La Encuesta de Población Activa (EPA) desveló este jueves que 121.500 mujeres habían abandonado el mercado laboral el pasado verano. Dejaron de buscar trabajo y provocaron la mayor caída de la población activa –el número de quienes están en edad y disposición de trabajar– en un tercer trimestre desde que hay crisis. Ellas y sólo ellas. Porque la cifra de hombres, aunque mínima, fue positiva: 5.400 decidieron apuntarse a la búsqueda activa de empleo. Sólo esa caída explica el 40% del descenso del paro registrado de julio a septiembre. Además, puede ser el síntoma de un cambio de tendencia en la coyuntura laboral.
Durante toda la crisis la incorporación de la mujer al mercado de trabajo ha ayudado a amortiguar el desplome de la población activa masculina. En los últimos cuatro años, la economía española ha perdido medio millón de trabajadores potenciales. Pero si la cuenta se hace desde el tercer trimestre de 2008, cuando el número de hombres activos alcanzó su máximo histórico, la sangría sangríasupera los 844.000. La caída de la población activa masculina ha sido constante. Por el contrario, las mujeres salieron a la búsqueda de trabajo como nunca antes lo habían hecho. Un total de 972.100 más desde el tercer trimestre de 2007.
Los analistas del mercado laboral lo llaman efecto del trabajador añadido. Si el marido se queda en el paro, como les ocurrió a tantos miles de trabajadores por culpa de la crisis, la mujer se ve obligada a buscar un empleo. Un fenómeno que en toda Europea sólo ha ocurrido en España, explica Gloria Moreno, profesora de Economía Aplicada de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid). Bien es cierto que España partía de tasas de actividad femenina –48,40% en 2008– inferiores a la media europea y muy alejadas de países como Alemania –53% en 2008–, Países Bajos –59,3%– o los campeones de la igualdad Dinamarca –60,6%– y Suecia –68,3%–.
Pues bien, ese efecto puede estar “amortiguándose o incluso revirtiendo”, avanza Gloria Moreno como hipótesis para explicar el protagonismo femenino en la caída de la población activa. La incorporación de las mujeres al mercado de trabajo fue continuada y vigorosa hasta el cuarto trimestre de 2012. Desde entonces, aun manteniéndose en los niveles más altos que se recuerdan, el número de mujeres activas ha comenzado a titubear. En lo que va de año la población activa femenina ha perdido 32.800 trabajadoras potenciales.
Gloria Moreno apunta que, al “percibirse una cierta recuperación”, y empezar los hombres a encontrar empleo, las mujeres se retiran de la búsqueda activa de trabajo. Apoya la idea en el hecho de que aquéllas que abandonan la población activa se sitúan “en edades intermedias”, entre los 35 y los 55 años. “El comportamiento laboral de los hombres es más plano, terminan su formación, se incorporan al mercado de trabajo y allí siguen hasta que acaban”, precisa la profesora de la Universidad de Alcalá, “mientras que el de las mujeres funciona más por incentivos, según su ciclo vital y la coyuntura económica”.
Además, hay que tener en cuenta que en la salida de la crisis, los hombres escapan del paro antes que las mujeres. En el último año el desempleo de los hombres ha bajado un 11,76%, pero el de las mujeres sólo un 4,55%, menos de la mitad, de acuerdo con las cifras que publica el Servicio de Público Empleo Estatal (SEPE). También ocurre que los puestos de trabajo que se ofrecen a las mujeres suelen ser de peor calidad y con peores salarios que a los hombres. El contrato a tiempo parcial, por ejemplo, es un contrato feminizado: el 72% de los asalariados que trabajan por horas en España son mujeres.
Del paro de larga duración a la inactividad
Es decir, las escasas expectativas de encontrar un empleo, o un empleo de una calidad aceptable, combinadas con el paro de muy larga duración –más de dos años– y el consiguiente agotamiento de las prestaciones públicas, pueden abocar a muchas mujeres al “desánimo laboral”. Si el marido, además, ha encontrado trabajo antes… la mujer renuncia a la búsqueda de empleo. Es la hipótesis de Manuel Lago, economista del gabinete de estudios de CCOO. “Unos 250.000 parados de larga duración han desaparecido de la población activa, se han desanimado de buscar empleo, justo en el trimestre en que más oferta de trabajo hay, el verano”, resume.
Si se fija la atención en la Estadística de Flujos de la Población Activa, en el último trimestre 488.900 mujeres han pasado del paro a la “inactividad” laboral, casi el doble que los hombres –264.100–.
El grueso de ese traspaso tampoco puede atribuirse –pese a que ésa ha sido otra constante durante toda la crisis– al retorno de emigrantes a sus países de origen por el aumento del paro. De julio a septiembre salieron del mercado laboral 130.500 españoles y sólo 31.800 extranjeros. Además, otras 46.300 personas con la doble nacionalidad han decidido incorporarse a la búsqueda activa de empleo. Es decir, el desánimo laboral aparece como un fenómeno típicamente nacional. Y, una vez más, femenino: mientras entre los extranjeros hubo 15.700 hombres que decidieron “activarse”, entre las extranjeras tiraron la toalla 47.600 mujeres, el triple.
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Desanimados según la EPA
La EPA no sólo cuenta los inactivos, sino también los que llama “desanimados”. Los cifra en 374.900 personas en el último trimestre. De ellas, 254.800, el 68%, son mujeres. En esa etiqueta incluye a quienes “no buscan empleo porque creen que no lo van a encontrar, habiéndolo buscado antes o no habiéndolo buscado nunca”. El máximo número de desanimados lo sitúa en el tercer trimestre de 2013, cuando alcanzó los 504.300. Según la EPA, los hombres se “desaniman” en su mayoría cuando alcanzan los 55 años: son el 45% de quienes dejan de buscar trabajo por falta de expectativas. En las mujeres, por el contrario, la desmoralización comienza a dispararse a partir de los 35 y 40 años. El 40,7% de las desanimadas tienen entre 40 y 54 años. En cualquier caso, el número de las mujeres que renuncian a buscar trabajo a partir de los 55 años –114.300, casi el 45% del colectivo– más que duplica al de hombres en esa edad –54.300–.
Finalmente, la EPA del último trimestre aportó otro dato peculiar en torno a la caída de la población activa. Más de la mitad de ese descenso se debe a la salida del mercado laboral de 59.100 personas en la Comunidad de Madrid. Una cifra que casi duplica la de Cataluña, que sólo tiene un millón de habitantes más. De nuevo la explicación es femenina. Un total de 40.100 mujeres han abandonado la búsqueda activa de empleo en Madrid, el doble que hombres. Y el grueso de la deserción se produce en las edades intermedias, entre los 25 y los 54 años. Por nacionalidades, el abandono se reparte casi a partes iguales entre españolas y extranjeras.
La Encuesta de Población Activa (EPA) desveló este jueves que 121.500 mujeres habían abandonado el mercado laboral el pasado verano. Dejaron de buscar trabajo y provocaron la mayor caída de la población activa –el número de quienes están en edad y disposición de trabajar– en un tercer trimestre desde que hay crisis. Ellas y sólo ellas. Porque la cifra de hombres, aunque mínima, fue positiva: 5.400 decidieron apuntarse a la búsqueda activa de empleo. Sólo esa caída explica el 40% del descenso del paro registrado de julio a septiembre. Además, puede ser el síntoma de un cambio de tendencia en la coyuntura laboral.