Contra la parálisis negociadora de la patronal y el Gobierno, movilizaciones; contra la pobreza y la precariedad en el trabajo, derogación de las reformas laborales de 2010 y 2013; contra el “insoportable tufo” de la corrupción, “cambios en profundidad” y “desalojo de los políticos” implicados de sus lugares de gobierno. CCOO y UGT presumieron este Primero de Mayo de haber sacado a la calle a medio millón de personas en toda España para exigir los derechos laborales perdidos durante la crisis, pero también para reclamar que se depuren responsabilidades por la corrupción. “Mientras nos estaban robando”, acusó el secretario general de UGT, Pepe Álvarez, “nos pedían que nos apretáramos el cinturón e implantaban políticas de austeridad”.
“Hemos dejado atrás la recesión, pero los ciudadanos no hemos salido de la crisis”, advirtió desde el escenario instalado en la Puerta del Sol el secretario general de CCOO, Ignacio Fernández Toxo. Y lo recalcó Pepe Álvarez cuando proclamó que el “compromiso con los salarios” de ambos sindicatos se mantiene “intacto”. “La CEOE debe ser consciente de que si no se consigue un acuerdo que mejore la capacidad adquisitiva de los sueldos y reparta los beneficios de las empresas, el conflicto estará servido”. Antes de comenzar la manifestación, en el Paseo del Prado de Madrid, y ante los periodistas, el líder de UGT había avisado a la patronal del “calvario” que pueden sufrir las empresas si no suben los salarios: “Luego que no se quejen de que aumenta la conflictividad”.
En su último discurso en el Día del Trabajo, Fernández Toxo, que no repetirá en la dirección de CCOO tras el congreso de junio, apuntó en la misma dirección cuando alertó a los empresarios de que si la mesa de negociación “no da resultados”, serán la “movilización, la manifestación y la huelga” las que impulsarán “el cambio que necesita este país”. Los sindicatos reclaman una subida salarial entre el 1,8% y el 3% para este año, mientras que la CEOE no ofrece más que un 2% con un 0,5% adicional pero variable.
También fueron tajantes ambos responsables sindicales a la hora de exigir la desaparición de la reforma laboral, no sólo la de 2012, elaborada por el Gobierno del PP, sino también la de 2010, que firmó el último Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero. “No hay que negociarlas, hay que derogarlas”, sentenció Pepe Álvarez, porque “matan trabajadores, desregulan las relaciones laborales e impiden las subidas salariales en los convenios”.
Gritos a favor de la moción de censura
“No sé si tienen razón o no quienes piden una moción de censura [contra el Gobierno], pero sí sé que hay que acabar con estas políticas”moción de censura, apuntó Fernández Toxo, quien fue interrumpido por gritos de “sí, sí” y “moción de censura”. Ya antes Pepe Álvarez había tachado de “insoportable” la corrupción. “Ni un día más esta pornografía de mensajes entre unos y otros”, zanjó. A su juicio, España debería reflexionar sobre “por qué es un Estado tan corrupto”. Y ante la proliferación de casos, recetó “cambios en profundidad”.
Después el dirigente de CCOO relacionó la corrupción y las políticas del Gobierno con la “desafección” de la ciudadanía hacia los políticos y las instituciones. “¿Cómo puede conformarse [el Ejecutivo] con un unos Presupuestos no expansivos si el paro es del 18%?”, se preguntó. “Se ha resignado a los mandatos de la troika y de una Unión Europea insensible al dolor de los ciudadanos”, contestó inmediatamente. “Luego se escandalizarán con el aumento de los partidos fascistas, que aprovechan el caldo de cultivo de la gestión neoliberal de la crisis para amenazar la democracia”, razonó Fernández Toxo, “ése es el riesgo asociado al paro, la pobreza y la desigualdad generadas por las políticas de los gobiernos”.
Aunque el respaldo a la moción de censura no fue expreso, Álvarez y Toxo sí que tiraron de las orejas a los partidos de izquierda. El segundo recordó la existencia de una mayoría en el Parlamento que apoya políticas de ese signo. El primero alabó el “acuerdo de las fuerzas de izquierda” en Portugal, del que dijo sentir una “envidia sana”. Un acuerdo así, dijo, haría falta en España para “acabar la Transición mal acabada”.
