Mientras en Madrid Ayuso seguía ignorando a los familiares de los 7.291 muertos por covid en las residencias y recientemente se hacía (aún más) tristemente célebre por su lamentable "se iban a morir igual", en Asturias un equipo de sociosanitarios y de artistas trabajaba para poner en pie una obra teatral que va en dirección contraria, que sí está en el lado correcto de la historia, y que parte de grandes preguntas que poco o nada parecen importarle a la presidenta madrileña si eres anciano y no tienes un seguro privado: ¿Cómo morir con dignidad? ¿Cómo enseñar a aceptar la muerte? Interrogantes que el autor, el profesor de filosofía Pablo Sánchez, recogió de sus propios alumnos y convirtió en texto.
Llenar la vida de vida y vaciar la muerte de muerte, en definitiva. Porque ese es el fin último de esta colaboración nada usual que ha explorado la inquietud más universal del ser humano, y que busca visibilizar el proceso de afrontamiento de la muerte, así como a los propios profesionales sanitarios que trabajan en este ámbito. Es por ello que el proyecto, coordinado por la coreógrafa Estrella García, ha unido durante meses a sanitarios del Programa para la Atención Integral a Personas con Enfermedades Avanzadas y a un equipo artístico encabezado por la dramaturga Blanca del Barrio.
"Hicimos unos talleres con las personas que se ocupan de acompañamiento en paliativos, en el que nos daban su percepción de esos momentos que luego volvamos en el espectáculo con frases, situaciones", explica a infoLibre precisamente Blanca del Barrio, directora del montaje, que lleva por título Igual que una huella en la arena de la playa y que, impulsado y protagonizado por Ana Pérez de Amézaga, podrá verse el 1 de marzo en el Espacio Escénico El Huerto de Gijón. "Ellos han sido realmente inspiradores para nosotros, que les volcábamos a su vez nuestra parte de cómo apreciar la vida a través de poemas, o en talleres de escritura donde podían sacar un poco también su duelo, porque ellos trabajan con la desaparición de las personas que cuidan cada día y necesitan también un lugar donde expresar eso. Porque son gente de una humanidad extraordinaria que, como seres humanos, necesitan también sus cuidamos. Ha sido por eso algo muy enriquecedor para todos", explica.
Coincide Rocío García, directora de equipo de atención psicosocial de Asturias, aún reconociendo que en un primer momento tuvo sus dudas incluso a la hora de explicárselo a otros compañeros. "Pero ha sido un éxito y esta unión trata de acercar a la comunidad a través del arte lo que son los cuidados paliativos, el final de la vida, la muerte. La importancia de que la vida siga siendo vida hasta el último instante, que el tiempo que es viva se viva con calidad, porque la persona va a ser persona hasta el último suspiro y así hay que tenerlo en cuenta, sobre todo en relación a su autonomía, sus preferencias y valores, a hacer las cosas tal y como la persona quiere, no como los demás pensamos que deberían hacerse", explica a infoLibre, añadiendo que lo que realmente nutre a la obra son las experiencias propias de los profesionales sanitarios que trabajan con la muerte, con "la carga emocional que eso supone, siempre intentando que las personas mueran con dignidad".
Este espectáculo es la culminación de Huellas, un proyecto de creación artística, investigación y acción socioterapéutica dedicado a visibilizar el proceso de resignificación y afrontamiento de la muerte, así como de ayuda en el autocuidado de los profesionales sociosanitarios que trabajan en el entorno de enfermos paliativos. El trabajo conjunto entre el equipo artístico y el equipo sociosanitario que conforma este proyecto en torno a la muerte digna ha sido coordinado por la coreógrafa Estrella García, directora del Espacio Escénico El Huerto. El equipo investigador está formado por Susana Carnero, psicóloga y clown en un hospital de paliativos y Víctor Riesgo, doctor en artes escénicas. El equipo sociosanitario está compuesto por profesionales de la Sociedad de Geriatría y Gerontología del Principado de Asturias (Programa para la Atención Integral a Personas con Enfermedades Avanzadas).
