Si la recesión llega en 2023, habrá sido la más anunciada de la historia económica. “Incertidumbre” es la palabra que está en boca de todos los analistas: que el año salga bien depende básicamente de que no tengamos nuevos episodios históricos que provoquen más impactos inesperados a la economía, como lo ha sido la pandemia global o la invasión de Ucrania.
Los organismos internacionales confían en que la situación irá a mejor: cada vez se hace más probable que las economías van a frenarse, pero no van a decrecer, con las serias implicaciones que eso tiene para los hogares y las empresas. Empieza el año donde se constatará si la inflación tocó techo en otoño, si los hogares resistirán el fuerte hinchamiento de las hipotecas variables, si los salarios recuperarán el terreno perdido y si la factura de la luz no subirá más de lo que ya hemos visto.
“Este año ha sido un punto de inflexión en muchos ámbitos”, señala María Romero, socia directora de la consultora de análisis financiero Afi. “Nos adentramos en un mundo mucho más inestable. En el tema geopolítico, hay un tira y afloja entre dos grandes bloques que cada vez se configura más antagónico: uno liderado por China y otro por EEUU, con Europa en medio, sufriendo las consecuencias. Por otro lado, pasamos de una política monetaria ultralaxa a una más restrictiva. También en el energético: yo no creo que volvamos a ver los precios máximos de 2022, pero el escalón de precios creo que sí ha venido para quedarse”, enumera la analista.
“2022 ha sido un año con muchísimos hitos impredecibles”, apunta Alejandro Inurrieta, economista y exasesor del Ministerio de Economía. “Supuestamente todo ha girado en torno a la guerra en Ucrania, pero en realidad el encarecimiento de las materias primas ha sido artificial, propiciado por el movimiento especulativo de los mercados. Como consecuencia de esto, hemos vivido algo histórico: la intervención de las autoridades europeas y norteamericanas en mercados intocables, como el energético o el eléctrico”, señala.
Tras el año en el que la inflación se llevó una porción significativa del poder adquisitivo de los trabajadores, empieza 2023: “Después de un año de más a menos, 2023 será un año de menos a más”, apunta el economista y profesor Daniel Fuentes, director de la consultora Kreab. “La clave serán los tipos de interés. A raíz de ahí, se determinarán las cuotas de las hipotecas o la contención de la inflación”. “Yo creo que es un año en el que no daremos marcha atrás”, añade María Romero. “Aunque en conjunto pasaremos de quinta a primera. Es decir, si este año hemos crecido casi un 5%, el año que viene será de en torno al 1%. El balance sigue siendo positivo”, apunta.
El principal indicador de 2023: la inflación subyacente
“La inflación se va a moderar de manera muy significativa, sobre todo en la primera mitad del año”, explica Daniel Fuentes. “Creo que podemos llegar a incluso tasas del 3%, diría que a la segunda mitad del año, incluso a tasas de cero. Pero que esto no lleve a equívoco: el verdadero termómetro va a estar en la inflación subyacente”, añade. El IPC subyacente es la variación de los precios sin tener en cuenta las materias primas energéticas ni las alimentarias, que son las dos más volátiles. En diciembre, según el dato adelantado, cerró por encima de la inflación general (que se contenía), escalando hasta el 6,9%.
La inflación comienza con una perturbación proveniente de estas materias primas, que se extiende al resto de la economía, según van subiendo los precios de los productos, los salarios, los costes, e incluso cuando las empresas aprovechan el desconcierto para aumentar sus márgenes de beneficio. Todo esto genera una inercia que hace que el coste de la vida siga aumentando, aunque la perturbación original haya cesado.
El indicador de cómo se ha filtrado el aumento de precios en la economía lo da la inflación subyacente: “Si el IPC limpio de energía y alimentos sigue creciendo en 2023, es que tenemos un problema de verdad”, añade Fuentes.
Alejandro Inurrieta coincide con Fuentes en cuanto a la moderación de la inflación, aunque disiente en el ritmo: “Yo no creo que veamos niveles de inflación cero o negativos. Creo que será más baja que en 2022, pero no estará bajo los niveles que desearían los bancos centrales para empezar a bajar los tipos de interés. Es decir, estarán por encima del 2% y del 3%”. La economista María Romero apunta en esta dirección: “Creemos que la inflación cederá hasta la mitad. Si en 2022 cerramos con una tasa media anual del IPC de entorno al 8%, el año que viene será la mitad. Por lo tanto, los precios seguirán creciendo, aunque no al ritmo que hemos visto”, apunta.
En la encrucijada de crecimiento económico y precios existe una paradoja: hay veces que cuanto mejor, peor. En ese sentido señala María Romero: “En un escenario optimista, en el que el crecimiento no se frena mucho, los precios podrían crecer más y derivar en un frenazo más agresivo por parte de los bancos centrales, porque meterían mucha más leña”, advierte.
Hipotecas: un futuro a corto plazo nada halagüeño
Los inéditos niveles de inflación, no vistos en las últimas cuatro décadas, han llevado a los bancos centrales a subir los tipos de interés de la manera más rápida e intensa de su historia. El objetivo es encarecer los créditos y préstamos para reducir la demanda de consumo e inversión, y relajar los precios por esa vía. No obstante, los economistas difieren en la idoneidad de esta reacción por parte del Banco Central Europeo, donde la inflación tiene un componente más por el lado de la oferta derivado por la invasión rusa de Ucrania. En cualquier caso, la última sesión del organismo europeo ha endurecido aún más su discurso: los tipos de interés subirán más de lo previsto durante más tiempo del estimado.
