Pablo Und Destruktion: "Estamos todos obligados a participar en este fin del mundo, no hay escapatoria"

Pablo Und Destruktion (nacido Pablo García Díaz en Gijón en 1984) regresa con un cancionero a lo bonzo con ecos de folklore, canción protesta, rock alternativo de autor y espíritu punk. La disidencia, persistentemente, por bandera. El resultado es Te quiere todo el mundo (Raso Estudio, 2025), un compendio de doce canciones con orquestaciones y toda su enjundia, en las que el artista asturiano canta su verdad con una honestidad brutal. La misma que tiene cuando habla.
¿Qué es Te quiere todo el mundo?
Esto surgió en un concierto del verano pasado en el Prestoso, donde a Javi Ferrara le dio la ventolera de empezar a cantar "Pablo Und Destruktion, te quiere todo el mundo", después de haber tenido ya mis cancelaciones. Ese fue el primer festival mediano en el que tocaba en un tiempo y así decidí este título. También por lo papal (risas) de Juan Pablo II.
Es un título ya de primeras bien irónico, principalmente unido al nombre de Pablo Und Destruktion.
Sí. A la vez también es una actitud ante conflictos, con lo que se juega con las cancelaciones y estos percales. Este disco para mí es muy resolutivo ante estas cuestiones. Te quiere todo el mundo tiene también un poco de autoayuda.
¿Qué encontramos en el disco? ¿Canción de autor, canción protesta, rock? ¿Todo eso y más?
Canciones clásicas, tradicionales en el sentido eterno de la palabra, no del pasado. Trato de coger elementos muy clásicos, con orquestaciones, de canción casi 'Jacquesbreliana' —de Jacques Brel—, pero a la vez la mezcla y el máster lo hizo Aarón Morris, un chaval muy joven, que le daba elementos más contemporáneos. Y las letras son como una gran catarsis, una gran purga a toda esta época de mierda, tratando de enfrentarse a ella con alegría y empuje también.
¿Por qué una época de mierda?
Esta situación de caos que estamos viviendo ahora, que no podemos obviar, viene precedida por multitud de síntomas y señales de que la sociedad está fallando en cuestiones económicas, políticas, culturales, sentimentales, religiosas... esto hace tiempo que lo traté de canalizar a través de una novela que escribí, La bestia colmena, y me tomé en serio todo eso hasta el punto de que vivo en una aldea, ayudo a vecinos que tienen ovejas, otros que tienen huerta, también a otros que se dedican a la autodefensa... Sin ser preparacionista majara, pero sí previsor. Creo que el mayor conflicto siempre es espiritual, y que por mucho que se tengan las ovejas o la huerta lo que hay que tener es fortaleza de espíritu, y este disco a mí me ha servido para fortalecer mi propio espíritu y tiene el objetivo de fortalecer espíritus ajenos.
Vives en Piloña, bien cerquita de Rodrigo Cuevas y su Benéfica. ¿Cómo se cuela todo ese punto rural en estas canciones? Hemos visto con el apagón, el fin del mundo empieza por las ciudades pero en los pueblos hay otro tipo de resistencia.
Sí. Pero a la vez por ejemplo no hay escapatoria. Yo llevo viviendo muchos años en pueblos. Me fui a vivir a Berlín hace trece o catorce años y duré quince días. Volví y me metí en un pueblo de Villaviciosa en el que estaba yo solo, directamente. Luego estuve en Nava, en otro concejo, y acabé comprando casa en Piloña hace cinco años, donde la semana pasada tocó Yerai Cortes en La Benéfica. Quiero decir que los mismos elementos que te puedes encontrar en Madrid te los puedes encontrar allí, con lo bueno y con lo malo, con lo cultural y creativo pero también con lo ideológico y controlador que implica la propia ideología. Sí que tienes el contacto con la tierra y la realidad, que permite que las ideologías se suavicen, pero eso está ahí también. En cualquier caso, estamos todos obligados a participar en este fin del mundo, no hay escapatoria, aunque sea desde una aldea.
¿Es la verdad la espina dorsal de Te quiere todo el mundo? ¿Es la verdad más necesaria que nunca?
Yo creo que sí. Es necesaria la verdad. La verdad existe, no es relativa. Hay que ser muy soberbio para apropiarse la verdad absoluta, pero todos conocemos verdades parciales. Este disco tiene muy presente todo esto y trato, precisamente, a partir de experiencias vitales, de transmitir verdades personales que van asociadas, pero también encontrar y compartir las verdades universales en la experiencia personal.
El disco se abre con Una proposición decente, donde hablas del derrumbe de las sociedades occidentales o la tercera guerra mundial. ¿Así de pesimista?
