La compra de Alfaguara y sus sellos literarios por parte de Random House es el último de una serie de movimientos que han rediseñado el panorama editorial no ya en España, ni sólo en los países de habla hispana, sin en el mundo entero.
La venta de esas editoriales obedece a las enormes dificultades que atraviesa el menguante Grupo Prisa y a la voracidad insaciable de un grupo alemán, de nombre Bertelsmann, cuyo nombre no figura en los titulares, ni siquiera en las denominaciones comerciales, pero que está detrás de todo.
Entender lo que sucede, y qué representa, exige recordar que Alfaguara entró a formar parte del Grupo Santillana en 1980, y luego echar la vista atrás. No muy atrás. Si nos lo permiten...
ACTO PRIMERO. Escena primera.
Noviembre de 2012. Está siendo un año difícil en el mundo editorial. La crisis sigue haciendo estragos... y lo que nos falta por ver. Pero, ya se sabe que los apuros de unos son oportunidades para otros. Ejemplo: el grupo alemán Bertelsmann, dueño de la editorial Random House, y el británico Pearson, propietario de Penguin, aprovecharon la coyuntura para unir sus destinos.
ACTO PRIMERO. Escena segunda.
Apenas una semana más tarde, Bertelsmann anunció la compra del 100% de Random House Mondadori, su división editorial en España y América Latina, de la que hasta ese momento controlaba la mitad.
“Bertelsmann cree en el potencial comercial y creativo de la industria editorial. Al adquirir la totalidad del capital de Random House Mondadori tenemos la oportunidad de mejorar nuestra posición en el mercado editorial español y el acceso a los mercados hispanohablantes en crecimiento de América Latina", dejó escrito en un comunicado Thomas Rabe, presidente y director ejecutivo de Bertelsmann.
ACTO SEGUNDO. Escena primera.
18 de abril de 2013. El Confidencial tiene una exclusiva: "Santillana vende Alfaguara y sus sellos literarios a Random House".
Las dificultades del Grupo Prisa, que lidera Juan Luis Cebrián, no son un secreto, el runrún llevaba semanas en marcha. En esos días, un editor me dice: "Lo anunciarán el día 23", el Día del Libro. Sí, son muchos los que lo dan por hecho.
En la información de El Confidencial se decía además que Santillana iba a quedarse con la división educativa, infantil y juvenil "para no perder influencia en Latinoamérica". Lógico, teniendo en cuenta que venía de alcanzar un acuerdo en virtud del cual recibían un préstamo de 25 millones de euros otorgado por IFC, miembro del Grupo Banco Mundial, para "mejorar el acceso en América Latina a un currículum educativo de alta calidad basado en el desarrollo digital de contenidos, servicios y otras herramientas que permitan afrontar los retos educativos del siglo XXI", el llamado Sistema UNO. Sin embargo, nada ocurrió.
ACTO SEGUNDO. Escena segunda.
Octubre de 2013, Feria del Libro de Fránkfurt. Aún no ha pasado un año desde el doble movimiento descrito. Markus Dohle, director ejecutivo de la flamante Penguin Random House, parece contento. La compañía que preside es un coloso que controla el 40% de los títulos comerciales publicados en inglés y opera en 100 países.
Satisfecho, pues, pero no colmado. Siguiente reto: el mercado en español. Dohle sabe que hay 500 millones de hispanohablantes en el mundo. Y que muchos, incluso, leen.
ACTO SEGUNDO. Escena tercera.
En diciembre de 2013, la Junta de Prisa aprueba un acuerdo de refinanciación de su (gran) deuda. El consejero delegado del grupo, Fernando Abril-Martorell, dice: “Ninguno de estos métodos obliga a la venta de ningún activo en particular, ni en un momento determinado ni con una determinada valoración”, y señala que la compañía continuará promoviendo procesos de “desinversión de activos considerados no estratégicos, de forma particular en lo que se refiere a los activos audiovisuales”, aunque siempre que las ofertas estén “en los rangos de valoración que estimemos adecuados”.
Al poco, El Confidencial vuelve a la carga: la venta está hecha. Sin embargo, los interesados desmienten la información. En las semanas siguientes todos jugarán al despiste.
ACTO TERCERO. Escena primera.
Finales de febrero de 2014. Alfaguara, sello bandera de Prisa Ediciones, convoca una rueda de prensa para anunciar los festejos de su cincuentenario, unos fastos que de hecho ya empezaron en la última Feria del Libro de Guadalajara. Pilar Reyes, directora global de Alfaguara-Taurus-RAE, y María Fasce, directora de Alfaguara Internacional, repasan la historia (que ahora se puede recuperar en el mini site) del sello y reivindican el "espíritu de Jaime Salinas".