“El euríbor sin duda va a seguir subiendo”, señala Alejandro Inurrieta. Este indicador, que va parejo a los tipos de interés, es al que están indexadas la mayoría de hipotecas de tipo variable. “Si continúan las subidas de los tipos de interés podemos llegar a verlo en el 4%. Esto es una malísima noticia para los hipotecados a tipo variable, y se va a empezar a notar según se vayan revisando las cuotas de las hipotecas”, apunta el economista.
“La única esperanza, aunque yo no tengo ninguna, reside en el código de buenas prácticas”, ironiza Inurrieta, en referencia al acuerdo al que llegó el Gobierno con la banca, para asistir a las familias que se vean en apuros financieros por la subida repentina de la cuota hipotecaria. “Yo soy escéptico con su cumplimiento. La banca no está dispuesta a asumir ningún coste de este episodio, como siempre. Está demostrado que el código de buenas prácticas que se firmó en 2012 no sirvió para nada, fue pura propaganda del Gobierno y del sistema financiero”, critica.
“El nivel al que aumenten las hipotecas estará ligado al aterrizaje que hagan los bancos centrales. Hasta que no tengamos certeza sobre esto, es difícil especular”, apunta Daniel Fuentes, pero añade un pronóstico en línea con Inurrieta: “Dicho esto, es razonable pensar en un euríbor por encima del 3%”. La asociación de consumidores financieros Asufin ha determinado que cerrar 2022 con un euríbor del 3% ya ha aumentado las cuotas de las familias hipotecadas a tipo variable en algo más de 2.000 euros anuales. Un euríbor por encima del 3% supondría un hinchamiento de esta cifra.
Sin dudas sobre el mercado de trabajo: empleo sólido en España en 2023
Los organismos nacionales, internacionales y los expertos consultados coinciden: no hay señales que hagan dudar del buen desempeño del mercado de trabajo el próximo año. “No pensamos que el empleo vaya a caer”, apunta María Romero. “Estamos de media en un desempleo del 12,8% aproximadamente. Creemos que podría subir hasta el 13%. El Banco de España señala que podría subir al 12,9%. Hacer estas previsiones es como decir que no va a haber apenas daño. No pensamos en una recesión que exija ajustes de plantillas”, señala la economista.
Daniel Fuentes coincide: “Los peores momentos serán este trimestre y el primero de 2023. Pero el conjunto de los indicadores que van saliendo lo que dicen es que aunque se desacelera, se sigue manteniendo fuerte”, apunta. En este punto, sin embargo, discrepa Alejandro Inurrieta. Considera que precisamente las variaciones negativas sobre el empleo podrían llegar a partir del segundo trimestre. “La subida de tipos de interés empezará a notarse en Europa a partir del segundo trimestre de 2023. Podríamos ver un empeoramiento del mercado laboral a partir de esa fecha. Pero, desde luego, nada que ver con los niveles de 2008. La reforma laboral estamos viendo que ha funcionado”, opina el economista.
Respecto a los salarios, Afi prevé una revalorización del 4% el próximo año. La socia directora de esta consultora, María Romero, ve un riesgo de persistencia de inflación en cómo se acaben cerrando los convenios: “Creemos que si las revisiones salariales están por encima de esa cifra podríamos pasar de una inflación importada a una inflación de tipo doméstico. De momento, lo que vemos en los convenios es que los salarios están muy contenidos, del 2,6%, frente a una inflación media anual de en torno el 8%. Pensamos que en enero hay un porcentaje muy considerable de convenios que van a renovarse y que va a haber presión para revisarlos al alza”, añade.
El precio de la gasolina: incertidumbre total
Si hay un sector económico en el que haya más discrepancias sobre el futuro, es el energético. La evolución del conflicto en Ucrania y los movimientos especulativos en el mercado financiero determinarán el precio del petróleo y del gas, su impacto en la actividad económica, y también en los carburantes. “Somos un poco más pesimistas que el consenso”, explica María Romero, en relación al trabajo de análisis de la consultora Afi. “El mercado espera que el precio de la energía va a seguir moderándose, pero nosotros pensamos que será a un ritmo menor. Creemos que los precios van a estar tensionados los próximos meses. No pensamos, eso sí, que los precios vayan a volver a los máximos de 2022, pero cuidado, que el riesgo siempre está ahí”, advierte.
Inurrieta destaca cómo los consumidores notarán en su bolsillo la desaparición de medidas de apoyo: “En España, cuando desaparezca la bonificación de 20 céntimos de los carburantes dejará un agujero. La caída de inflación que hemos tenido del 10% al 6,8%, un punto y medio se debe a esa medida. También se notará el impacto de las comunidades autónomas que dejen de subvencionar el transporte público en 2023, como la Comunidad de Madrid”, apunta.
Respecto a los precios del petróleo, se muestra algo optimista: “Si la demanda global de petróleo disminuye, los precios podrían seguir bajando. Esto puede cambiar de hoy para mañana con que haya una nueva vertiente de la guerra”. Daniel Fuentes resume esta idea en dos palabras: “volatilidad” e “incertidumbre”. “Es un mercado que no está regido por criterios de competitividad. Está sujeto a lo que quiere el productor”, critica el economista.
Si la recesión llega en 2023, habrá sido la más anunciada de la historia económica. “Incertidumbre” es la palabra que está en boca de todos los analistas: que el año salga bien depende básicamente de que no tengamos nuevos episodios históricos que provoquen más impactos inesperados a la economía, como lo ha sido la pandemia global o la invasión de Ucrania.