Hay heridas que no cicatrizan del todo nunca. Hay dolores perpetuos del alma que jamás se calman. Por eso, dieciocho años después del 11M siguen ejerciendo su labor paliativa la cultura y el arte, cuidando la memoria de lo acontecido para que no caiga en el olvido todo lo sufrido.
Ese es el fin último de 11M: Terror en Madrid, documental estrenado hace unos días en Netflix, y la serie documental El Desafío: 11M, que llega este mismo viernes a Prime Video. Que no caiga sobre nosotros la desmemoria sin haber aprendido a convivir con un trauma convertido en tabú por las implicaciones políticas que partieron España en dos.
"Es un tema tabú porque España políticamente ha evolucionado a la democracia de forma reciente y vive con mucha división constante en el día a día en todos los ámbitos", apunta a infoLibre el director de 11M: Terror en Madrid, José Gómez, quien añade: "El 11M es un antes y un después en esa división desde la Transición. Aquel día 11 nos pusimos de acuerdo rápidamente, estuvimos todos muy unidos y sacamos lo mejor, como nunca. Yo he estado en muchas guerras, zonas de desastres y conflictos sociales, pero nunca había visto aquella solidaridad. Pero 24 horas después estábamos divididos, otra vez como nunca, como dice Iñaki Gabilondo en el documental".
En la misma línea se expresa Fernando Reinares, autor de 11M: La venganza de Al Qaeda (Galaxia Gutenberg, 2021), el libro en el que se basa buena parte de la parte de investigación del documental de Netflix: "España salió profundamente dividida y polarizada. Aunque ello se indujo políticamente, España como sociedad demostró, más allá del día mismo en que ocurrieron los atentados y de la enorme manifestación popular en las calles de Madrid al siguiente, escasa capacidad de resiliencia".
Esta desunión terminó coartando la creación cultural en torno al 11M, que no ha sido objeto de demasiadas obras a lo largo de estas casi dos décadas. Se han editado bastantes libros y en su momento La Oreja de Van Gogh o Luz Casal compusieron canciones inspiradas por los atentados. La dramaturga Paloma Pedrero estrenó en el Teatro Español hace un lustro Ana y el once de marzo, y también hay lienzos, esculturas y monumentos. Pero la producción audiovisual es, a grandes rasgos, bastante escasa.
Así lo ve el presidente de la Asociación 11M Afectados del Terrorismo, Eulogio Paz, quien lamenta que no haya habido "demasiado tratamiento del 11M a nivel cultural" debido sobre todo a la "gran división" que supusieron los atentados en un primer momento, y a diferentes cuestiones de carácter político y teorías de la conspiración después. ""Eso lo resquebrajó todo un poco e hizo que desde el punto de vista cultural no se haya insistido tanto como se debería", destaca a infoLibre.
Esa es la pena que tiene Paz a este respecto pues, según remarca, cuando pasen los años quedarán las canciones, los documentales, los libros y también los cuadros como los de la exposición que la Asociación acaba de inaugurar en el Teatro Auditorio Antonio Buero Vallejo de Guadalajara con pinturas, esculturas, grabados, fotografías, música o poesía (todo creado y donado por artistas miembros de la asociación o simpatizantes). "Y el mantenimiento de los monumentos dedicados a las víctimas del 11M también es una tarea cultural", apostilla.
Transita también en esa dirección el director de El desafío: 11M, Carlos Agulló, quien compara el tratamiento dado al 11S en Nueva York con el de los atentados de Madrid: "Vas a Manhattan y te encuentras con ese espacio gigantesco donde estaban las Torres Gemelas, que es impresionante y espeluznante. Es importante que la gente no lo olvide. Es importante que tu país le dé esa importancia a una memoria histórica no sesgada por una ideología u otra, en la que quepan todas las voces".
"Cuando empecé a investigar para la serie descubrí que existía en Atocha una habitación azul que invita a la reflexión porque pensaba que solo estaba el cilindro que se ve por fuera", prosigue, para luego preguntarse "¿quién en Nueva York no sabe que está el monumento al 11S en el hueco de las Torres Gemelas?" "En Madrid nadie sabe que existe esa habitación azul dentro de la estación de Atocha, el que lo descubre es de casualidad. Y es un monumento al 11M", argumenta.
"El punto de no olvidar es importantísimo", destaca Gómez, quien asegura que ese es el objetivo fundamental de su documental, puesto que es un "gran error pasar página tratando de olvidar". A través de la cultura y del periodismo, en su caso, pretende que la gente, sobre todo las nuevas generaciones que no vivieron los atentados, tengan "información para sacar sus conclusiones. Y aclara: "No se trata de traer viejas rencillas a la mesa, sino de que no vuelvan a pasar esas cosas, porque la única manera de que no vuelvan a pasar es teniéndolas bien presentes".
