"Los nazis se disfrazan cada vez menos", Carlos Hipólito es Pau Casals, el músico que no quiso tocar para Hitler

Kiti Mánver y Carlos Hipólito en 'Música para Hitler'

Pau Casals se encontraba en Prades, al sur de Francia, exiliado de la Guerra Civil española, cuando recibió una invitación de esas que aparentemente no se pueden rechazar para actuar delante de Adolf Hitler. Fue durante la Segunda Guerra Mundial, en 1943, con el país galo ocupado por los nazis. No era la primera vez que se negaba, pues ya previamente había rechazado la invitación de Wilhelm Furtwängler para tocar con la Filarmónica de Berlín para la temporada de 1934 por culpa de la llegada al poder del líder fascista. Su decisión estaba tomada y era inamovible: no y mil veces no. No volvería a tocar en Alemania mientras "su vida musical no sea libre".

Por aquel entonces, Pau Casals (Vendrell, Tarragona, 1876 - San Juan, Puerto Rico, 1973), que contaba con 66 años, estaba alojado en Villa Colette, en Prades. Desde allí había volcado sus esfuerzos en ayudar a miles de compatriotas, también forzados a abandonar España y hacinados en campos de trabajo cercanos. Los nazis vigilaban a Casals, convertido en enemigo del régimen por su reiterada negativa. En las investigaciones realizadas sobre ese periodo se afirma que oficiales alemanes visitaron al músico para proponérselo de nuevo. Pero, efectivamente, otra vez Casals se negó, esta vez pretextando un reumatismo. No y mil veces no.

Este momento concreto y tan simbólico del violonchelista y director de orquesta, uno de los músicos más destacados del siglo XX, lo han convertido Juan Carlos Rubio y Yolanda García Serrano en la obra teatral Música para Hitler, que se representa en la Sala Roja Concha Velasco de Teatros del Canal de la Comunidad de Madrid del 2 al 20 de abril. "Él dice 'no' a Hitler, y esa es una llamada a su dignidad, a no caer en apoyar algo que abomina", remarca Rubio a infoLibre. "Deberíamos también nosotros saber a muchos niveles a lo que decimos que no y, sobre todo, a lo que decimos que sí, especialmente en las urnas. Deberíamos saber muy bien lo que estamos votando y asumirlo. Y no votar por rabieta, por castigo, sino pensando claramente lo que estamos votando porque podemos desencadenar verdaderas catástrofes por la frivolidad de ciertas decisiones que marcan profundamente la historia", añade el dramaturgo y director.

"Pau dice en un momento de la función que sus únicas armas son la batuta y el violonchelo", tercia Carlos Hipólito, convertido en el importante músico sobre las tablas compartiendo elenco con Kiti Mánver -su pareja—, Marta Velilla -su sobrina- y Cristóbal Suárez—el oficial nazi-. "Casals utilizó esas armas haciendo conciertos para recaudar dinero en ayuda de los refugiados, para luchar por la paz, para denunciar las barbaridades y los atropellos que se cometían dentro de los regímenes dictatoriales. Eso es convertir la música en un arma. Además, consiguió que ante la postura supremacista de los alemanes de que sus músicos eran los mejores del mundo, cada vez que él tocaba una suite de Bach -a quien, como Hitler, adoraba- se convirtiera aquello en un acto de libertad y no en una proclama nazi", apunta a infoLibre el actor.

De esta manera, Serrano y Rubio recrean hechos reales enriquecidos desde la ficción y plantean los conflictos íntimos que brotan a partir de la disyuntiva que se le presenta al personaje del músico, que sabe que negarse a actuar ante Hitler podría acarrearle terribles consecuencias, y confrontan su posición con la del militar, un violoncelista convertido en soldado, que se debate entre la admiración absoluta hacia su ídolo Casals y su deber como oficial del Tercer Reich. En torno a ellos, actúan el personaje de la pareja del músico, exalumna suya, y que no puede casarse con él, porque la esposa del artista no le concede el divorcio, de manera que mantienen la relación en secreto. Y la sobrina del violonchelista, que le acompaña también en el exilio y admira a su tío, e insiste en sacarlo del Prades, ante la amenaza que representan los nazis.

