Sin ferias del disco no hay paraíso: "El coleccionismo se lleva dentro"

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"Nos prohibieron ser románticos y no supimos reaccionar a toda la tecnología que suplantó la realidad. Desterrados, amantes clandestinos entre sombras y versos, escapando del destino". Sirvan estos versos de La Habitación Roja para poner banda sonora al desencanto provocado en melómanos de todo el planeta por la paulatina desaparición del vinilo de las estanterías de las tiendas de discos (y después de las propias tiendas de discos).

Porque hace mucho tiempo, en el último tramo del siglo XX, en una galaxia muy, muy lejana, las tiendas de discos no eran pequeños y contados reductos de conocimiento musical. No, qué va. En lugar de franquicias de ropa y hoteles de lujo, en los centros de las ciudades había grandes espacios donde comprar un vinilo o un CD era solo parte de lo que hacían los allí congregados, echando las tardes curioseando, mirando carátulas, toqueteando estantes, entrando y saliendo. Eran lugares para citarse como parte de un ocio no tan descaradamente enfocado al gasto, a pesar de que fueran tiendas.

Eso es lo que de alguna manera recupera la Feria Internacional del Disco que este otoño se celebra, por este orden y en fines de semana consecutivos, en Barcelona, Madrid y Bilbao. "Lo que se pretende es ofrecer durante unos días una megatienda con una variedad musical importante", apunta a infoLibre el director de la Feria, Peter Terrassa, quien añade que el número de grandes coleccionistas se viene manteniendo estable en España desde hace muchos años, aunque sí que hay un "auge del pequeño coleccionista".

Y prosigue: "Hace treinta años que estoy en el negocio y las he visto de todos los colores. Aquí hay coleccionistas en todos lados con todo tipo de estilos, lo que llama la atención es la gran subida de coleccionistas de heavy metal y música electrónica. Además, ahora se está incorporando gente joven a este mundo apasionante del coleccionismo musical, que es un gran hobby que te puede dar muchas satisfacciones".

Esto último lo sabe bien y lo defiende César Polo, melómano barcelonés que lleva más de cuarenta años coleccionando vinilos, tanto LPs como singles. "El coleccionismo se lleva dentro", asegura divertido a infoLibre este asiduo de una Feria repleta de bondades: "Es muy buena, con expositores de muchos países que traen cosas que a lo mejor allí son más habituales pero aquí es más complicado encontrarlas. Es una gran oportunidad para eso y también por el ambiente porque te encuentras con amigos, expositores que conoces desde hace mucho tiempo y con los que paras un rato, te tomas una cervecita y comentas de música y otras cosas. Eso es un plus enorme".

El punto de encuentro que eran las grandes tiendas de discos allá por los ochenta y los noventa, reproducido ahora de manera pasajera, y sin olvidarse del enorme valor añadido que aportan a sus clientes diariamente los pequeños establecimientos que siguen en pie después de tanta marejada, tormenta y tsunami discográfico de ida y vuelta. Como Jordi Gallardo, "casi un dinosaurio", según sus propias palabras, con toda una vida dedicada a este negocio, los últimos 32 en Revolver Records (Barcelona).

"Hoy en día tenemos que luchar el doble para ganar lo mismo que hace cinco años", suelta con sorna Gallardo, quien lamenta el cierre de tantas tiendas y lanza la clave de su supervivencia: "Hemos hecho varias compras importantes. Nos hemos gastado un pastonazo para comprar una partida de casi 5.000 piezas entre LPs y CDs que vamos a llevar a la Feria. La única manera de mantener esto es dar a la clientela un producto de alta gama. Si te quedas con los clásicos, mueres. Hay que gastarse el dinero para después intentar recuperarlo y volver a invertir. No hay más".

En Barcelona, la edición XXXIII tendrá lugar el 30 de septiembre y los días 1 y 2 de octubre en la Estación del Norte. La XXI Feria Internacional del Disco de Madrid será el 8 y 9 de octubre en el Hotel Atocha de Rafael Hoteles. Por último, la de Bilbao se celebrará los días 15 y 16 de octubre en Yimby Bilbao. Tres encuentros que llegan días después de que el informe semestral sobre las ventas de música en España de Promusicae constatara que por primera vez desde 1991 se venden más discos de vinilo que CDs: un 54% frente a un 44%, gracias a un aumento del 25,6% de los discos de vinilo.

"El mercado ha dado una vuelta importante, especialmente desde hace diez o quince años", resume Terrassa, al tiempo que recalca que las ferias siempre han apostado por el vinilo, "hasta en los momentos más importantes del CD". "Las ferias eran un refugio para el vinilo", asevera. "Pero eso ha cambiado y ahora la apuesta por el vinilo es descarada", bromea, apostillando: "Ahora lo que más abunda es el vinilo, pero como siempre hemos intentado ir un poco a contracorriente, en la Feria se puede encontrar ahora también bastante CD, algo muy difícil en las tiendas".

