Festival de San Sebastián
Ricardo Darín: "Tenemos un 10% de políticos hijos de puta que nos están aplastando la cabeza"
Para el actor Ricardo Darín, viejo amigo del Festival de San Sebastián, del que ha sido jurado, invitado frecuente y receptor del premio al mejor intérprete, los organizadores del certamen han reservado sus mejores galas: el escenario más lustroso (el Kursaal) y sobre todo la máxima atención del día, ya que sólo ha programado oficialmente una única película en competición, la rumana Pororoca (frente a otras jornadas con tres títulos). Así, el ritmo del concurso quedó sorprendentemente interrumpido.
Sin duda, el de Darín, el actor argentino más querido y popular en España, es un Donostia merecido, y con el mismo cariño recibido. El protagonista de El secreto de sus ojos, El hijo de la novia o TrumanEl secreto de sus ojosEl hijo de la noviaTruman, no muy predispuesto a hablar con los medios de uno en uno, agradeció la deferencia diciendo que este homenaje es "algo muy lindo", que le ha obligado a "mirar hacia atrás", cosa que normalmente no hace, "y recordar cosas, sensaciones, abrazos, amores...".
Darín, con pelo y barba poblados por exigencias de la película que filma en Madrid a las órdenes del iraní Asghar Farhadi, junto a Penélope Cruz (su mujer en la ficción) y Javier Bardem, llegó acompañado por La cordillera, la película que estrenó en Cannes, dirigida por Santiago Mitre, en la que interpreta a un particular presidente argentino "de provincias" enfrentado a los compromisos del poder.
"No puedo creer que todos los políticos sean unos hijos de puta. Soy de los ingenuos que cree que hay un montón de funcionarios públicos que se levantan y bregan por el bien común, pero tenemos un 10% de hijos de puta que nos están aplastando la cabeza", comentó Darín, quien, sin mojarse directamente en política, ha mantenido desde hace años una postura crítica respecto a las injusticias en su país.
Una vez más, el astro argentino mostró su cansancio sobre la otra cara de su moneda actoral, el anverso de los premios, los éxitos de taquilla y el prestigio, es decir la fama y la presión mediática: "No hay nada que disfrute más que estar con mi familia y tengo la sensación de que cada vez me cuesta más. Tiene que ver con cierta parafernalia alrededor de los personajes que trabajan en cine y teatro y no con el oficio en sí. A mí no me interesa la vida de los actores, me interesa su trabajo", sentenció.
El Día Darín ha elevado las críticas entre los enviados especiales de los medios sobre el cierto descontrol que exhibe la programación del festival, con jornadas de tres películas, con pases en cines y horarios diversos, frente al de este martes, con una sólo película y el horario estelar para La cordillera, que no va a concurso. El Festival de San Sebastián ha crecido mucho... demasiado. Se está volviendo inabarcable y difícil de seguir sin perderse eventos relevantes. Algunos de los festivales más importantes, como el de Toronto, han asumido que mayor no es necesariamente mejor, y han empezado a reducir su programación. Las películas fuera de concurso o proyecciones especiales no son equiparables a las de otros festivales internacionales, y el otro día un director francés protagonizó una espantada en su rueda de prensa cuando encontró la amplia sala de medios casi vacía. Ojalá, tras el festival, el director José Luis Rebordinos reflexione e imponga una agenda menos agobiante y más ordenada para que tanto esfuerzo no acabe diluido en el desconocimiento público.
Volviendo al filme del día, Pororoca, del rumano Constantin PopescuPororoca, es un largo melodrama que con paciencia de entomólogo realiza la autopsia de una relación de pareja y la crisis personal de un padre con sentimiento de culpa tras la súbita desaparición de su hija pequeña en un parque público. La acción se desarrolla a diferentes ritmos para seguir al hombre durante cerca de dos meses, reducidos a dos horas y media de metraje, bregando con su sentimiento de culpa, mientras intenta encontrar a su hija ante el desinterés policial. Popescu confesó que planea estrenar en su país una versión "extendida", porque en la "internacional", la exhibida aquí, "faltan cosas". Nos echamos a temblar... Uno puede entender que para contar el desembarco de Normandía o la Revolución rusa se necesiten tres horas de metraje, pero probablemente otro director podría contar esta historia en hora y media, y hasta quedaría mejor.
© Carolina G. Guerrero (San Sebastián) —NOTICINE.com