¿Cómo puede afectar a la economía un desplome de Abengoa?

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Olivia Carballar | Sevilla

24.000 empleos en juego y decenas de proyectos en el aire por todo el mundo. Una deuda de más de 20.000 millones. Un futuro incierto para una multinacional que contó incluso con la bendición del todopoderoso Obama y que ha llegado a las puertas de la quiebra con una indecorosa indemnización multimillonaria al hijo de su fundador, Felipe Benjumea. El cóctel se llama Abengoa y ha estallado en un país con una tasa de paro tres veces mayor que la media de la OCDE y con un sector bancario recién salido de un rescate. ¿Qué repercusión puede tener en la economía española un descalabro de Abengoa? ¿Podrían afectar a la recuperación económica los miles de despidos y el impago de la deuda a los bancos y proveedores? ¿Cómo afectará a Andalucía, una de las comunidades con más paro de Europa, el hundimiento de su única multinacional?

Los expertos consultados por infoLibre coinciden en que las dimensiones del problema no serían tan catastróficas para la economía nacional, entre otras cuestiones, porque tampoco se conocen las cifras reales de su situación financiera. Pero sí advierten del mayor riesgo que supondría dejar caer a la multinacional sevillana para la economía andaluza.

“En principio, si bien la dimensión de Abengoa es importante, el tamaño no es tan elevado como para repercutir en la producción agregada nacional. Además, la actividad productiva debe continuar con independencia de quién sea el propietario. En todo caso, depende de las cuentas, de la deuda real y de las pérdidas acumuladas”, sostiene Luis Ángel Hierro, director del Departamento de Economía e Historia Económica de la Universidad de Sevilla.

“Obviamente sí va a existir un período de transición en el que la resolución del problema va a paralizar algo la actividad”, añade sobre la empresa, en preconcurso de acreedores. Clara Cardone-Riportella, catedrática de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad Pablo de Olavide, entiende que los despidos potenciales se compensarían con la creación de empleo en su sector –ingeniería y renovables– y en otros. Suponiendo obviamente que la creación de empleo sea algo más que un dato testimonial en la próxima legislatura.

José Luis Osuna, catedrático y asesor científico del Instituto de Estudios de Economía, Evaluación y Empleo, es mucho menos optimista. Empezando porque no cree que el crecimiento del PIB pueda ni deba entenderse como recuperación económica.“Para la economía española es, sin duda, un duro golpe cuantitativo –en términos de empleo y de renta– como cualquier riesgo en alguna de las compañías del IBEX-35; y también lo es cualitativamente, porque en Abengoa se conjugaban la producción en un sector estratégico, la energía, con su gran capital tecnológico e innovador”, reflexiona. Y pone números sobre la mesa: “Si sumamos los 258.278 millones de euros en avales del Estado a la banca y el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) más los 92.500 millones de euros de aportación al Fondo Europeo de Estabilidad Financiera y los 48.000 millones de rescate –que no fue rescate; porque, como dice el Gobierno y todo el mundo sabe, nosotros nunca fuimos rescatados– estamos cifrando en cerca de 400.000 millones, el 40% de todo nuestro PIB anual, la disponibilidad de dinero que pusimos en apenas cuatro años en manos del sistema financiero. Con estas cantidades, lo de Abengoa es el chocolate del loro.

Lo que pasa es que de tanto chocolate a empresas y bancos viene la hipoglucemia de los recortes sociales que dejan a buena parte de la población española trabajadora en la precariedad social y económica que es constatable en nuestros bancos… de alimentos”. Osuna entiende que si esas cuantías las trasladamos a deuda pública, cualesquiera otras menores también serán pagadas entre todos: “Unos, con la pérdida de empleo, y otros, con el pago de impuestos y disponiendo de menores y peores servicios”.

Un varapalo para la economía andaluza

Según los expertos, para la economía andaluza el impacto es mayor y, en especial, para el crecimiento sevillano, donde se ubica la sede central, Palmas Altas, conocida en los últimos años como Palmatraz, en alusión a la prisión de Alcatraz y las prácticas abusivas denunciadas anónimamente por los trabajadores, sin representación sindical. Abengoa es la única multinacional andaluza, cuya facturación supone el 7% del PIB sevillano y emplea a más de 4.000 personas. En la localidad de Sanlúcar la Mayor, se ubica la mayor planta solar europea, inaugurada en 2009 por el rey Juan Carlos.

