2022, el año en que la cerveza se convirtió en un lujo

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La inflación se modera, pero la cerveza sigue escalando de precio. La percepción de los consumidores de que tomarse una caña cada vez resulta más caro, para unos presupuestos de los hogares cada vez más estrechos, tiene fundamento. Este periódico lo ha contrastado con diversos hosteleros, que además denuncian que coinciden en que se están conteniendo y que el barril se ha encarecido más de lo que ellos han subido las cervezas, algo comprobable en los datos del INE: los precios de la restauración han crecido menos que los de la cerveza, y también que los de los alimentos. 

“Yo ponía la caña a 1,40 antes de la pandemia. Ahora la tengo que poner a 1,75”, admite la encargada de un bar ubicado en el centro de Madrid. “¡Y yo soy de las baratas!”, exclama, algo que infoLibre ha verificado con las cartas de los bares de alrededor, en las que se ofertan cañas de entre 2 y 3 euros. Pocos negocios quieren hablar de los precios y mucho menos de significarse en un artículo. La razón: la delicada negociación que mantienen con las grandes cerveceras, como Mahou o Heineken. 

Este fenómeno ilustra lo que los economistas tratan de explicar, a veces sin mucho éxito, por lo poco intuitivo que resulta: que mientras la inflación baja, la inflación subyacente sube. Es decir, aunque los precios energéticos lleven meses cayendo, aflojando su nudo sobre la actividad económica, ahora llegan efectos de segunda ronda, que podrían enquistarse en la economía.

Tirar la cerveza midiendo el centilitro

“La doble la he subido desde 2,90 a 3,5 en tres años”, señala la misma hostelera. La “doble” en Madrid es equivalente a lo que en otros lugares se conoce como una “jarra” y en otros como “copa”: 33 centilitros, frente a los 20 de la caña. El truco en este bar consiste en que la “doble” cuesta el doble del precio de la caña, aunque no contenga el doble de cerveza, algo que la hostelera señala que es común. “Muchos bares han dejado de servir cañas, porque no les interesa. Yo, de momento, la mantengo”, señala. 

Cada semana, este bar recibe nuevos barriles. “En estos tres años, el precio del barril de Mahou ha pasado de 91 euros a 160”, critica. La solución a corto plazo: negociar con las grandes cerveceras. Es el principal motivo por el que la hostelera prefiere guardar el anonimato. “No consigo que me rebajen el precio del barril, pero sí algún regalo”, indica, sin especificar. 

“O te vienes arriba o te comen. Yo me reuní con Mahou, porque sentía que se estaban columpiando. Es importante saber negociar. Les dije que me iba a ir a otro, para que le vieran las orejas al lobo”. No obstante, la hostelera admite que en Madrid un bar no puede sobrevivir sin Mahou, una cerveza que es casi un emblema de la capital. Esta empresa no solo es fabricante de las icónicas latas verdes y rojas, también es dueña de marcas como San Miguel o Alhambra. Esto les confiere un poder de negociación contra el que los hosteleros no pueden competir.

Los datos del Instituto Nacional de Estadística constatan que los hosteleros están subiendo los precios por debajo de lo que les aumentan los costes. Mientras que en diciembre de 2022 los precios de la restauración habían subido un 7,8%, los del aceite, esencial para las frituras, han subido un 38%. La leche, queso y huevos, un 27%. El del pan y cereales, un 19,5%. Sin ir más lejos, el de la cerveza, de media, un 12,4%. Esto sin contar las facturas de la luz, el gas o el alquiler del local.

“El sector está haciendo un esfuerzo de contención”, explica a infoLibre Emilio Gallego, secretario general de Hosteleros de España, la patronal del sector. “La hostelería española es el sector por excelencia para ver cómo funciona la competencia. Tenemos calles repletas de bares, que conviven pared con pared”, señala Gallego. 

Resumiendo los números que ofrece esta hostelera, en tres años denuncia que el barril se ha encarecido un 75%, mientras que ella ha aumentado un 25% el precio de la caña y un 20% el precio de la doble. Por eso anticipa nuevas subidas pronto.

Un barril que se encarece cada seis meses

“En marzo voy a tener que volver a subir el precio”, lamenta otro encargado, dueño de un pub irlandés de Madrid, en conversación con infoLibre. Este negocio es diferente del bar tradicional anterior: tiene un abanico de 90 tipos de cervezas de todo tipo. No sirven cañas, sino medias pintas y pintas, de 28,5 centilitros y 47,3, respectivamente.