Pesimista esperanzado. Llevo dando por sentado el fin del mundo muchos años, tantos que me he tratado de imaginar la continuación y cómo puede uno salir adelante tras todas estas debacles. Y es, sobre todo, con fortaleza de espíritu, amor (separado del enamoramiento, porque son cosas diferentes) y confianza en la providencia, tratando de mantener a las personas queridas. El último refugio que vamos a tener cuando todo se vaya a pique, es tratar de encontrar y proteger a nuestros seres queridos, y que sea una protección mutua. Es muy primigenio y natural al final.
Para encontrar a esos seres queridos y protegernos igual el primer paso es reconocernos como personas tóxicas. Tú haces ahí una confesión muy honesta.
Sí. Y cuando tú dices verdades que son incómodas para ti mismo, normalmente implica dolores y martirios también, que desaparezca gente que está a tu lado de manera ficticia pero luego que aparezcan otras.
"Fantaseo con la guerra, con la destrucción total del planeta", cantas en Una persona tóxica.
Así es. En los años sesenta no creo que la gente estuviera fantaseando con la destrucción total del planeta porque se venía de eso, de la Segunda Guerra Mundial, y fue por eso una época muy florida. Ahora llevamos décadas en discursos apocalípticos y en momentos como el covid, en los que realmente se apoderaron ya no de mí, sino del planeta. Es importante reconocer eso como forma de liberarnos de esa maldición y ser capaces de imaginar algo constructivo más allá de esa destrucción total... Aunque el fin del mundo nunca es total, siempre son revelaciones. Te revela convenciones porque el mundo es una construcción inabarcable, siempre va a haber algo que siga. Pero reconocer que uno proyecta la mente hacia ahí, muchas veces como producto de ansiedades, te impide proyectarla hacia ideas más edificantes.
Y no contento con lo anterior, esta estrofa tan desafiante: "Quizás puedo apuntarme a la Cruz Roja, al PSOE, a una logia o simplemente tirar al mar a un niño al que después yo salvaría. Para él, abrazos y para mí, un halo de gloriosa santidad".
Hay mucho de eso en la política de la buena intención, en crear un problema cuando ya tienes prevista la solución para rodearte de un halo de gloriosa santidad. El santo no presume de su santidad ni se mete en asociaciones de santos (risas), hace lo que tiene que hacer, normalmente lo paga con su vida y ahí queda. No hay nada más tóxico que empuñar la bandera del bien, sea cual sea ese bien. Algo que traté de sintetizar en esa frase (risas).
En las redes sociales te muestran muy crítico con cierto tipo de izquierda. ¿Es desilusión?
Yo viví el 15M muy de cerca y antes estuve veinte años militando en el anarcosindicalismo. No es criticar a la izquierda desde una lógica de la derecha, pero sí desde una lógica más o menos ácrata de negación de esas falsas disidencias, de esas formas de partir a la sociedad, que en muchos casos son excusas para trepar. He sido crítico pero con cariño también, porque todos la cagamos, pero sin condescendencia, tratando de quitarnos cuanto antes las caretas y empezar a organizar a la sociedad de una manera más honrada.
Otra canción es Dementocracia. ¿Estamos en una democracia demente? Se dice mucho que pensábamos que las democracias iban a durar para siempre y ya no estamos tan seguros de ello.
Eso ya lo veía Aristóteles, que identificaba la parte corrompida de la democracia como la oclocracia, que es lo que tenemos. Al no ser un régimen vertical, la democracia permite un ascensor social que a veces es bueno durante una época, pero también puede ser perverso porque permite que ocupen puestos de poder gente que no se lo merece. Cuando eso pasa, la sociedad falla. Lo estamos viendo y es cíclico, igual que las dictaduras no son malas por definición y tienen períodos positivos hasta que se convierten en tiranías. Eso que ya lo sabían en la Grecia clásica nosotros lo olvidamos porque entramos en el progresismo fundamentalista religioso y creíamos que todo iba a mejor. Mi generación, cuando teníamos quince años, no dudaba del progreso, pero ahora prácticamente nadie cree en el progreso porque el tiempo no es lineal, sino espiral, y hay períodos de bonanza y de crisis. La vida es conflicto y uno no se puede apartar ni con falsos dioses, como la idea del progreso, que es tan falso dios como la idea de la decadencia permanente.
¿Cuál es la fortaleza de España en ese contexto?
España tiene una grandísima fortaleza. Nos queda el amor fraternal, la simpatía y algo que consiguió España que era la universalidad, pues durante siglos logró que los territorios conquistados fueran el país. Yo siempre digo que un inmigrante latinoamericano con un salario medio es indistinguible sociológicamente de un español, y esa es la fortaleza que tenemos. Reivindicar esa dimensión fraternal de la camaradería es, además, algo muy humano y muy necesario en esta época de inteligencias artificiales, de tecnocracia bestial. Lo digo en Sé lo que eres, camarada, ese sentarte con un vaso y un plato de comida y ser capaz de entenderte con cualquiera, de buscar lo universal en lo particular del otro. Eso es para mí lo que mejor define a lo español y lo veo muy importante para esta época.