“Con una estructura productiva muy dependiente de sectores estacionales como la agricultura y el turismo; con un predominio de pymes muy dependientes de los mercados locales y con una debilidad secular de ahorro para capitalizar proyectos empresariales de mayor dimensión se conforma una economía de altos niveles de desempleo; y así, la crisis de Abengoa tiene muy impactantes consecuencias para la economía regional”, analiza Osuna. No sólo por la pérdida de empleo directo, sino por el importante número de puestos de trabajo indirectos que se pueden ver afectados por la parálisis de la empresa, con la que colaboran otras firmas tecnológicas.

“Es muy preocupante en términos de generación de valor añadido bruto regional y, consecuentemente, negativo para la recaudación fiscal regional y local”, afirma el profesor. La Junta de Andalucía insiste en que ni el modelo ni la viabilidad de la empresa están en duda, sino su situación financiera. “En todo, caso el efecto a medio plazo dependerá de la solución que se adopte”, apunta Hierro.

¿Financiación pública o privada?

¿Cuál es la mejor salida para la compañía: inyección privada o pública? Los expertos difieren en este punto. Cardone-Riportella considera que la inyección de liquidez debe provenir del sector privado: “Lo contrario, además de crear un mal antecedente, sería un agravio comparativo para otras empresas que, ante iguales circunstancias, pero con distinto tamaño al de Abengoa, se las ha dejado caer”. Para Hierro, la mejor salida es aquella que garantice la continuidad de todos los proyectos y se decanta para ello por la ayuda pública. “Ha habido decisiones del Gobierno de Rajoy que han perjudicado a las energías solares y ha beneficiado a otras producciones eléctricas contaminantes y eso ha afectado a Abengoa.

El Gobierno mantiene que la energía solar es muy cara y pretende mantener la nuclear cuando la nuclear es la más cara si le sumamos el coste del almacenamiento de los residuos durante más de 700 años. Abengoa necesita en el caso de España una regulación que vuelva a promover las ayudas a las solares”, argumenta el profesor Hierro.

Desde su punto de vista, la multinacional debe mantener íntegramente el negocio y no trocearse para ser vendida porque perdería el liderazgo y la capacidad de innovación. “Creo que lo más razonable sería una intervención pública al modo General Motors que pusiera orden en las cuentas y después la vuelta a la privatización. Esa decisión dependerá del color del gobierno que se elija en las elecciones y de la capacidad de influencia que tengan sobre el mismo las empresas eléctricas tradicionales. Estas últimas están interesadas en que se trocee y se repartan sus activos entre ellas. Así eliminan la competencia y el ejemplo de energía limpia que supone Abengoa”, asegura Hierro.

En su análisis introduce otros antecedentes de grandes empresas industriales privadas que han entrado en crisis y que han sido financiadas o reflotadas por el Estado: “Ercross hoy con el mismo nombre, Unión Explosivos RioTinto hoy Maxam, Seat España, siendo ya propietaria Wolkswagen, las empresas mineras concentradas en Hunosa, que todavía es pública y recibe ayudas después de decenas de años, Altos Hornos de Vizcaya hoy Arcelor Mittal Sestao…”.

La profesora Cardone-Riportella cree que el caso de Abengoa es de, todas formas, más singular teniendo en cuenta las circunstancias en que se ha dado el exceso de apalancamiento y la época de crisis en los mercados financieros. “Es oportuno decir que llama la atención que las entidades financieras no hayan percibido el estado de excesivo endeudamiento de la empresa a la hora de refinanciar deudas”, destaca.

Para José Luis Osuna, la inyección privada tendrá “de manera explícita y/o implícita origen especulativo y abrirá, además de políticas de ajuste riguroso de costes vía empleo, serios riesgos de deslocalización futura del todo o las partes por absorción, venta o fusión con grupos mayores; y se hará, indubitablemente, con la opaca ingeniería financiera al uso de estos tiempos”. Según el catedrático, la inyección pública debería exigir la contraprestación de poder de decisión en la futura toma de decisiones: “Y eso, tras el triunfo neoliberal de finales del siglo pasado, no está en los programas de gobierno de la mayoría de las fuerzas que se sientan en nuestros parlamentos”, prosigue.

