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Ismael Serrano: "La ventana del 15M se puede volver a abrir en cualquier momento"

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"Mirar atrás no te convierte en un nostálgico. La nostalgia es pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor", plantea Ismael Serrano (Madrid, 1974), quien se revela precisamente contra esa visión de tiempos pretéritos con La canción de nuestra vida, primera composición de adelanto de su próximo disco de estudio con material original, que llegará a la vuelta del verano, en septiembre, y al que seguirá la correspondiente gira de conciertos. De eso y de mucho más conversamos con el cantautor madrileño.

Hola, Ismael. ¿Qué es La canción de nuestra vida?

Hola. Es el primer sencillo del disco que sale en septiembre. Pretende ser un homenaje a toda la gente que me ha acompañado desde el principio, haciendo posible el sueño de dedicarme a la música y, por otro lado, quizás sea un empeño por reconciliarme con el paso del tiempo, que es una de las obsesiones no ya mía, sino de todo músico y todo cantautor, porque creo que se escriben canciones para combatir la fugacidad del tiempo. Además, esta canción dice que la vida nos ha dado la oportunidad de vivir cosas maravillosas. También ha habido momentos en los que hemos estado a punto de rendirnos, pero siempre hemos sido capaces de levantar la mirada y de seguir viviendo nuevas oportunidades y experiencias. A La canción de nuestra vida aún le quedan unas cuantas estrofas por añadir.

¿Quién es toda esa gente que ha acompañado a Ismael Serrano?

Toda esa gente que venía a los cafés cuando yo empezaba a cantar. Entonces yo estudiaba una carrera universitaria e iba a los cafés en un momento de efervescencia musical muy interesante donde surgía una nueva hornada de cantautores y cantautoras, y ahí estaba yo con mi guitarrita y la gente venía a escuchar las canciones de un chaval universitario al que le gustaban Silvio y Serrat, algo que se le notaba en las maneras y en las intenciones. Sobre todo a esa gente que ha crecido a mi lado, porque la canción hace un repaso vital a toda una vida. A toda la gente que ha estado conmigo desde aquellos momentos hasta ahora, y que me ha apoyado en todo lo que ha pasado entre medias.

Podría parecerlo, pero no estamos ante una canción nostálgica en realidad. Puede que sea un poquito eso, pero es mucho más.

Es que mirar para atrás no te convierte en un nostálgico. La nostalgia es pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor, y esta canción se revela ante esa idea. No sucumbas ante el desaliento, a pesar de las dificultades aún tenemos la oportunidad. Es verdad que no siempre abrazar nuestros sueños depende solo de nosotros, no quiero caer en los tópicos de los manuales de autoayuda. Creer no es suficiente, pero sí necesario. Hay que creer, pelear y luchar porque tampoco sabemos hacerlo de otra forma, en mi caso forma parte de mi ADN y de mucha gente que me acompaña eso de no sucumbir al desaliento aún cuando las cosas parecen torcerse. Mira que vivimos ahora tiempos de incertidumbre, y quizás por eso me parece más urgente que nunca decirlo... se trata un poco de hacer casi una terapia de grupo a través de las canciones para que nuestra estima no caiga ante un tiempo que se nos antoja un tanto tormentoso.

¿Idealizamos demasiado el pasado y eso nos hace vivir menos el presente?

Todo ejercicio de memoria tiene un componente de ficción. Recordar a veces es también engañarse en algún punto, porque nuestra memoria nos juega malas pasadas en ese sentido, sobre todo cuando hay quien cultiva la nostalgia en exceso. No era todo tan bonito. Y, además, la nostalgia, eso hay que tenerlo claro, tiene un componente reaccionario. Incluso todos tenemos la sensación de que fuimos mucho mejores de lo que fuimos. Esa es una ficción que tiene que ver con echar de menos esa sensación de ser los reyes del mundo (risas), pero que no se corresponde con la realidad. Hay que ser cautelosos con la memoria, porque un recuerdo falseado hace que no seamos justos con el presente, estableciendo incluso comparativas a veces falaces. Y, sobre todo, eso hace que nos olvidemos de vivir el presente con la intensidad que merece. 

Parece que hay quien quiere retroceder en la historia y se dicen nostálgicos por no decirse franquistas, fascistas o cualquier otra cosa

Pienso en todos esos líderes y votantes de ultraderecha que ahora se hacen llamar nostálgicos y la connotación tan terrible que le dan al término.

Claro, porque en este caso nostálgico es un eufemismo para decir reaccionario, y para eludir la idea de retroceso que supone esa nostalgia, que supone mucho del camino que se ha hecho hasta ahora. Supone perder libertades y derechos que son resultado del progreso del ser humano y de la civilización. Pero parece que hay quien quiere retroceder en ese sentido en la historia y se dicen nostálgicos por no decirse franquistas, fascistas o cualquier otra cosa.

Se quedan con la connotación bonita que puede tener la nostalgia pero pervirtiendo su significado perniciosamente.