“El barril de Heineken subió un 10% en enero de 2022; otro 10%, en julio, y ahora en enero me han vuelto a subir otro 10%”, lamenta. Según los cálculos de este hostelero, en un año el barril ha pasado de costar de 157 euros a poco más de 200. “En ese tiempo, yo he subido los precios solo una vez, en julio. La media pinta pasó de 2,20 a 2,50 euros. Tendría que subirla a 2,80, pero tengo que pensar que la gente no está para tirar cohetes.

Este pub irlandés está en Madrid, pero no en la zona centro. Alrededor hay bares tradicionales y restaurantes y es esta competencia la que le impide repercutir todos los costes en sus precios: “A mí me afecta más la subida de precios que a un bar normal. Yo no puedo subir la media pinta a 2,80 mientras que la caña doble está a 1,70 en el bar de al lado. Estoy ahí aguantando. Las grandes empresas [cerveceras] echan de todo la culpa a la guerra, pero se están haciendo millonarias. Los pequeños hosteleros estamos sufriendo”, lamenta.

infoLibre ha tratado de contactar con seis distribuidores, de los que solo uno ha respondido a las consultas, aunque también bajo la condición del anonimato. Se dedica al negocio de las cervezas artesanales y revela que en este mundo, más premium, el fenómeno es diferente: “Algunas maltas han subido un 40%, pero, normalmente, no han repercutido del todo dicho aumento. De esa forma los barriles pueden haber subido entre 5 y 10 euros de media, lo cual supone no más de un 10% del precio pre-pandémico”, explica por correo electrónico.

En un mundo de gran competencia, las grandes empresas del artesanal lo que están haciendo es lo contrario, bajar los precios: “Sin embargo algunas cerveceras más grandes, aunque artesanas, y con más capacidad han incluso bajado algún precio, sobre todo de sus gamas base, y se han forjado más alianzas con bares del tipo, cómprame un mínimo al año y te bajo los precios de la rubia”. Según el distribuidor, esta política, que tilda de “muy agresiva”, lo están ejerciendo marcas como La Virgen o Península.

La cerveza en casa tampoco escapa a la inflación

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La pandemia ha propiciado el consumo de cerveza en casa. Según el último informe socioeconómico de la patronal cervecera, relativo a 2021, desde 2020 aproximadamente la mitad de la cerveza consumida en España se hizo en el hogar: el 56% en 2020 y el 49% en 2021. Antes de eso, era solo de un tercio: en 2019, era el 32%. Aunque no hay datos de 2022, es posible que el consumo casero de cerveza se haya mantenido en 2022, ante el encarecimiento de los costes, que ha estrechado los presupuestos para las familias destinados al ocio.

Según los datos recopilados por infoLibre a partir del rastreador de precios de Minderest, en los últimos trece meses el precio de la cerveza ha crecido en los principales supermercados. En enero de 2022, un pack de 12 latas de Mahou costaba entre 5,88 y 6,96 euros en Mercadona, Carrefour y El Corte Inglés. En los últimos días, la horquilla ha pasado a entre 6,6 y 7,68. Cabe destacar un repunte en enero, que ha llevado el precio a 8,28 en Mercadona y Carrefour durante unos días. 

Otro ejemplo, un pack de doce latas de cervezas San Miguel se encontraba en una horquilla de entre 6,96 y 7,69 en Dia, El Corte Inglés y Carrefour. Según el último precio disponible, la horquilla se ha trasladado a precios mayores, de entre 7,47 y 7,99 euros. El mayor aumento se ha dado en Carrefour, del 21%. En Dia el aumento es menor, porque partía de un precio superior, que ha compensado con ofertas puntuales a lo largo del año. 

La inflación se modera, pero la cerveza sigue escalando de precio. La percepción de los consumidores de que tomarse una caña cada vez resulta más caro, para unos presupuestos de los hogares cada vez más estrechos, tiene fundamento. Este periódico lo ha contrastado con diversos hosteleros, que además denuncian que coinciden en que se están conteniendo y que el barril se ha encarecido más de lo que ellos han subido las cervezas, algo comprobable en los datos del INE: los precios de la restauración han crecido menos que los de la cerveza, y también que los de los alimentos. 

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