El aceite andaluz, el zapato valenciano o la automoción en Cataluña, en la diana arancelaria de Washington

Aceite de oliva

El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, dio este miércoles un paso más en la construcción del muro arancelario que pretende levantar en torno a sus fronteras comerciales. La tasa media para los productos que entren en el país norteamericano se eleva de media hasta el 20%, algo que no experimentaban en EE UU desde la Gran Depresión de 1929. La lista de afectados es larga: Unión Europea (20%), China (34%), Japón (24%), Vietnam (46%) y así hasta 200 países de todo el mundo. En España las semimanufacturas (productos químicos, farmacéuticos o material de construcción), bienes de equipo (maquinaria industrial y aparatos eléctricos) y la agricultura (representada por el vino, el aceite, las aceitunas o el jamón), son los sectores que podrían sufrir más. Por comunidades, son Cataluña, Andalucía y Valencia las que más comerciaron con la potencia americana en 2024 y las que podrían quedar más expuestas a las consecuencias económicas de esta guerra comercial. 

Aunque muchos expertos coinciden en que la exposición de España a EE UU es limitada, ya que solo representa en torno al 4% del total de nuestras exportaciones, los tambores de guerra suenan en todo el mercado internacional y eso no son buenas noticias. “Los aranceles son una carga para todo el mundo”, explica Christian Gattiker, el responsable de investigación del banco de inversión suizo Julius Baer. “Los aranceles suben, los mercados bajan y los operadores se preparan para una volatilidad continua en los mercados”, concluye. Pero todas estas variables macroeconómicas terminan aterrizando de una forma u otra en las empresas y, por tanto, en los bolsillos de los consumidores. Sectores como el acero y el aluminio, que ya pagan un arancel del 25%, como el aceite, el vino o la maquinaria, verán incrementarse el precio de sus exportaciones, con el consiguiente riesgo de perder cuota de mercado y verse obligados a buscar otros mercados o retroceder al nacional.

Por comunidades autónomas el impacto de la crisis arancelaria es desigual. Cataluña es la comunidad que más actividad económica tiene con Washington, en 2024 superó los 4.350 millones de Euros. Su industria se centra en los automóviles y componentes, en productos químicos y farmacéuticos, en la maquinaria y el textil. Aunque en este caso, los productos químicos y farmacéuticos podrían mantenerse a salvo, ya que en una nota emitida por la Casa Blanca, se contempla la posibilidad de que queden excluidos. No tendrán tanta suerte, en cambio, las importaciones relacionadas con el automóvil y sus componentes, que encajarán un 25% de arancel. 

El caso de Andalucía es diferente. El motor de las exportaciones es el sector de la alimentación y dentro de este, el producto principal es el aceite de oliva, que lidera las ventas con 860 millones de euros, representando el 27,4% del total, según los datos del gobierno andaluz. En segundo lugar, se sitúan los combustibles y aceites minerales y completan su mapa exportador las manufacturas de piedra, yeso y cemento. Durante el año pasado, sus ingresos por el comercio con el país norteamericano llegaron a los 3.142 millones de euros.

Valencia es la tercera comunidad que más productos envía a Estados Unidos y exportó artículos por valor de 2.850 millones. Aquí el sector del automóvil y sus componentes es importante, pero también lo son la cerámica, el material eléctrico y el calzado. Los aparatos y componentes eléctricos le generaron el año pasado unos ingresos de 595 millones, los productos cerámicos llegaron a los 486 millones, su huerta y sus vinos generaron 366 millones y el calzado llegó a los 125. Por otro lado, Estados Unidos representaba en 2023 su tercer mercado más importante, solo por detrás de Francia y Alemania. 

Más allá de lo que cada región pueda dejarse en esta guerra comercial, desde el Gobierno buscan dar una respuesta en coordinación con Europa. El problema es transversal y sectores como el del vino, que abarca comunidades tan dispares como Galicia, La Rioja o Valencia, calculan que hay en riesgo unos 400 millones de euros. Desde la Federación Española (FEV) piden al Gobierno que agote las vías de negociación. “El mercado de EE.UU. es fundamental para la sostenibilidad económica del sector vitivinícola de la UE y no existe ahora mismo un mercado alternativo que pueda compensar la pérdida”, ha asegurado el director general de la FEV, José Luis Benítez.

Los grandes números

En cifras globales, España vendió a Estados Unidos 1.288 millones de euros en mercancías solo en este mes de enero. El último dato anual completo corresponde a 2024, que se cerró con un saldo de ventas de 18.179 millones, lo que deja al país norteamericano como nuestro sexto cliente. Los primeros puestos de la lista los ocupan Francia (57.500 millones), Alemania (39.500 millones), Italia (33.300 millones), Portugal (32.500 millones), Reino Unido (23.800 millones) y, finalmente, EE UU. De hecho, España compra a EE UU más de lo que le vende: las importaciones ascendieron a 28.192 millones, lo que deja un déficit comercial de 10.000 millones. 

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Si observamos la serie histórica del intercambio de mercancías, las compras y las ventas han se han movido en cifras muy próximas. Sin embargo, esta tendencia cambió en 2022 debido, en parte, al aumento de las compras de gas natural licuado y petróleo en el marco de la crisis energética provocada por la guerra en Ucrania. Durante ese periodo, la necesidad de reducir la dependencia de Rusia hizo que Europa mirase al mercado americano y aumentasen las importaciones, mientras las exportaciones se mantenían con un ligero incremento. 

Los tiempos de la diplomacia y los del comercio se han acompasado, y no precisamente para bien, desde que Donald Trump llegó al poder. Tras el anuncio de ayer, las respuestas han empezado a llegar, aunque desde la Unión Europea aún no han concretado las medidas y siguen apelando al diálogo para evitar que se genere una espiral arancelaria. En España el Gobierno ha anunciado este jueves un plan de 14.100 millones destinado a contener los daños que los sectores españoles podían sufrir a raíz de esta andanada arancelaria. “El pueblo de EEUU, más allá de los gobiernos, es amigo y aliado. Pero eso no significa estar de brazos cruzados”, señaló el presidente del Ejecutivo, Pedro Sánchez.

“Perjudicará a las bodegas españolas y europeas, pero también a los consumidores estadounidenses”, concluía el representante de los bodegueros españoles. De hecho, en las guerras comerciales son los consumidores los que terminan financiando las políticas proteccionistas.

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