Despertar interés, solidaridad y empatía. Ponerse en el lugar del otro como única alternativa para comprender, acompañar y buscar posibles soluciones. El teatro como lugar donde encontrar consuelo y esperanza. El arte como herramienta de denuncia para dar voz a los que no tienen voz. Lo veíamos hace unos meses con la llegada al Centro Dramático Nacional de una obra sobre la Cañada Real, y volvemos a verlo ahora con el estreno de un montaje sobre los afectados por las obras del Metro en San Fernando de Henares (Madrid). Dos propuestas artísticas con más conexiones de las que pudiera parecer y que nos recuerdan la fragilidad del derecho universal a la vivienda, en ambos casos con la Comunidad de Madrid de por medio.
Vidas rotas: un documental en tres actos es una obra teatral, continuación de tres cortometrajes y un documental, que se acaba de estrenar en La escalera de Jacob y que puede verse los días 21 y 28 de enero y 4 y 18 de febrero, con la recaudación destinada a la Asociación de Afectados de Metro Alberti Presa. Y con la que su director, Iván Fuentes, quiere seguir dando voz a sus vecinos. Héroes anónimos que claman por justicia y que han perdido sus casas y sus recuerdos, pero que siguen luchando por recuperar sus vidas. "Para mí, esto ha sido una terapia total, por el hecho de ser afectado y poder contarlo. A mí, me ha ayudado. A los vecinos les he restado dolor. Ha sido una terapia tanto para mí, como para ellos", apunta a infoLibre este joven madrileño de 22 años, realizador audiovisual y, efectivamente, afectado también por la Línea 7B de Metro.
La creación como tabla de salvación. Bien lo sabe él, en primerísima persona, pues es uno de los más de 600 afectados por las obras de ampliación de una línea de Metro que comenzó a martirizar a los vecinos allá por 2007, cuando aparecieron las primeras grietas en los edificios. En su caso, la pesadilla comenzó en abril de 2021, poco después de fallecer su abuela, pues fue ordenando su habitación cuando encontraron inesperadamente la primera grieta en la casa, en sus vidas, en un momento de duelo como ese. "Nos empezamos a fijar en la casa y había muchas más grietas", rememora. A partir de ahí, todo se desmorona: en septiembre llega la notificación de desalojo en 24 horas, en diciembre la Comunidad de Madrid declara el edificio en ruina, en febrero de 2022 dan a los vecinos únicamente media hora para sacar lo que puedan sacar y en mayo se lleva a cabo el derribo.
Entre medias, un año en un apartahotel y, después, cinco meses de una ayuda para el alquiler de 798 euros. "Hace dos años vivíamos tranquilamente", lamenta Fuentes, que actualmente está, junto a sus padres, con los que vive, a la espera de una indemnización que nunca termina de llegar. "Tuvimos la suerte de que una amiga de mi madre tenía un piso en alquiler. Ella se fiaba de que la íbamos a pagar, pero en una inmobiliaria te piden de todo y aquí hay mucha gente mayor con pocos ingresos. Ahora se nos ha acabado la ayuda y tenemos que pagar todo íntegramente de nuestro bolsillo. El alquiler, la hipoteca que tenemos que seguir pagando, abogados... Nos unimos a los 24 vecinos del edificio y estamos a la espera de una indemnización o que nos digan qué van a hacer. Porque nos dicen que nos van a llamar pero llevamos un año esperando", relata.
En medio de todo este hundimiento, encontró en la creación la forma de expresión que necesitaban tanto él como sus vecinos. Desde que todo empezara hace 16 años, los problemas en las infraestructuras de las casas aumentaron y el número de vecinos afectados ha ido creciendo. Varias viviendas, como la de Iván, han tenido que ser derribadas. Pero no es el único, en absoluto, como relatan otros afectados en su documental Vidas rotas, con el testimonio de 24 familias que vieron cómo sus casas eran demolidas debido a las afecciones causadas por las obras del Metro, y que todavía están asimilando el giro inesperado que han sufrido sus vidas.