"Lo que marca la diferencia en este proyecto es la incorporación previa y todo el trabajo que se hace con el equipo sociosanitario, porque realmente el espectáculo está chequeado por ellos, que han formado parte del proceso creativo, han estado haciendo talleres y han estado en los ensayos explicando qué le pasa al paciente, cómo se siente, los momentos por los que pasa de aceptar o no la enfermedad", explica a infoLibre Estrella García, también coordinadora del proyecto Huellas, sobre esta obra que "viaja por todas las dudas" y las vicisitudes que atraviesan los enfermos terminales con los que los sociosanitarios "conviven día a día". "Porque muchas personas, incluso sus propias familias, miran para otro lado, y termina siendo su familia el equipo que está tratándoles", remarca, añadiendo que esta obra trata, en esencia, de la importancia de "morir sin morir antes de tiempo".
Aunque la muerte se ha tratado infinidad de veces en las artes en general y en el teatro en particular, Igual que una huella en la arena de la playa trata de profundizar más y abrir otra vía centrándose en ese momento en el que alguien sabe que solo le quedan cinco días de vida y todo lo que de repente se remueve a su alrededor. "¿Cómo llegaríamos al final de nuestra vida dejando las cosas en paz y tranquilas?", plantea Del Barrio sobre este montaje que "invita a la reflexión" de saber que todos nos iremos en algún momento, pero dejando una "huella en los otros". Eso sí, aclara que no es para nada "un espectáculo llorón", sino que habla en realidad de "vivir de verdad hasta el final de la vida", por lo que el público que ha podido ya verla, se va a casa "más satisfecho" después, además, del coloquio posterior que se organiza para intercambiar sensaciones.
Prosigue la directora detallando que esta pieza escénica habla de que, efectivamente, como una huella en la arena de la playa, permanecemos muy poco tiempo en este planeta, por lo que es importante "llegar al final de la vida de una manera digna". "Queremos afrontar esta palabra tan terrible que no nos atrevemos a pronunciar porque nos da miedo aunque inevitablemente vamos todos hacia allá. Y esta es una forma valiente de mirar el final de la vida, porque la vida tiene vida hasta su último momento", destaca, poniendo en este punto en valor el contenido de la obra frente a declaraciones de dirigentes políticos como la ya mencionada Isabel Díaz Ayuso.
La vida es vida hasta el último momento y podemos acompañar eso con una gran dignidad. Todos sabemos que vamos a tener ese final
"Unas palabras desgraciadas y poco acertadas que salieron de su boca, porque la vida es vida hasta el último momento y podemos acompañar eso con una gran dignidad. Todos sabemos que vamos a tener ese final, así que se trata de no evitarlo y hacer lo mejor en la huella que dejamos en el otro que nos acompaña", indica Del Barrio, mientras Rocío García tercia: "Nada tenemos más claro en esta vida como que nos vamos a morir, pero no por eso tenemos que dejar de luchar y, sobre todo, de vivir la vida con calidad. Pero, desde luego, la edad no es un factor con el que entendamos que la persona no tiene calidad de vida o que es su momento. Todos vamos a fallecer, desde luego la edad nos inclina a que pueda estar cerca un final de vida, pero eso no quiere decir que tengamos que abandonar. No se trata de un encarnizamiento terapéutico, pero tampoco de un abandono, sino de que la persona viva hasta el último instante confortable, con calidad y con todos sus asuntos, valores y creencias resueltos".
Tras esta presentación en Gijón, el equipo del proyecto Huellas pretende extender esta experiencia a otros lugares, entablando las relaciones necesarias con los especialistas del área de paliativos del lugar donde se programe el espectáculo. Es decir, crear un modelo de intervención desde el teatro para aprovechar al máximo las posibilidades de una obra que está "viva". Porque, según Estrella García, la pieza se sostiene por sí misma, pero no va a ser la misma si el proyecto viaja a otra ciudad debido a las aportaciones en los talleres de los profesionales sociosanitarios de cada zona: "Seguro que se transforma con la información cada nuevo equipo, porque no es la misma la sociedad en el norte de España que en el sur, por ejemplo. Este proyecto puede dar resultados diferentes en cada zona".