Podemos, tras la pancarta de Coca-Cola
A la manifestación del Primero de Mayo acudió la primera plana de Podemos, con Pablo Iglesias e Íñigo Errejón a la cabeza, acompañados de Irene Montero, Rafael Mayoral, el diputado canario Alberto Rodríguez, Juan Carlos Monedero y Ramón Espinar. Todos ellos se situaron tras la pancarta de los trabajadores de la fábrica de Coca Cola en Fuenlabrada. Con su propia pancarta desfiló Izquierda Unida, encabezada por Alberto Garzón y Mauricio Valiente. Por el PSOE acudieron el exministro de Educación Ángel Gabilondo, el diputado Rafael Simancas y el concejal del Ayuntamiento de Madrid Antonio Miguel Carmona. También hicieron el recorrido hasta la Puerta del Sol el ex secretario general de UGT Cándido Méndez y quien fue su número dos, Toni Ferrer.
Según los sindicatos, la convocatoria reunió a 50.000 personas. Entre ellas se encontraban no sólo los trabajadores de Coca Cola, sino también los de las empresas multiserviciosempresas multiservicios, que pedían “la aplicación del convenio”. Estas empresas se han convertido en uno de los frentes de lucha de los sindicatos durante los últimos años, también en los tribunales. Ofrecen sus plantillas a otras empresas –desde seguridad hasta jardinería o servicios de camareros de piso en los hoteles, por ejemplo– pero a precio inferior al marcado por el convenio del sector, al que no pertenecen. También los trabajadores despedidos de Telemadrid o los de la empresa municipal de limpieza de Getafe marcharon hasta Sol.
La criminalización de los piquetes
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CCOO y UGT dieron protagonismo a dos de sus referentes: los sindicalistas amenazados con penas de cárcel por hacer piquetes y el presidente del comité de empresa de Coca Cola en Fuenlabrada. Rubén Ranz, para quien el fiscal pide siete años de prisión por atentar contra la autoridad y contra los derechos de los trabajadores el 29 de marzo de 2012, clamó contra quienes “han podrido las instituciones” y ahora van a permitir que la fiscalía les meta en la cárcel. “No somos como ellos, no somos delincuentes, no pueden ponernos al mismo nivel que Ignacio González”, reclamó el sindicalista de UGT, que fue detenido por un piquete ante un bar en Madrid durante la primera huelga general contra el Gobierno del PP.
Juan Carlos Asenjo, representante de CCOO en Coca Cola, aseguró que los trabajadores habían “vencido a la mayor multinacional del mundo” gracias a la movilización. Y lamentó que se estén “perdiendo los derechos conquistados” por falta de ella. Aunque la plantilla de Fuenlabrada no renuncia a la acción legal y recurrirá al Tribunal Constitucional y al Tribunal de Estraburgo para continuar su batalla –quieren que las instalaciones vuelvan a ser productivas y no un mero almacén logístico–, Asenjo prometió “hacer lo que haga falta” para “tumbar” a Coca Cola.
Como recalcó luego Pepe Álvarez en una nueva llamada a la movilización: “El movimiento obrero no ha hecho ninguna conquista sin mojarse”.
Contra la parálisis negociadora de la patronal y el Gobierno, movilizaciones; contra la pobreza y la precariedad en el trabajo, derogación de las reformas laborales de 2010 y 2013; contra el “insoportable tufo” de la corrupción, “cambios en profundidad” y “desalojo de los políticos” implicados de sus lugares de gobierno. CCOO y UGT presumieron este Primero de Mayo de haber sacado a la calle a medio millón de personas en toda España para exigir los derechos laborales perdidos durante la crisis, pero también para reclamar que se depuren responsabilidades por la corrupción. “Mientras nos estaban robando”, acusó el secretario general de UGT, Pepe Álvarez, “nos pedían que nos apretáramos el cinturón e implantaban políticas de austeridad”.