El otrora venerado Valery Gergiev ha perdido en cuestión de días todo lo que tenía. Y la lista abruma: despedido como director de la Orquesta Filarmónica de Múnich y cancelado unilateralmente por La Scala de Milán, el Carnegie Hall y la Ópera del Metropolitan de Nueva York, la Filarmónica del Elba o la Filarmónica de Viena.
También se ha quedado, entre otros más, sin la batuta de director musical del Festival suizo de Verbier y de otro que la orquesta de Rótterdam suele realizar en su honor. El músico ruso, protegido de Vladimir Putin y miembro del Consejo para la Cultura y las Artes del Kremlin, ha respondido con silencio a las peticiones de una condena expresa de la invasión de Ucrania y ahora recibe en cascada malas noticias profesionales como respuesta desde todos los puntos cardinales.
No les ha temblado el pulso a todas estas instituciones (y no son las únicas, hay más) a la hora de dar por terminada su relación con el maestro ruso. Y no deja de crecer el listado de vetos diversos a artistas rusos si abrimos el foco y nos fijamos en festivales de cine o certámenes musicales como Eurovisión. Una dinámica que se extiende también a eventos deportivos de todo tipo y condición, con el Mundial de Fútbol al frente. ¿Hacia dónde vamos con esta deriva? Resulta complicado encontrar voces a favor de estas decisiones, todas ellas ya tomadas.
"La libertad de creación artística, igual que la libertad de expresión, son conquistas irrenunciables de nuestras democracias liberales", remarca a infoLibre el director del Círculo de Bellas Artes (CBA) de Madrid, Valerio Rocco Lozano, quien añade: "Yo estoy horrorizado por esta invasión inaceptable, como casi todo el mundo, pero creo que las instituciones culturales, en este caso los teatros de ópera que están cancelando los contratos por pedirle una condena explícita de la invasión, se están extralimitando".
Gergiev es la cabeza de turco en esta oleada de vetos a los artistas rusos, pero no la única. También se están viendo afectada la soprano Anna Netrebko quien, a pesar de haber condenado la invasión de Ucrania, ha anunciado un retiro temporal tras haber recibido igualmente presiones para posicionarse más firmemente contra la Rusia de Putin. Así las cosas, no actuará finalmente el 3 de abril en el concierto de 175 aniversario del Liceu de Barcelona, aunque mantiene por ahora otra fecha prevista para el 24 de julio en el Teatro Real de Madrid.
Ante esta situación, el Liceu subraya su compromiso a favor de la paz y el rechazo a la guerra, condenando cualquier expresión de violencia y reafirmando la necesidad de abordar el conflicto desde el respeto y la palabra. Su director artístico, Víctor García de Gomar, remarcó este martes que el Liceu es un espacio "muy sensible, que busca responder siempre desde el arte y no desde la confrontación, siempre buscando el diálogo y pensando que el escenario es un espacio de libertad".
En línea similar va el presidente del Ateneo de Madrid, Luis Arroyo, quien plantea que le cuesta "mucho aceptar una cancelación incluso cuanto más consenso internacional hay, con todas las orquestas y teatros censurándolos". "Vivo con especial sensibilidad todo lo que suene a política de cancelación y de mezclar el arte con la política. Él es un director de orquesta que te gustará más o menos. Hay que respetar la independencia del arte mientras no entre en delito de odio, por decirlo así. Y no veo que este señor haya entrado en un delito de odio, simplemente se ha negado a condenar. Entiendo que él sabe perfectamente lo que hace y ha medido estas consecuencias", reflexiona.
Y prosigue Arroyo: "Gergiev ha aceptado condecoraciones del régimen de Putin, se manifestó a favor de la invasión de Georgia. Hay tantísimos ejemplos de gente que ha convivido con el poder... ¿qué haríamos con Sara Montiel, Lola Flores o Pirandello? A mí me parece que el arte es arte y a pesar de que a veces nos genere dolor de estómago hay que dejar que siga. Porque, si no, entramos en un clima de cancelación que es nefasto para la cultura".
