Corría el 2012, la crisis arreciaba y la compañía Ron Lalá estaba, como todas, a la intemperie. En medio de las dudas, cuando muchos buscaron cobijo en los caminos ya conocidos, a ellos se les ocurrió tomar el sendero escarpado. Hasta ese momento habían hecho textos cómicos contemporáneos con una buena dosis de musical. Pero decidieron lanzarse a los clásicos. Siglo de Oro, siglo de ahora fue la primera de una trilogía que ni sospechaban y que se completó más tarde con En un lugar del Quijote y Cervantina. El resultado: un espectáculo con cinco años de vida que no deja una butaca sin vender y que vuelve a los Teatros del Canal, en los que ya hizo temporada, del 26 de julio al 20 de agosto.
A falta de Álvaro Tato y Miguel Magdalena, quinta y sexta pata del conjunto, infoLibre reúne a Juan Cañas, Íñigo Echevarría, Daniel Rovalher y el director Yayo Cáceres. Están a un par de días del reestreno y asguran que solo han necesitado un par de ensayos para volver a sus gags en verso, inspirados por la métrica y la acidez de los entremeses de Lope o Calderón. Pero tienen, secretamente, la cabeza en otra parte. Su nuevo espectáculo, Crimen y telón, les llevará muy lejos de Shakespeare y Cervantes. Dicen que están ya "para empezar a ensayar". Pero esa es otra historia.
Pregunta. Estrenaron esta obra en 2012, en uno de los momentos más duros de la crisis. Cinco años después, ¿cómo se conserva?
Yayo Cáceres. Sigue teniendo vigencia. La crisis sigue existiendo como tal, que es el leit motiv de la obra, la comparación entre la crisis de ahora y la del XVII. Los políticos nos siguen engañando...
Juan Cañas. Sigue sin pasar nada...
Daniel Rovalher. ...en realidad tendríamos que haber extendido el texto.
Íñigo Echevarría. Sigue siendo importante hablar de lo que nos pasa en el día a día, a través del filtro clásico, ese espejo para conocernos mejor a nosotros mismos.
P. Poco después de que la obra se estrenara, empezaba a hablarse, sin embargo, de que la crisis estaba remitiendo. ¿Qué conclusión tendríamos que sacar de que siga la obra siga valiendo cinco años después?
Juan Cañas. Los pilares en los que nos fijábamos siguen existiendo. Lo que nos quieran vender es distinto. Cualquier noticia económica no tiene nada que ver con la situación real de la gente. Se siguen cerrando teatros, el cine sigue estando como está...
Yayo Cáceres. Y el humor sigue siendo la medida de la inteligencia de un pueblo. Una persona que no se ríe de sí misma y de lo que pasa, mal asunto. No te puedes reír de lo que no tienes superado.
P. ¿Hay algún tema o alguna broma que el público reciba de manera distinta ahora que en 2012?Daniel Rovalher.
Hay una escena en la que salen dos políticos, uno del Siglo de Oro y otro de ahora, que tienen un mismo discurso pero cada uno desde tu perspectiva. Y es quizás uno de los números en los que, en vez de la risa pronta y explosiva, tiene una cosa amarga detrás que a la gente le cuesta. Porque ve realmente dónde le estás poniendo la comedia. Y eso es más de pensar que de reírte.
P. ¿Cómo fue, en el proceso de creación, trabajar con un código con una cierta fama de solemne, e incluso de aburrido?Yayo Cáceres.
Pues eso: no haciéndolo ni solemne ni aburrido. Esos son prejuicios. Y es verdad que hay montajes aburridos, pero también los hay en el teatro, digamos, moderno. Esto tiene que ver con una concepción del teatro que tiene que ver con esto que decía Italo Calvino: con la levedad, con la velocidad, con la exactitud. La mirada arqueológica sobre el clásico es lo que hace que el clásico se quede viejo.
Íñigo Echevarría. En nuestro caso, el espectáculo fue fácil. Partía de una necesidad personal, empresarial y social. Fue una respuesta a la crisis y a nuestra crisis.
Juan Cañas. A la hora de meternos en los textos del momento, nos dimos cuenta de que la propia época nos daba la clave. Leímos algunas cosas que eran un calco de la situación actual. De hecho hay un texto que dice Íñigo, que es una especie de licenciado que va por la obra explicando algunos puntos. ¿Cómo es? "José Antonio Maravall...
Íñigo Echevarría. ...la cultura del Barroco, página 69. La economía en crisis, los trastornos monetarios, la debilidad del crédito, la vigorización de la propiedad señorial y el empobrecimiento de las masas generan un sentimiento amenaza e inestabilidad en la vida social y personal del siglo XVII que son la base del Barroco". A lo que Ron Lalá añade: "¿Les suena? ¿Siglo de Oro o siglo de ahora?".
Daniel Rovalher. Cuatro siglos antes...
Juan Cañas. ¿Y luego es...?
Íñigo Echevarría. "Crisis del planeta,/ golpe financiero,/ bien para el banquero, mal para el poeta".
Todos. "¡Al loro, señor,/ al loro, señora!/ ¿Siglo de Oro/ o siglo de ahora?".