Sí. Hay quien habla de cómo ciertas ideologías le otorgan un cierto valor a significantes que en un principio parecen vacíos y que acaban con un contenido diferente al original. Como la nostalgia, la bandera o la patria, que se apropian de ella cuando en algún punto tienen un origen atractivo. Hay muchas cosas que deberían tener otro tipo de connotaciones y de las que se apropian ciertas personas no tanto para que tengan ese sentido integrador sino más bien para que sea diferenciador y distanciar, discriminar y señalar al otro. Ahondan así en una cuestión identitaria que lo que hace es separar.

Como usuario activo en Twitter, ¿ha notado un incremento del odio y la crispación en esa red social, ya de por siempre tan acalambrada? ¿Es un buen termómetro de lo que pasa en la sociedad?

Yo creo que hace tiempo que Twitter dejó de ser un termómetro de la realidad social. Twitter lo que hace es fomentar la crispación, porque lo que más le interesa es generar el tráfico de información y gente, por eso busca la viralidad a través de la indignación. En algún momento uno tenía la fantasía de que discutir con alguien en Twitter podía tener algún tipo de utilidad, pero ahora es un empeño estéril. Lo que pasa es que yo no me resigno a decir lo que pienso y en ese sentido es, además, una forma de diferenciarte de los que lo utilizan para crispar. Yo doy mi opinión y trato de ser respetuoso con quien disiente conmigo. Pero desde que lo pilló Elon Musk es puro ruido que no funciona bien.

Yo no quiero llegar a donde están Hungría o Polonia, países en los que se están censurando libros y prohibiendo partidos, donde se está viviendo un retroceso muy grave

Hay que votar y hay que votar a Sumar. Sí que dice lo que piensa, porque esto lo dice abiertamente en Twitter.

Si. No creo que le sorprenda a nadie, jeje. Yo soy alguien de izquierdas, quiero que la izquierda llegue al poder y siempre he sido de esa izquierda exigente cuyo programa representa mi idea de progreso. Y sobre todo, fundamentalmente, hay que votar masivamente porque hay una amenaza de que la ultraderecha llegue al gobierno, algo sumamente preocupante. Ya estamos viendo el retroceso en todos los gobiernos municipales, que demuestra hacia donde vamos. Y lo peor es que es un contexto europeo, no solo local. Yo no quiero llegar a donde están Hungría o Polonia, países en los que se están censurando libros y prohibiendo partidos, donde se está viviendo un retroceso muy grave. 

¿Esquivaremos ese posible destino?

Quiero confiar en que incluso dentro de esa juventud que siente una gran desafección por la política, incluso en aquellos que se pueden sentir atraídos por ese cierto gamberrismo político que representa esa derecha rancia, hay un poco de compromiso con la democracia que va a hacer que esto no prospere y que no vaya a más. Porque esto también es resultado de un sistema político y económico que está perpetuando la crisis y evitando el colapso, y su forma de protegerse es a través de esta ultraderecha que es ya como el último cartucho a quemar antes de que cambiemos de modelo. Porque por pura supervivencia tenemos que hacerlo, por la crisis climática y otras muchas cuestiones. Tenemos que cambiar porque vivimos en un estado de ansiedad permanente, con una juventud que se siente absolutamente abandonada. Quiero pensar que es un capítulo a superar, quiero ser optimista aún cuando nos tocara una travesía en el desierto que yo quiero pensar que aún estamos a tiempo de impedir. Me niego a dar perdidas batallas que aún están en disputa. Tenemos como una querencia a la derrota más bien como una pose que no se puede justificar. No hay que dar por perdidas batallas que aún están en disputa y a día de hoy las elecciones lo están. Y, pase lo que pase con las elecciones, seguiremos en la lucha para no retroceder en derechos.

En los últimos días hemos asistido al resurgimiento del mundo de la cultura como dique de contención ante ese retroceso en derechos tras los casos de censuras en algunos ayuntamientos desde la entrada de la ultraderecha. ¿Puede la cultura ser un arma contra esa deriva retrógrada?

La cultura puede mover sensibilidades, puede hacer despertar cierta consciencia en la gente de lo que está ocurriendo. Puede servir como altavoz y puede mover la centralidad del tablero un poquito. Hubo un tiempo en el que la centralidad estaba en los desahucios y ahora hay quien quiere ponerla en la ocupación, que es otra falacia que se maneja desde la ultraderecha que pretende alimentar el miedo y la crispación. La gente de la cultura tiene que mostrarse firme y unánime, y yo creo que aún falta algo de unanimidad, porque hay gente, sobre todo en la música, que cree que no le va a pasar, que cree que no va con ellos, que prefiere mantenerse en la distancia porque como dijo un músico una vez, 'ojo, que el músico vive de los ayuntamientos'. Esa expresión es terrible porque no es real. Uno podría decir que vive de su público, pero nuestro trabajo, el trabajo de la cultura, no debería depender del color político del ayuntamiento de turno, porque la programación debería ser plural gobernase quien gobernase.

La gente del cine tiene como más tradición de lucha y se miran más los unos a los otros, pero en la música somos más individualistas

Es verdad que los músicos no están nunca tan unidos como por ejemplo el mundo del cine, que pareciera que tiene más poder de influencia.