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Y es que los sociosanitarios son el corazón mismo de esta obra, que busca también ponerles por una vez en el foco, pues no dejan de ser unos profesionales con los que en realidad las familias no quieren interactuar por motivos obvios, lo cual de por sí los invisibiliza. Incluso ante ellos mismos, como relata Rocío García, trabajadora social de la Sociedad de Geriatría y Gerontología del Principado de Asturias: "Nosotros hemos podido vernos desde fuera y quitarnos esa bata de profesional que a veces es un escudo más o menos consciente. Por eso, esto es desnudar el alma y confrontarte con ese proceso como persona y no ya como profesional. Como persona que tiene sus pérdidas y sus miedos también, por supuesto. Debatir eso en otro entorno con profesionales con los que compartes el día a día nos ayuda. Y verlo reflejado en una obra con este gusto, este sosiego, para nosotros fue espectacular".
Estar cerca de estos profesionales y saber con qué cariño y humanidad acompañan a nuestros seres queridos hasta el último momento me ha parecido algo fabuloso
"Muchas veces no eran conscientes de lo que estaban aportando a este proyecto", apostilla Estrella, quien percibió "un gran alivio" en todas estas personas que trabajan con los enfermos terminales al haber encontrado "una válvula donde contar sus experiencias". "Verbalizar les sirvió un poco de terapia", asegura, confesando también que muchas de sus reflexiones le dejaron "muy impactada" por trasladarla "a un lugar que todos tenemos aparte y donde todos vamos a estar". "Sabemos que hay gente que se ocupa de ello, pero es un tema siempre evitado. Estar cerca de estos profesionales y saber con qué cariño y humanidad acompañan a nuestros seres queridos hasta el último momento me ha parecido algo fabuloso. Todos les necesitamos a ellos, y nosotros hemos trata de aportarles estas respiraciones del arte que viene a dulcificar los ángulos o las asperezas del último momento", señala Del Barrio.
Testimonios, imágenes, música, expresión corporal, movimiento. Todo ello levanta sobre las tablas Igual que una huella en la arena del mar, un montaje sobrio y con un estilo un tanto oriental que abraza esos haikus que "nos enseñan a sentir y a percibir el aquí y el ahora", a preocuparnos todo lo posible del presente y lo justo de un futuro que siempre es el gran desconocido, aunque es verdad que también se puede preparar un poco el camino a lo que esté por venir. Y así termina Rocío García: "La mayoría de los profesionales que estamos en esto del final de la vida pensamos que la sociedad es el futuro. Que la sociedad esté integrada, sea compasiva, que podamos apoyarnos. Porque tener un proceso de enfermedad no es solo lo físico, tiene también esa parte social, laboral, esa pérdida de roles, el miedo, la vergüenza... cuanto esto más se conozca y tolere y se normalice, con iniciativas como esta que no suelen verse en el teatro, más avanzamos para trabajar en el final de la vida de las personas".
Mientras en Madrid Ayuso seguía ignorando a los familiares de los 7.291 muertos por covid en las residencias y recientemente se hacía (aún más) tristemente célebre por su lamentable "se iban a morir igual", en Asturias un equipo de sociosanitarios y de artistas trabajaba para poner en pie una obra teatral que va en dirección contraria, que sí está en el lado correcto de la historia, y que parte de grandes preguntas que poco o nada parecen importarle a la presidenta madrileña si eres anciano y no tienes un seguro privado: ¿Cómo morir con dignidad? ¿Cómo enseñar a aceptar la muerte? Interrogantes que el autor, el profesor de filosofía Pablo Sánchez, recogió de sus propios alumnos y convirtió en texto.