Este pujante regreso del vinilo es, en cierto modo, una victoria de aquellos viejos románticos que se sintieron desterrados pero, contra todo pronóstico, aguantaron, como relata Terrassa: "Hay mucha gente que aguantó con el vinilo a pesar de la presión de las discográficas, de la eliminación de muchas ediciones, sobre todo con el boom del CD en los años noventa. Todo era una cuestión claramente económica, los márgenes comerciales para las compañías eran cincuenta veces mayores y les convenía. Pero aquí estamos y lo que parecía el gran invento se lo cargaron con lo digital".

"Yo fui de los últimos que me pasé al CD a partir del 94 o así porque ya no editaban en LP los grupos que a mí me gustaban", tercia Polo, cuyo surtido musical incluye unos 2.000 LPs y otros 2.000 singles, para afirmar sin dudar: "Mientras existamos los coleccionistas, se coleccionará vinilo. Yo tengo poquita cosa en CD". "La gran mayoría de gente que coleccionamos empezamos ya en su día comprando vinilos, mucho antes del CD. Y a mí siempre me ha gustado mucho más el sonido del vinilo". 

Un aspecto importante de este cambio de paradigma es la incorporación de las nuevas generaciones al interés por los discos de vinilo. Una renovación necesaria para que "esto no acabe solo con coleccionistas de 65 o 70 años que ya no compran", apunta Gallardo, mientras Terrassa completa: "En este mundo moderno, el tema de tener un formato físico, desde vinilo hasta casete pasando por el CD, es ya puro coleccionismo, porque la música la puedes conseguir en cualquier sitio".

Coincide Gallardo, quien argumenta que en el pasado, "cuando no existía internet ni los portales en los que puedes comprar desde cualquier país", había "muchísimo" más coleccionismo que en la actualidad: "El coleccionismo como tal antiguamente, en los años ochenta, existía porque venía gente de fuera y, al mismo tiempo, a nosotros cuando íbamos a las ferias nos compraban aquel producto que era realmente de coleccionista. Hoy puedes comprar cualquier artículo en todo el mundo pulsando un botón". 

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Una forma de coleccionar indudablemente "más fría", pues pierde su esencia de rastreo y búsqueda tienda a tienda, incluso por paloma mensajera si era preciso. "Los jóvenes están más acostumbrado a esto, pero cuando ven aquel disco que estaban buscando, lo encuentran y lo tocan la exclamación es importante. Flipan mucho y dicen ¡hostia! Eso es lo chulo del coleccionismo en general. Me pasa a mí también, que ya tengo una edad. Cuando consigo aquel disco que hacía tiempo que buscaba, que está en buen estado y me encaja en el precio, realmente flipo y me motiva", resalta, aprovechando, de paso, para denunciar que le parece "abusivo" que se pidan 35 euros o más por un disco de vinilo: "Parece casi un artículo de lujo y eso no me parece bien porque al fin y al cabo la música es cultura y no tendría que ir a estos precios".

Los discos, ya sea en vinilo, CD o incluso casete, hay que tocarlos, mirarlos y olerlos. Como los libros, ni más ni menos. Es la fuerza del formato físico con un valor que va más allá del económico y por ello es incalculable. "Hay mucha gente que prefiere la compra directa de poder ver y tocar lo que estás comprando. Con la compra online te puede llegar algún disco golpeado o rayado, pero aquí tienes la garantía y la seguridad del vendedor", explica Terrassa, quien comparte además una curiosidad desde su profunda experiencia: "En términos generales, el coleccionista español no es tan remirado como el inglés, holandés o francés, en el sentido de que si un disco usado no está en tan perfecto estado es más fácil de vender en España que en Inglaterra, donde buscan mucho más la perfección en ese disco que puede tener cincuenta años".

Porque los vinilos duran y duran mucho. Prácticamente, exagerando solo un poquito, se podría afirmar que son eternos y nos sobrevivirán a todos. "Si los cuidas bien te pueden durar más de cien años sin problemas, no como ya sabemos del CD", resume Terrassa. "El vinilo continuará su camino. Se demostró que era un artículo potente. Se le intentó eliminar por el negocio económico de las discográficas porque era más barato fabricar el CD pero siempre aguantó y tiene un público muy fiel. Además, quien tenga vinilos sabrá que es muy difícil que baje su precio, al contrario, lo normal es que se revalorice, algo que no pasa con el CD salvo en casos muy concretos", sentencia.

"Nos prohibieron ser románticos y no supimos reaccionar a toda la tecnología que suplantó la realidad. Desterrados, amantes clandestinos entre sombras y versos, escapando del destino". Sirvan estos versos de La Habitación Roja para poner banda sonora al desencanto provocado en melómanos de todo el planeta por la paulatina desaparición del vinilo de las estanterías de las tiendas de discos (y después de las propias tiendas de discos).

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