Como Hierro, considera que el “buque insignia de una acertada apuesta de política económica regional por las energías alternativas con investigación incorporada al proceso productivo” se ha visto perjudicada, por un lado, por las decisiones del Gobierno del PP. Por otro, ha resultado un fracaso de la burguesía andaluza: “En efecto, la conformación  –vía matrimonial y de endogamias familiares– de una burguesía moderna en alianza con la tradicional oligarquía terrateniente y la aristocracia local se ha manifestado como un desastre de gestión que bebe más del pasado que de lo exigible en el presente.

Pasar de un reparto de beneficios entre accionistas de 38 millones en 2012 a 91,6 y 94,8 en 2013 y 2014, precisamente cuando el endeudamiento de la empresa supera los 11.000 millones, es poco razonable. Hacerlo, apenas unos meses antes de la caída en bolsa y de la declaración preconcursal a proveedores es una falta de ética empresarial evidente. Con todo ello, constatar que apenas cinco o seis familias sevillanas –entre ellas las de los herederos del fundador de la empresa– se repartieron 34 millones en dividendos a través de Inversión Corporativa resulta –aunque, seguramente, legal–, cuando menos, de dudosa moralidad”, opina Osuna.

Confianza internacional

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Sobre el efecto de un hipotético hundimiento de Abengoa en la confianza internacional, los expertos coinciden también en que no se vería sensiblemente afectada. “Todos los días quiebran empresas en muchos países del mundo o están sometidas a fuertes problemas. Además, en este caso, se trata de un problema de gestión y de entorno económico, no de que la empresa no sea capaz de seguir manteniendo su liderazgo en el sector”, explica Hierro, que concluye: “Esto no es Volkswagen y Alemania, se parece más a General Motors y USA. Y la intervención de General Motors no afectó a la crisis de USA”. Osuna incide en la misma idea: “Los escándalos capital/empresariales en el contexto internacional están siendo tan frecuentes, tan plurisectoriales y de orígenes tan plurinacionales que la confianza internacional es un intangible tan volátil como, en última instancia, desconocido”. Aunque se detiene en otra confianza derivada del sistema: “En esta fase de desarrollo del capitalismo, conocida como globalización y caracterizada por el predominio y hegemonía del capital financiero sobre el capital productivo, es cierto que la pérdida de confianza y el abandono de los activos accionariales al pairo de los vaivenes especulativos de los mercados bursátiles provocan una sangría que afecta directamente a la solvencia y posibilidades de la compañía”.

Cardone cree, por su parte, que habrá que esperar a que la empresa, que pide el apoyo de los bancos y el Gobierno, cierre acuerdos con proveedores y las entidades financieras. “Estos acuerdos –subraya Cardone– reflejan confianza en el potencial futuro de la empresa y será una buena señal para otros mercados donde opera”.

En estos días, a falta de un aval bancario, la multinacional creada por Javier Benjumea en la dictadura está a punto de perder un contrato para construir la mayor planta de biomasa del mundo, en Middlesbrough, Reino Unido. Sólo para empezar, Abengoa pide a los bancos unos 500 millones de euros. En Onda Cero, el ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, ha resumido así la situación: "Han hecho muy buena ingeniería técnica, pero una ingeniería financiera desacertada”.

24.000 empleos en juego y decenas de proyectos en el aire por todo el mundo. Una deuda de más de 20.000 millones. Un futuro incierto para una multinacional que contó incluso con la bendición del todopoderoso Obama y que ha llegado a las puertas de la quiebra con una indecorosa indemnización multimillonaria al hijo de su fundador, Felipe Benjumea. El cóctel se llama Abengoa y ha estallado en un país con una tasa de paro tres veces mayor que la media de la OCDE y con un sector bancario recién salido de un rescate. ¿Qué repercusión puede tener en la economía española un descalabro de Abengoa? ¿Podrían afectar a la recuperación económica los miles de despidos y el impago de la deuda a los bancos y proveedores? ¿Cómo afectará a Andalucía, una de las comunidades con más paro de Europa, el hundimiento de su única multinacional?

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