El caso de Gergiev es, evidentemente, un caso extremo, puesto que es resultado de una amistad de más de treinta años con Putin, durante los cuales el músico se ha definido "reiterada y públicamente a favor del nacionalismo extremo", destaca Rocco Lozano, quien añade: "No nos engañemos, eso no es tan distinto de la ideología del tercer partido político ahora mismo en España que, nos guste más o menos, cuenta con millones de votos por parte de españoles, muchos también del terreno de la cultura".
"A mí esa ideología me parece execrable", continúa el director del CBA quien aclara que a pesar de ello, nunca va a pedir a los artistas, músicos o pintores que trabajen con su institución que "expresamente condenen una determinada ideología política, una determinada guerra o lo que sea". "Me preocupa que se coarte la libertad de creación artística de personas que al fin y al cabo tienen una opinión política determinada", admite.
¿Se debe seguir estudiando la obra de Martin Heidegger o Leni Riefenstahl a pesar de ser nazis?
En esta línea, y como profesor de Filosofía en la Universidad Autónoma de Madrid, recuerda Rocco Lozano que desde hace muchos años existe el debate de si debería debería dejarse de estudiar a Martin Heidegger en las facultades por su manifiesta adhesión a los nazis: "Y muchos pensamos que no, que Heidegger, a pesar de sus simpatías nazis, fue un grandísimo pensador que hay que conocer y estudiar también para poder criticar aquellos planteamientos políticos que no nos parecen aceptables".
El cineasta Borja Cobeaga pone otro ejemplo comprometido al recordar que "Leni Riefenstahl era nazi pero innegablemente una gran cineasta". Y plantea que obligar a posicionarse política es un "frentismo" que deja fuera del foco "un montón de grises", al tiempo que destaca que en Rusia hay protestas contra la invasión y la gente "se está echando a la calle", por lo que es importante no generalizar más allá de la personificación en casos puntuales como los mencionados.
Abre otra puerta de debate Cobeaga, además, al considerar "contradictorio" que la Academia de Cine Europeo excluya a las películas rusas de los premios de este año o que los festivales les cierren igualmente las puertas, ya que muchos artistas rusos son contrarios al régimen de Putin. "Están silenciando las voces discordantes y eso tiene un efecto paradójico", plantea a infoLibre, hablando al tiempo de cierta superioridad moral por parte de quien impone los vetos.
Y remata: "Así estás quitando difusión a una obra que a lo mejor es una crítica a Putin, precisamente. El cine ruso que se ve en los festivales no es de propaganda, sino todo lo contrario. Es como si dices 'no vamos a representar esta obra de Lorca porque Franco gobierna en España'. Eso sería ridículo".
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Desde el Ateneo, Luis Arroyo insiste en que "hay que proteger al arte y a la libertad de pensamiento incluso aunque se nos estomague", lo cual no quiere decir, aclara, que él apoye la invasión de Ucrania. "Nada más lejos de la realidad. Yo no daría la voz ahora en el Ateneo a la Embajada de Rusia, pero creo que hay que ser muy prudente a la hora de cancelar el arte".
Para el director del CBA, por su parte, toda esta deriva de vetos y cancelaciones nos lleva a una "fractura" que impide una verdadera "lucha de ideas". "Deberíamos convencer y argumentar, pero atacando directamente a personas se refuerzan posiciones extremistas y se fomenta un sentimiento de victimismo y persecución que es muy peligroso", propone, para acto seguido afirmar que "estamos cediendo a un impulso autoritario que, curiosamente, es muy parecido al de Putin".
Dentro de esa lucha de ideas, el CBA está preparando una campaña mediática posicionándose en contra de la invasión de Ucrania y, al mismo tiempo, rescatando también "toda la tradición literaria, artística y musical rusa a favor de la paz". "Porque Rusia es un país con una increíble cultura que a lo largo de siglos también ha dado testimonios para defender la paz", destaca Rocco Lozano. Y remata Cobeaga: "De lo que no cabe ninguna duda es de que Putin es lo peor del autoritarismo, un hombre terrible y un archimalvado de James Bond".
El otrora venerado Valery Gergiev ha perdido en cuestión de días todo lo que tenía. Y la lista abruma: despedido como director de la Orquesta Filarmónica de Múnich y cancelado unilateralmente por La Scala de Milán, el Carnegie Hall y la Ópera del Metropolitan de Nueva York, la Filarmónica del Elba o la Filarmónica de Viena.