El mallorquín Agustí Villaronga no ha logrado esta vez la unanimidad con su nuevo trabajo, El rey de la Habana, traslación de la novela Período especial, sobre la Cuba castristaque rodó en República Dominicana y ha presentado este miércoles en el Festival de San Sebastián junto a la georgiana Moira, de Levan Tutberidze. Ambas son de los pocos estrenos internacionales que presenta la selección de 2015, y coinciden con la mayoría de las cintas ya presentadas en sus visiones pesimistas de la existencia en las que la muerte, de una u otra manera, es una constante.
El rey de La Habana tiene su origen en el relato del periodista Pedro Juan Gutierrez, al que Agustí Villaronga ha sabido ser fiel. La película fue rodada íntegramente en República Dominicana, aunque con actores cubanos: algunos debutantes, como el protagonista que encarna a Rey, Maykol David Tortolo, quien comparte reparto con Yordanka Ariosa y Hector Medina, entre otros.
El director de Pa negre pone en escena a estos personajes viscerales, carnales y divinos, que solo poseen una vida que no valoran demasiado. Les caracterizan la pasión y unas marcadas personalidades, en el escenario de la Cuba de los años noventa. Es lo más crudo de ese "período especial" tras la caída de la Unión Soviética, con todas sus carencias y su crudeza, y los protagonistas intentan desdramatizar la situación como sólo los cubanos saben hacerlo, a ritmo de salsa, sexo y supervivencia extrema, una fantástica combinación.
Reynaldo es un muchacho menor de edad al que detiene la policía y encierra en un correccional acusado injustamente de la muerte de toda su familia. Cuando después de un tiempo consigue escapar, volverá a reencontrarse con lo poco conocido que le queda del pasado. Allá en su barriada será acogido por una antigua vecina, que es la encargada de iniciar al chico en los ardores carnales, y bautizarlo con el título de El rey de La Habana.
La hija de esta, Magda, ya no vive con ella. Fue siempre el "oscuro objeto del deseo" de Rey, pero el destino se encargará de poner a la morena de nuevo en su camino. La chica malvive vendiendo cucuruchos de maní y acostándose con ancianos incautos, y se refugia en un edificio casi en ruinas en el centro de la ciudad. En el cuarto de al lado vive Yunisleidy, una mujer transexual que se enamorará del pícaro Reynaldo. Y así el chico se "desaparecerá", y compartirá lecho con una y otra, jugando al escondite sobre todo a los ojos de Magda, mujer posesiva, celosa y hechicera. Brillantes interpretaciones, una dirección y adaptación impecables de este universo cubano.
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La posterior rueda de prensa no tuvo desperdicio. El elenco iluminó con su alegría, fuerza y belleza el interior del Kursaal, ya que por circunstancias meteorológicas adversas la sesión fotográfica no pudo realizarse en el exterior junto al mar en el malecón donostiarra. Villaronga comentó a los medios que el rodaje fue muy duro, que todo es tal y como se muestra, que rodaron en un vertedero, con todo lo que ello conlleva. "Todo era verdad, la suciedad, la lluvia, los edificios... No hubo atrezo ni efectos especiales", dijo.
La segunda cinta del día siguió con la tragedia casi griega (en este caso georgiana) Moira, del director Levan Tutberidze. En ella, nos presenta a Mamuka, que después de salir de la cárcel vuelve a su hogar desestructurado, para intentar cambiar las cosas. Su hermano se siente atraído por una chica, relación que la familia de ella no aprueba.Tenemos a un padre postrado en una silla de ruedas, y a una madre ausente, que se dedica a cantar en Grecia, y que no puede volver por que si incumple su contrato será amonestada materialmente.
Mamuka intenta enfrentar esta situación, y poner la familia en orden. Tras hipotecar su casa, y recibir dinero de un amigo, comprará un barco, al que llamaran Moira. La cinta no ha disgustado del todo, pero es muy lenta, con un guión algo pobre, que luego coge algo más de ritmo a su final.
El mallorquín Agustí Villaronga no ha logrado esta vez la unanimidad con su nuevo trabajo, El rey de la Habana, traslación de la novela Período especial, sobre la Cuba castristaque rodó en República Dominicana y ha presentado este miércoles en el Festival de San Sebastián junto a la georgiana Moira, de Levan Tutberidze. Ambas son de los pocos estrenos internacionales que presenta la selección de 2015, y coinciden con la mayoría de las cintas ya presentadas en sus visiones pesimistas de la existencia en las que la muerte, de una u otra manera, es una constante.