano. Hay que tener en cuenta que los investigadores han tenido medio siglo para encargarse de la considerada su obra cumbre, Cien años de soledad, que hace más de tres décadas que recibió el Nobel y que la última novela del escritor tiene ya 15 años. La universidad ha seguido recibiendo, sin embargo, algunas alegrías con respecto al colombiano: en diciembre de 2017, la Universidad de Texas abría el acceso a través de Internet a los 27.500 documentos que componían el legado del escritor, adquiridos por el Harry Ramson Center por 2,2 millones de dólares. Son 90 cajas, 3 carpetas y 67 disquetes en los que García Márquez acumuló prolijamente, y que contienen desde borradores a correspondencia personal, fotografías y recortes, contratos y documentos financieros. 

Otra cosa es que los lectores lo conozcan en la misma medida, dice Cano, más allá de Cien años de soledad, Crónica de una muerte anunciada, El amor en los tiempos del cólera, El coronel no tiene quien le escriba "y poco más". No sería, en todo caso, por una falta de disponibilidad editorial: el resto de su obra, con títulos como De viaje por Europa del Este (Literatura Random House lo reeditó en 2015), Relato de un náufrago, Del amor y otros demonios, El general en su laberinto, El otoño del patriarca, La mala hora o La hojarasca, goza de ediciones muy recientes. "García Márquez es un genio, es creador de algo fascinante, que es un narrador hipnótico que impregna toda su obra", alaba el investigador. "Pero quizás también sea necesario reconocer que es un autor irregular, que tiene una obra maestra absoluta que es Crónica de una muerta anunciada, que es un mecanismo perfecto de relojería, que tiene Cien años de soledad y que tiene seguramente otras obras que no son tan interesantes".

 

Si a Crónica de una muerte anunciada le llegó su adaptación al cine, parece que ahora le toca el turno a Cien años de soledad. El pasado 6 de marzo, coincidiendo con el que hubiera sido el 92 cumpleaños del autor, la plataforma de streaming Netflix anunció que había comprado los derechos para llevar a la ficción televisiva la obra más conocida y alabada del colombiano, de la que se han vendido más de 50 millones de ejemplares y que ha sido traducida a medio centenar de idiomas. La noticia se recibió con curiosidad, pero también con escepticismo e incluso cierta indignación. El propio García Márquez se había resistido durante toda su vida a que la novela llegara a las pantallas, ya fuera como película o como serie, pero sus herederos, Gonzalo y Rodrigo García —resulta relevante señalar que este último es director y productor audiovisual— aceptaron la oferta de la empresa, que refuerza desde hace varias temporadas su oferta de contenidos propios. La productora prometió que Cien años de soledad se filmaría en Colombia  y en castellano y que los implicados serán todos latinoamericanos. Habrá que esperar para saber si el escritor tenía motivos para negarse a tal empresa, porque Netflix no ha anunciado aún fecha de estreno. 

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Más allá de los mecanismos de la industria audiovisual, quizás algo quede aún oculto al lector medio. "Me atrevería a recomendar su obra periodística, que sea quizás de lo más interesante que tiene y de lo menos conocido", apunta Jesús Cano. Para solucionarlo, Literatura Random House publicaba el pasado año El escándalo del siglo, una antología de la obra periodística de García Márquez, con más de medio centenar de textos, algunos de los cuales no estaban ya disponibles de manera sencilla para el lector. Fue García Márquez el primero que pronunció aquello de que el periodismo es "el mejor oficio del mundo", y él mismo insistiría más tarde: "Soy periodista, fundamentalmente. Toda la vida he sido un periodista. Mis libros son libros de periodista, aunque se vea poco". 

Pero hay otro legado que trasciende la obra de García Márquez y del que quizás él no sea responsable: el "realismo mágico" como marca dorada de la literatura latinoamericana, que sirve tanto de reclamo turístico como para anunciar la serie de Netflix. "Personalmente, tengo cierto escepticismo a la hora de hablar sobre el realismo mágico", advierte el profesor de la Complutense, "porque también tiene el peligro de contribuir a cierto reduccionismo de la imagen de América Latina, sobre todo como un producto de consumo exótico para el primer mundo". Eso afecta también, claro, a los escritores que han heredado esa tradición y que "tienen que pelear para escapar de esa angustia de la influencia, de esa expectativa del realismo mágico que se tiene sobre la literatura latinoamericana". Cita al argentino César Aira, al chileno Roberto Bolaño y al mexicano Mario Bellatin como ejemplos de autores que recorren caminos literarios no explorados por los autores del boom. Si la memoria de García Márquez está viva, también está viva su sombra. 

 

El 17 de abril de 2014 una nube de periodistas se arremolinaba en torno a la casa mexicana de Gabriel García Márquez (Aracataca, Colombia, 1927-Ciudad de México, México, 2014). Habían estado allí poco antes, el 6 de marzo, cuando el escritor les obsequió con una aparición estelar, impecablemente vestido y luciendo la ya tradicional flor amarilla en la solapa, para celebrar su 87 cumpleaños. Y por allí merodeaban algunos desde que la familia admitió, días antes, que efectivamente la salud del escritor se encontraba "muy frágil". Ese 17 de abril se anunciaba finalmente la muerte del escritor colombiano, padre de fenómenos literarios como Cien años de soledad, figura clave del boom latinoamericano, Premio Nobel en 1982 y uno de los autores más populares de la literatura en castellano. Han pasado cinco años, y el aniversario del lustro de su desaparición pasa discretamente. Quizás porque, al contrario de lo que suele ocurrir, le llegaron las flores en vida. 

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