Sobre la misma problemática hablan también tres cortos: Tiritas -en el que el protagonista es un niño que pone tiritas a la grieta que divide su habitación, como ha hecho la Comunidad de Madrid durante estos ya 16 años-, Deseo de Navidad -la nieta de Rosario le pide a los Reyes Magos una casa para ella y sus vecinos- y Casas rotas -con de nuevo el mismo niño jugando en el parque con una casa de cartón fabricada por su madre, porque no tenií ni juguetes-.
Lo que puede verse sobre el escenario es la evolución de todo eso y cuenta lo que Iván no pudo llegar a grabar. Escenas donde los protagonistas, los vecinos, ven cómo su casa se va agrietando, la carta de la Comunidad de Madrid que llega al buzón y avisa del desalojo de las viviendas, el miedo a perder un hogar. Vecinos que vieron cómo sus casas se volvieron inhabitables hasta ser, definitivamente, derribadas. "Eso a pesar de que hay un testimonio incluso en Telemadrid del consejero de Transportes de la Comunidad de Madrid, David Pérez, asegurando que va a ser el edificio más sólido de España", recuerda el realizador.
Y prosigue: "En la obra intento que la gente viva esa situación a nivel sentimental. Porque, ahora sí que sí, nosotros estamos sin casa, sin recuerdos y sin ninguna ayuda, y a día de hoy sigue habiendo nuevos vecinos afectados. Es una continua denuncia. Yo siempre he intentado que la gente lo sepa y lo difunda, pero te encuentras con comentarios del tipo 'esto no interesa, esto es una noticia local'. Por eso, el documental Vidas rotas, aparte de mostrar los testimonios que grabamos mientras estábamos en el apartahotel, fue una terapia para ellos por el hecho de poder abrirse, de saber que lo que iban a contar iba a salir. Fue un desahogo para todos. Yo quiero grabar cosas bonitas, no esto, pero yo quiero sacarlo y contarlo. Llevaré la voz de mis vecinos hasta que esto acabe".
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Para continuar con esta determinación, el siguiente paso ha sido la creación de esta obra de teatro protagonizada por Laura López y Blai Peris. Con el periodista Diego Serradilla como autor, quien subraya que, aunque lo hayan escenificado en tres actos dramatizados como si fuera ficción, todo está basado en hechos reales. "Cualquiera de los vecinos se puede ver muy bien representado en el personaje principal de la obra", asegura Serradilla, para acto seguido destacar la "dignidad" de todos los afectados, "el valor humano de esta gente que, ante un drama como el que están viviendo con la pérdida de sus casas, se han podido resarcir y levantar los brazos y tirar hacia delante. Ahí están dignificando su vida, que no está rota".
"Es algo muy emotivo y personal, que acerca mucho al espectador al sentimiento de los vecinos. La empatía gana en esta obra", sentencia Fuentes, quien además asegura, remarcando las distancias, que durante el año que estuvieron en el apartahotel pudieron "empatizar", sin compararse, con la gente de Ucrania o La Palma. "No es comparable, pero sí tenemos la sensación de perderlo todo. No nos podemos comparar, pero duele que lo nuestro era evitable y se podía haber hecho de otra forma".
Y termina Fuentes animando a cualquiera a acercarse a ver la obra, conozca la historia o no. También invitando a los responsables políticos cuyas decisiones son responsables de lo que les pase a los habitantes de San Fernando. "Ayuso es bienvenida si quiere venir a ver la obra. Quien venga a verla y, después de haberla visto, siga actuando de la misma manera, no considero que sea una persona. Y menos si eres un político y encima estamos en tus manos. Más miedo me da eso", concluye.
Despertar interés, solidaridad y empatía. Ponerse en el lugar del otro como única alternativa para comprender, acompañar y buscar posibles soluciones. El teatro como lugar donde encontrar consuelo y esperanza. El arte como herramienta de denuncia para dar voz a los que no tienen voz. Lo veíamos hace unos meses con la llegada al Centro Dramático Nacional de una obra sobre la Cañada Real, y volvemos a verlo ahora con el estreno de un montaje sobre los afectados por las obras del Metro en San Fernando de Henares (Madrid). Dos propuestas artísticas con más conexiones de las que pudiera parecer y que nos recuerdan la fragilidad del derecho universal a la vivienda, en ambos casos con la Comunidad de Madrid de por medio.