¿Quiénes son esos Artistas contra la cultura a los que dedicas otra canción?
Esta es una idea que tuve de hacer una organización de artistas que estábamos en contra de la idea de cultura del Ministerio de Cultura y de toda esa institución que, como suele ocurrir, va muchas veces en contra de lo que quiere defender. Básicamente habla de lo que en Asturias llamamos el 'atechao', el artista complaciente, el trovador de corte, el artista subvencionado que no tiene ideales y que, de hecho, los va cambiando en función de quien le pague. De eso hemos visto mucho, porque el arte autogestionado ha sido tomado por el arte institucional. Ya casi no queda un local autogestionado en España que no tenga una subvención que lo convierta en institucional. Muchos se han subido a ese carro, se han convertido en supuestos revolucionarios 'atechados', que es un síntoma de hipocresía. Y la hipocresía sostenida en el tiempo se convierte en esquizofrenia. Yo traté de hablar con compañeros, pero cuando vi que no podía hice esta canción, también para recordármelo a mí mismo, porque cada día uno tiene que tener presente qué alianzas establece y qué ataca.
Prefiero que me paguen mis vecinos o gente llana que dice 'yo confío en este chaval', a vivir con el grueso de mi supervivencia artística y personal de grandes instituciones
¿Mantenerse independiente es esencial para un artista?
Sí. Aunque la independencia siempre es relativa, pero te mantienes dependiente de una inspiración o de unos ideales, de algo que no es una institución y que desde luego no es tu pagador. Por eso prefiero que me paguen mis vecinos o gente llana a nivel personal que dice 'yo confío en este chaval', a vivir con el grueso de mi supervivencia artística y personal de grandes instituciones. Que en España ni siquiera es que sean subvenciones estatales, son casi todas europeas que llegan a los ayuntamientos y a las comunidades y ellas reparten. Y lógicamente Roma no paga a traidores. Eso genera ese falso activismo para hacernos creer a nosotros mismos que seguimos en la trinchera.
¿Cuáles son los planes ahora que ya está este nuevo disco ahí fuera? El 23 de mayo hay presentación en la Sala Copérnico de Madrid.
Vamos a ver en qué momento del fin del mundo nos pilla la salida del disco y la gira. Yo lo tenía planteado para hacer muchos conciertos pequeños en pueblos, tanto en el mío, como ya hice en pandemia, como otros. Vamos a ver qué conciertos salen también del circuito más oficial y luego una gira de salas. Siempre iremos a ciudades pequeñas y a pueblos porque me inspira mucho y me gusta que se dé ese tipo de relación, pero es un disco que tiene mucha orquesta, está muy bien arreglado, y también intentaremos hacer algunos conciertos en los que todo eso luzca, como el de Madrid.
El gran problema del capitalismo es que sustituye el valor en su dimensión cualitativa, que es valentía, por el valor en su dimensión cuantitativa, que es el precio
Nadie va a tocar a Soria o a Zamora, son ciudades que nunca salen en las giras. ¿Ahí quieres llegar?
Totalmente. Y luego muchas veces la gente se va a Latinoamérica a perder dinero, en vez de ir a provincias aquí, que aunque sea poco algo vas a ganar. Y ganas mucho calor humano en este tipo de encuentros en los que hay mucha franqueza. Cuando salimos de la pandemia nos montamos una gira por casas porque no podía tocar en ningún puñetero lado, cumpliendo las reglas de entonces, y fue guapísimo porque la gente te daba su corazón aparte de un cordero o unos percebes de un amigo marisquero. Así se comparte algo que es lo que en buena parte me inspira después a la hora de componer, con lo que a mí me permite seguir en el oficio, que es de lo que se trata.
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Hay un libro de René Guénon que se llama El reino de la cantidad y los signos de los tiempos, que va explicando este proceso apocalíptico de cómo el número va sustituyendo al espíritu. El gran problema para mí del capitalismo es que sustituye el valor en su dimensión cualitativa, que es valentía, por el valor en su dimensión cuantitativa, que es el precio. Cuando a esto le sumas big data, redes sociales que sustituyen también la amistad real cualitativa por un número que te dice cuantos amigos tienes, tiene muchas implicaciones que estamos viendo. En el camino de vuelta, no hay nada más anticapitalista que ser valiente. El camino de vuelta y de salida de este marasmo es tratar de ser un poco valiente cuando aparecen conflictos, que la vida nos pone todo el rato.
¿Eso es el éxito para Pablo Und Destruktion?
Me da mucha satisfacción haberme demostrado en determinadas circunstancias ser un poco valiente. Eso me deja tranquilo y el mayor éxito es poder estar en paz con uno mismo cuando se me presentan los conflictos. Cuando lo haces mal, que yo lo he hecho estrepitosamente mal muchas veces, reconocerlo y tratar de mejorar para que cuando se te vuelva a presentar otra oportunidad puedas hacerlo bien.