Gómez coincide con Agulló, además, en que los norteamericanos son "distintos" y en este tipo de situaciones no les influye la ideología política. "Lo vimos en el 11S, efectivamente, respecto a lo que no importa si eres conservador, liberal, autoproclamado comunista o lo que sea. Aquello fue un ataque a su nación y ellos la defienden por encima de todo", destaca, para luego marcar la diferencia con España, "una democracia que aún está evolucionando desde una dictadura relativamente reciente".
Este último aspecto contribuye a que la producción audiovisual en torno al 11M sea más compleja aún, porque "las empresas tienen intereses y conexiones políticas, y la gente no quiere meterse en rollos". Más que cuestiones culturales, Gómez ve cuestiones económicas a este respecto, pues es mucho más inocuo y rentable hacer un reality que genere millones de euros sin meterse en temas espinosos que siguen provocando polémica entre los espectadores. "Pero la división y la llaga que quedó por los atentados también ha frenado la creación", asegura.
Reinares, por su parte, afirma a infoLibre que a los españoles, cuya "empatía y solidaridad" con las víctimas del 11M es evidente, les cuesta hablar de lo relacionado con aquél día porque es el "mayor acto de terrorismo jamás ocurrido en nuestro país" y lo perciben como unos atentados de mucha "complejidad intrínseca". Además, plantea que desde que ocurrieron todos hemos sido instados a posicionarnos "o a favor de quienes afirmaban que fueron obra de ETA o a favor de quienes sostenían que todo se debió a la guerra de Irak".
En su opinión. lo que hay es "mucho desconocimiento" sobre la evolución del yihadismo y de la amenaza yihadista en España antes de 2004, pues "no puede entenderse el 11M sin conocer, por ejemplo, que Al Qaeda estableció en España en 1994 una de las principales células con que contó en suelo europeo y que esa célula fue desmantelada en noviembre de 2001, en el curso de una actuación policial denominada Operación Dátil, que fue el mayor golpe asestado en Europa occidental a Al Qaeda después del 11S". "De los restos de esa célula, de los miembros de ella que no pudieron ser detenidos por una u otra razón, comenzó a formarse, a partir de marzo de 2002, lo que será la red terrorista del 11M", explica.
Aportar conocimiento es, en última instancia, el poder de la cultura para romper un tabú del tamaño del que encierra al 11M. "En la medida que se vayan rompiendo todos esos tabús a través de la cultura y la información no cabe duda de que iremos avanzando", argumenta Eulogio Paz. Por eso, el presidente de la Asociación 11M Afectados del Terrorismo recomienda ver los documentales 72 horas o Un largo invierno, así como leer el libro Las bombas del 11M, del que fuera jefe de los Tedax por aquel entonces, Juan Jesús Sánchez Manzano. También, con humildad, anima a visitar su propio blog, 11M Cartas al director, donde pueden descargarse sus dos libros.
En esta línea, Reinares recomienda una novela de Adolfo García Ortega titulada El mapa de la vida, y también una obra de Manuel Jabois que cabe inscribir en el género de la literatura de reportaje titulada Nos vemos en esta vida o en la otra. Todas ellas, obras para tratar de comprender por qué pasó lo que pasó y, en última instancia, qué fue lo que pasó. Porque el 11M sigue, dieciocho años después, rodeado de un ruido ensordecedor.
"El 11M es tabú, es una cebolla con muchísimas capas", remarca Agulló, quien señala que marcó un antes y un después en la historia de nuestro país, que ya venía de por sí "polarizado y desmemoriado", algo que hizo imposible la deseable respuesta unitaria. En busca de esa unión, tantos años después, hace gala de una serie documental que no es partidista y deja hablar a todo el mundo.
"Contamos con políticos de izquierda y derecha, medios de comunicación, víctimas, jueces, abogados, fiscales, policías, bomberos, seres anónimos... y todos han hablado con una libertad con la que no hubieran podido hablar hace diez o quince años", asegura, para rematar acto seguido: "El espectador es mucho más inteligente de lo que pensamos, y tiene derecho a escuchar a todas las partes para formarse su propio criterio. Por respeto al espectador, a las víctimas, a todos los implicados en el 11M y a las futuras generaciones, no especulamos con nada que no sea una verdad judicial. No es periodismo de investigación, no aporta nuevas pruebas, pero sí una nueva manera de contar el 11M porque es la primera vez que se cuenta con perspectiva histórica".
Hay heridas que no cicatrizan del todo nunca. Hay dolores perpetuos del alma que jamás se calman. Por eso, dieciocho años después del 11M siguen ejerciendo su labor paliativa la cultura y el arte, cuidando la memoria de lo acontecido para que no caiga en el olvido todo lo sufrido.