Al final, cuando se les pregunta cómo se trabaja cuando los medios anuncian una y otra vez la venta de la empresa, la respuesta suena a cualquier cosa menos a un "estamos a salvo". "Hacemos abstracción —dice Reyes—. El mandato empresarial es comprar los mejores libros y seguir trabajando. Lo demás será una decisión de los accionistas".
ACTO TERCERO. Escena segunda.
19 de marzo de 2014, día del padre. Ha pasado casi un año desde aquella primera información. Ahora sí que sí. "Santillana, grupo editorial controlado mayoritariamente por Prisa, ha alcanzado un acuerdo con Penguin Random House para la venta de sus ediciones generales (...). No se han incluido en la operación de venta las obras y actividad de Alfaguara Infantil y Juvenil que se dirigen al canal educativo, que seguirán en Santillana".
Los deseos expresados por Thomas Rabe se han hecho realidad. Han conseguido los sellos Alfaguara, Taurus, Suma de Letras, Aguilar, Altea, Fontanar, Objetiva y Punto de Lectura en los 22 países donde tienen presencia: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, España, EEUU, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Portugal, Puerto Rico, República Dominicana, Uruguay y Venezuela, lo cual les coloca en posición privilegiada tanto en los mercados de habla española como en el gigante portugués, Brasil.
ACTO TERCERO. Escena tercera.
El día 20, Alfaguara entrega su premio literario, que se publica simultáneamente en todos los países donde la editorial tiene sede. Hay interés por conocer el nombre del premiado, aunque las conversaciones giran en torno al cambio de manos.
En el ambiente hay resignación. Prisa acumulaba a final del año pasado una deuda de más de 3.200 millones de euros, la necesidad de ingresar dinero era imperiosa y la venta de sus ediciones generales, a pesar de los resultados decrecientes de los últimos años, era la opción más fácil. (Y la que menos problemas soluciona, porque la carga es Digital Plus).
Cosa distinta es entender el precio ("low cost", se ha dicho; también: "un verdadero saldo") acordado. Entender si se ajusta a las expectativas de Abril-Martorell, recuerden: estudiaremos ofertas que estén “en los rangos de valoración que estimemos adecuados”. ¿Son 72 millones de euros "adecuados" para 8 sellos en 22 países?
Ahora todos parecen saber que en diciembre la compra estuvo a punto de cerrarse, pero que fueron las exigencias desorbitadas de Cebrián las que dieron al traste con la operación. Alguien me apunta que el precio no ha hecho sino bajar desde los "120 millones" (otros hablan incluso de 200) que se discutían hace unos meses. En fin. Según informaciones publicadas y no desmentidas, Prisa rechazó en 2009 una oferta de Pearson de más de mil millones por el conjunto de Santillana. De ser ciertas aquellas y estas cifras, la devaluación en apenas tres años habría sido enorme.
Y, al lado de la realidad económica, está la literaria.
Saber si, por hablar sólo de Alfaguara y sólo de sus autores en español, un catálogo en el que figuran Vargas Llosa (que llegó tras abandonar en 1997 Seix Barral, es decir, el Grupo Planeta), Pérez Reverte, Javier Marías (que ficho después de abandonar Anagrama en 1995 y con gran escándalo), Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Guillermo Cabrera Infante o Sergio Pitol merecía esta valoración.
Nuria Cabutí, directora general de Penguin Random House Grupo Editorial, aseguró que mantendrán "la identidad y la independencia de todos los sellos, así como los programas editoriales de ambas empresas. Los autores seguirán siendo nuestra principal prioridad". De hecho, me dicen que algunos autores (y aquí no hablamos ni de los mejores ni de los que más venden) están contentos, aunque quien me lo cuenta cree que se equivocan: "se piensan que ahora tienen abiertas las puertas del mercado anglosajón. Yo creo que es justo al revés".
¿Epílogo?
Ni que decir tiene que esta obra no está escrita en su integridad. Queda por saber cómo se concretará la fusión puesto que, de momento, los sellos siguen trabajando de manera independiente.
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También es obvio que muy probablemente nunca conoceremos en su integridad la realidad exacta de los actos y escenas aquí apuntados.
Lo único cierto es que el control de uno de los dos grandes grupos de edición en español ha dejado de estar en manos españolas, y que en el proceso de venta ha perdido gran parte de su valor.
Para saber por dónde sigue la historia, habrá que esperar.
La compra de Alfaguara y sus sellos literarios por parte de Random House es el último de una serie de movimientos que han rediseñado el panorama editorial no ya en España, ni sólo en los países de habla hispana, sin en el mundo entero.