Antes les daba más pudor. Sería estupendo que se destaparan del todo para que mucha otra gente se diera cuenta de lo que defienden

Carlos Hipólito

Una amenaza muy presente en este momento del siglo XXI, tan parecido en sus tiempos a los años veinte del pasado, con la ultraderecha en auge en los parlamentos e incluso en no pocos gobiernos. "Mucha gente disfrazada de nazis", con Elon Musk haciendo el saludo romano en la proclamación de Trump como presidente de Estados Unidos, "aunque cada vez se disfrazan menos", resalta Hipólito. "Antes les daba más pudor expresarse así, pero ahora con esta especie de aquiescencia generalizada a este tipo de posturas, cada vez van perdiendo más ese pudor y se van mostrando de una manera más descarada", plantea, afirmando que "sería estupendo que se destaparan del todo para que mucha otra gente se diera cuenta de lo que defienden".

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Y todavía prosigue el intérprete: "Sería también estupendo que este 'no' de Pau Casals al ejército nazi y a esa invitación a tocar en un acto a mayor gloria del Führer, sirviera para que a través de las armas que tenemos ahora, que son nuestros votos, apostemos por posturas que no valoren este tipo de políticas. Porque estamos asistiendo a una proliferación de partidos en el mundo entero muy nostálgicos de estos regímenes dictatoriales y de sus valores, y si llegaran al poder podría suponer un recorte enorme de derechos y libertades que no nos deberíamos permitir. Esto no lo digo yo, lo dicen grandes pensadores: está en peligro la democracia. Y la democracia seguramente tiene muchos defectos, pero también seguramente sea el menos malo de los regímenes posibles".

A esa gente que dice que con Franco se vivía mejor la mandaría en una cápsula atrás en el tiempo

Juan Carlos Rubio

Igual opina Rubio, para quien "hay que estar alerta" porque todo lo que sucedió un siglo atrás "está volviendo a pasar ahora". "A veces no es necesaria una esvástica en la ropa, es peor la esvástica tatuada en la mente de mucha gente que está ahí", alerta, confiando en que el teatro, como en tantas otras ocasiones, "sirva para despertar a los espectadores en muchos aspectos". "Esta es una obra de rabiosa actualidad que siempre estará de actualidad, porque la historia es cíclica, pensamos que hemos llegado a un lugar y de repente la condición humana nos lleva a dar pasos hacia atrás. En general, la especie humana va mejorando, pero nos cuesta mucho trabajo no repetir errores. En este siglo estamos repitiendo bastante el esquema del siglo pasado, de los años veinte y treinta, con lo cual esta obra llega en un momento importante", argumenta, mientras Hipólito pone el foco en todos esos niños y jóvenes que ahora "opinan que Franco lo hizo muy bien".

"¿A estos niños no les han contado que Franco firmó tantas sentencias de muerte, ejecutó a tanta gente, que maltrató, torturó y abusó de los vencidos simplemente porque pensaban diferente?", lanza a modo de pregunta retórica antes de contestarse a sí mismo apesadumbrado: "A esos chicos no se les está contando eso y da mucho miedo. Pensábamos que, bueno, esto no iba a pasar, pero de repente nos podemos dar cuenta de que con nuestro voto, o mejor, con nuestra falta de voto, hemos permitido que se repita". Y toma de nuevo la palabra Rubio yendo más allá: "A esta gente que dice que con Franco se vivía mejor la mandaría en una cápsula atrás en el tiempo con Franco, con Hitler, con cualquier dictador de cualquier ideología, para que viviesen unos cuantos días a ver qué cabeza y qué mensaje traían después de eso. Hay que saber diferenciar las cosas. Por eso es tan interesante ese momento concreto de la vida de Pau Casals, un hecho determinante, una anécdota que engloba toda una vida y una manera de entender su arte, su trabajo, su música y su dignidad".

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