La gente del cine tiene como más tradición de lucha y se miran más los unos a los otros, pero en la música somos más individualistas y creemos que no nos va a tocar. Hay gente que cree que no le va a pasar y no se da cuenta de que esto te puede pasar de manera insospechada, porque el fascismo es así. El fascismo en Argentina hizo desaparecer a gente que militaba o era amigo de gente que militaba o gente que sencillamente le caía mal. No se es consciente de la amenaza que supone en muchos aspectos.

Ya que hemos mirado al pasado con La canción de nuestra vida, no sé si uno cuando empieza a componer sus primeras canciones piensa que igual puede cambiar el mundo. Y no sé si ahora, treinta años después, eso se puede seguir pensando o ya nos hemos dado cuenta de demasiadas cosas.

No sé si puede contribuir a cambiar el mundo. Yo no creo que mi música haya cambiado el mundo, pero bueno, puedo haber cambiado las vidas de algunas personas que de repente se han sentido menos solas y se han sentido capaces a la hora de contribuir, de militar, de seguir peleando por una causa justa, de no caer en el cinismo y el desaliento. Quizás sí han servido en el sentido de haberse sentido acompañado, de saber que hay gente como tú que es exigente respecto a la política, que observa la realidad con una perspectiva crítica. Pero no sé hasta qué punto hemos sido capaces de construir un gran relato a la manera de nuestros padres, porque es verdad que el posmodernismo dijo que los grandes relatos se habían terminado. Por eso el 15M surge de la necesidad de una generación de escribir su propio relato. Y yo creo que igual que se abrió esa ventana de oportunidad y de posibilidad de manera insospechada, eso puede ocurrir en cualquier momento. Yo tengo fe en el ser humano, tengo fe en ese poso democrático que subyace en la mente de muchísima gente, quiero pensar que sí, y esa ventana del 15M se puede volver a abrir en cualquier momento. La ventana que de repente nos ofrece un paisaje diferente e ilusionante de la gente ocupando las plazas, los jóvenes recuperando el protagonismo en la política, poniendo en el centro del tablero las cosas que ellos creen importantes y les interpelan. Yo creo que eso puede volver a ocurrir.

Ya ocurrió una primera vez y se nos escapó entre los dedos demasiado rápido, casi sin darnos cuenta.

Es verdad que ahora pasa todo tan rápido que parece que fue hace muchísimo, y se han convertido en viejos los partidos que tienen muy poquitos años. Yo creo que eso es también la expresión de un modelo que agoniza, es como la crisis de 2008, la crisis de la pandemia. Es la expresión de una misma crisis que se cronifica y ante eso surgen nuevos liderazgos y está el empeño del sistema por apagarlos cuanto antes. Pero la brasa queda. El incendio parece que está apagado, pero de repente sopla el viento y vuelve la llama a aparecer.

Volvamos al presente musical de Ismael Serrano. Nuevo disco en septiembre, decíamos. Supongo que podremos escuchar antes nuevas canciones y que habrá gira de presentación.

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Sí, vamos a sacar varias canciones nuevas antes de la salida del disco, prácticamente una por mes, preparando un poco el terreno de la gira también. Incluso vamos a hacer algo que me apetece mucho, que es un par de conciertos antes de la salida del disco donde vamos a estrenar alguna de las canciones porque me apetece también ese reto de que alguien las escuche por primera en un teatro antes de publicarlas. Vamos a dar unos pocos conciertos así, sale el disco y emprendemos la gira que empezamos por Latinoamérica en otoño, por Argentina, Uruguay y México, y luego ya en diciembre empezamos por España.

En La canción de nuestra vida retrocede hasta los días de "litrona y universidad". ¿Es el éxito tal y como lo imaginaba entonces o ha resultado ser algo bien distinto?

La verdad es que el éxito era algo tan vago y envuelto en una niebla tan lejana que no sé si esto era la idea del éxito. Desde luego, el camino hasta aquí ha sido bonito, está siendo emocionante y sí se parece un poco a lo que yo soñaba. La posibilidad de hacer giras como las que he hecho... yo me atreví a soñar todo esto aún siendo consciente de la dificultad. Nuestros sueños llegan siempre lejísimos, así que yo templaba los ánimos para no convertirme en alguien frustrado. Pero dedicarme a la música como me dedico, llegar al corazón de algunas personas, recorrer el mundo, compartir escenario con gente a la que he admirado tanto desde siempre, sí es un sueño que se parece bastante al sueño del pibe, como dicen los argentinos. Incluso lo supera en muchos aspectos, así que estoy muy agradecido.

"Mirar atrás no te convierte en un nostálgico. La nostalgia es pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor", plantea Ismael Serrano (Madrid, 1974), quien se revela precisamente contra esa visión de tiempos pretéritos con La canción de nuestra vida, primera composición de adelanto de su próximo disco de estudio con material original, que llegará a la vuelta del verano, en septiembre, y al que seguirá la correspondiente gira de conciertos. De eso y de mucho más conversamos con el cantautor madrileño.

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