MERCADO DE TRABAJO
La conflictividad laboral sube desde el covid: huelguistas y horas perdidas superan las cifras de la recesión
Los trabajadores que se declararon en huelga entre enero y noviembre de 2024 aumentaron un 9,6% respecto al mismo periodo del año anterior. Las jornadas no trabajadas por esos 208.163 huelguistas crecieron un 11,5%, hasta alcanzar las 494.336, según los últimos datos publicados por el Ministerio de Trabajo. Cuando se conozcan las cifras de diciembre, es más que probable que 2024 confirme la tendencia que viene reflejando la estadística desde la pandemia: la conflictividad laboral medida por número de trabajadores y horas de trabajo perdidas supera, y con mucho, la de los años posteriores a la crisis financiera.
Aunque las convocatorias de huelga se redujeron el año pasado –553 hasta septiembre, 39 menos que en 2023, la estadística de Trabajo no ha publicado datos más actualizados–, el número de quienes hicieron huelga tanto en 2022 como en 2023 superó los 200.000, una barrera que no se había franqueado desde 2012, en lo más profundo de la anterior crisis económica, cuando España estaba en recesión y la tasa de paro alcanzaba el 26%. Desde 2021 y hasta 2023, los huelguistas han aumentado un 18,7%, hasta alcanzar los 224.279, mientras que las jornadas no trabajadas crecieron un 7%, hasta las 504.984. Aunque fue peor 2022, cuando se perdieron 627.967 jornadas de trabajo. En cualquier caso, el año con mayor número de huelgas de la última década resultó ser 2019, con 898 convocatorias, aunque con muchos menos participantes –149.154– y menos jornadas no trabajadas –337.399– que en 2023.
Las huelgas generales, en declive
Todas estas cifras se refieren a huelgas ordinarias. Las huelgas generales movilizaron en 2024 apenas a 15.790 trabajadores hasta noviembre, tres veces menos que en el mismo periodo de 2023. Se trata de mínimos desde los 1,3 millones de participantes en las tres huelgas generales de 2012: el 29 de marzo contra la reforma laboral recién aprobada por el Gobierno de Mariano Rajoy, el 22 de mayo contra los recortes en la educación y el 14 de noviembre contra las políticas de austeridad europeas.
Desde entonces las huelgas generales han perdido fuelle, sólo sostenidas desde 2018 por la convocatoria del 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer, que movilizó a más de 330.000 trabajadoras ese año y el siguiente. El peso de esta jornada en el cómputo anual de participantes es tal que desde entonces siempre hay más mujeres huelguistas que hombres.
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El auge tras el covid de las huelgas “ordinarias”, como las etiqueta la estadística de Trabajo, tiene que ver con la línea de acción emprendida por CCOO y UGT en los últimos años: recurrieron a la movilización para desatascar la negociación colectiva. Salario o conflicto fue su lema para exigir que las retribuciones se recuperaran a la par que lo hacía la economía. De las 553 convocatorias contabilizadas por el ministerio hasta septiembre de 2024, el 88% tuvieron motivos estrictamente laborales y de ese porcentaje más de la mitad estaban relacionadas con la negociación colectiva. Sólo 25 fueron huelgas sectoriales y sólo en 76 protestaron empleados del sector público.
El triple de huelgas en el País Vasco que en Madrid
Además, fue en el País Vasco donde más huelgas se convocaron el año pasado, 220, el doble que en Cataluña –112– y casi el triple que en Madrid –83–. Sin embargo, Andalucía multiplicó el año pasado nada menos que por seis el número de jornadas no trabajadas, hasta llegar a las 204.642, el 41% de las jornadas perdidas en toda España hasta noviembre. El culpable fue la huelga de la plantilla de Acerinox en Los Barrios (Cádiz), que se prolongó durante cuatro meses y medio.
Por el mismo motivo, y pese a que los trabajadores de banca y seguros fueron los más huelguistas el año pasado –63.221, casi un tercio, aportaron al registro del ministerio– la actividad que más jornadas perdió por las protestas de sus plantillas fue la industria, donde sólo pararon 28.781 trabajadores. El pasado 22 de marzo, los sindicatos convocaron la primera huelga del sector bancario en 30 años tras romperse la negociación con la patronal sobre la subida salarial del convenio colectivo. Pero duró sólo 24 horas, a diferencia de la secundada por Acerinox, que encadenó 136 días de paros.