P. ¿Les sorprendió encontrar un paralelismo tan evidente?
Juan Cañas. La verdad es que no. En el fondo, como tiene que ver tanto la crisis actual con el espíritu nuestro español, con esta cosa de pícaros como pueblo, de si puedo me lo llevo crudo... Cuando salta el banquero de turno que se le levanta un pufo y todavía tiene la cara de negarlo. ¡Eso sí es meterse en el personaje!
Daniel Rovalher. Sí, muy teatral.
Yayo Cáceres. Es lo que decía Jorge Asís de Argentina: "Argentina se puede salvar cobrando la entrada".
[Risas.]
Íñigo Echevarría. La conclusión aquí y ahora es que el ser humano tampoco cambia tanto a través del tiempo. Las querencias, los deseos, las vilezas y las necesidades pasan por los mismos sitios.
Yayo Cáceres. Pasa en la mayoría de los países esta sensación de que no va con nosotros. De que solo el de arriba es corrupto. Pero tú también lo eres si... aparcas en un lugar para discapacitados. Lo que pasa es que tu campo de espacio de poder es menor. Si fueras ministro...
Juan Cañas. Estoy convencido de que es el mismo proceso mental que los de los grandes ladrones: "Si la gente supiera el dinero que hay aquí, si no estoy haciendo nada...".
Daniel Rovalher. Y la cantidad de casos en los que la picardía es directamente proporcional a la importancia del cargo. La literatura lo refleja de manera perfecta. Cuando lees a Calderón y a Lope lo ves.
Íñigo Echevarría. También hacemos nuestra la frase de Cervantes: "La comedia ha de ser espejo de la vida, ejemplo de las costumbres y reflejo de la verdad". Tener una plataforma de exposición como un escenario nos dota de una responsabilidad que queremos ejercer. Queremos tener ese cable tendido hacia lo que pasa.
P. Cuando se estrenó la obra se empezaba a hablar de cómo el teatro estaba siendo capaz, más quizás que otras artes, de contar lo que pasaba. ¿Creen que se ha mantenido?
Yayo Cáceres. Sigue estando vigente, y cada vez más. El problema es cuando el teatro se embandera detrás de una ideología cerrada, porque se transforma en panfleto. Por eso —y esto es absolutamente personal— a mí no me parece interesante un escritor como Eduardo Galeano, que solo puedes leerlo si piensas como él. El espejo tiene que ponerse ante toda la sociedad, empezando por ti mismo. Nosotros tenemos un número en el que aparece un cantor protesta, y un censor le corta la mano, le corta la lengua. Pero luego está el pueblo, que pasa de apoyarle a decirle "No cuentes conmigo". Eso no está mal decirlo.
P. ¿Y en la escena teatral, perciben todavía un interés por reflejar la actualidad social?
Juan Cañas. Sí que en ese momento la sociedad hervía con el asunto, y con el tiempo la jugada ha sido maestra, porque la situación sigue siendo complicada, pero se ha asentado en las cabezas. Y además ha cundido cierto desánimo al comprobar que pasan los años y... no pasa nada. Hay una especie de bajar los brazos. La gente se acostumbra a que hay que cobrar menos, a que el IVA estuviera al 21%... Te siguen dando igual, pero te acostumbras.
Yayo Cáceres. Y apareció una posible alternativa... que resultó ser lo mismo. Así que es peor la situación ahora, porque no parece haber alternativa.
P. En un momento dado, sus personajes cantan a Talía, musa de la comedia: "¿Por qué no hay subvenciones/ si el teatro va de pena?". ¿Siguen preguntándose lo mismo?
Juan Cañas. En teatro, a no ser que seas los Rolling del teatro, no se sufraga a sí mismo. Necesita parte de financiación de las administraciones. Y desde 2007 a esta parte, nos dice Emilia Yagüe, nuestra productora, el 40% de los espacios públicos que programaban regularmente ya no lo hacen. Eso se ha establecido así y no tiene visos de cambiar. Cuando antes, si con un espectáculo te iba bien, te pasabas dos años y medio so tres, ahora te dura año y medio. Y a nosotros nos va de maravilla. Pero es correr detrás de una zanahoria que cada vez va más deprisa.
Ver más¿Y qué fue de la literatura de humor?
Íñigo Echevarría. La batalla del IVA para mí no está ganada: lo único que cambia es el IVA de la exhibición. El resto, seguimos facurando al 21%.
Daniel Rovalher. Son medidas temporales. Ahora te doy, ahora te quito, ahora te lo maquillo, ahora te digo que te lo doy pero luego no... No se pringan de verdad. No van a los colegios y les dicen a los niños: mira, este es tu alimento, tan importante como el otro.
Corría el 2012, la crisis arreciaba y la compañía Ron Lalá estaba, como todas, a la intemperie. En medio de las dudas, cuando muchos buscaron cobijo en los caminos ya conocidos, a ellos se les ocurrió tomar el sendero escarpado. Hasta ese momento habían hecho textos cómicos contemporáneos con una buena dosis de musical. Pero decidieron lanzarse a los clásicos. Siglo de Oro, siglo de ahora fue la primera de una trilogía que ni sospechaban y que se completó más tarde con En un lugar del Quijote y Cervantina. El resultado: un espectáculo con cinco años de vida que no deja una butaca sin vender y que vuelve a los Teatros del Canal, en los que ya hizo temporada, del 26 de julio al 20 de agosto.