La economía española creó 540.655 empleos en 2016, pero para ello fue necesario que se firmaran casi 20 millones de contratos. Uno de los motivos de esta tremenda disparidad se encuentra en la alta tasa de temporalidad del trabajo, la segunda más elevada de la Unión Europea tras Polonia. Y en la cada vez mayor brevedad de esa enorme bolsa de contratos temporales. Así, en 2016 la duración media de los contratos temporales en España fue de sólo 50,58 días, casi tres días menos que hace un año. En diciembre, cuando se disparan los minicontratos para atender los picos de actividad por la campaña navideña del comercio, la duración media fue aún menor: 42,84 días, por debajo incluso de alcanzada en diciembre de 2015, dos días más breves.
Aun así, hay un mes en que la duración de los contratos se desploma todavía con mayor contundencia. El pasado agosto se quedó en sólo 41,46 días.
De que, además de ser mayoritariamente temporales, los contratos en España tienen plazos de caducidad menguantes dan buena cuenta las estadísticas del Servicio de Empleo Público Estatal (SEPE) cada mes. El 26,2% de los que se registraron el pasado diciembre duraron menos de siete días. Y el 42,3% son contratos de menos de un mes. Este año se firmaron aún más contratos de menos de una semana que en 2015, un 7,3% más. Y como diciembre es el mes estrella de la contratación ultrarrápida, los contratos indefinidos se desplomaron un 21% desde noviembre. De hecho, si se comparan ambos meses, resulta que mientras los contratos de menos de un mes de duración aumentan un 9,6%, los que duran más de un mes caen casi un 25%.
En 2016 el número total de contratos ha aumentado un 7,5% respecto al año anterior, superando incluso las cifras de 2007, justo antes de la crisis. Pero, al tiempo, han aumentado mucho más los contratos ultrabreves, los de menos de una semana, casi un 12%. No hay ningún otro grupo de contratos, clasificados según su duración por el SEPE, que haya crecido tanto. Además, el número de los más largos ha bajado: un 12,4% los de seis a 12 meses y un 11,1% los de más de 12 meses.
Pierden un mes de vida media
El protagonismo de los contratos exprés no ha hecho más que multiplicarse desde que comenzó la crisis. De forma que, aun siendo España desde 1984 el país campeón de la temporalidad, la creciente fugacidad de los contratos va dejando sin aliento a quienes los firman. En 2007 un contrato duraba de media 78,55 días, 28 días más que ahora. Los contratos han perdido un mes de vida media. En 2011, antes de que entrara en vigor la reforma laboral, la duración media de un contrato temporal ya había bajado a 62,87 días. Perdió casi dos semanas.
Además, en 2007 los contratos de menos de siete días representaban sólo el 15% de los 18,62 millones registrados. Hoy, al 25,7%. Es decir, su peso en el total de la contratación se ha disparado 10 puntos. Los de menos de un mes equivalían antes de la crisis al 26,7%. En 2016 llegan al 38,2%, 12,5 puntos más que en 2007.
El predominio del contrato temporal se explica en parte por la primacía económica de la hostelería y el comercio. De los 19,97 millones de contratos registrados en 2016, casi el 30% fueron firmados en esos dos sectores.
Cambios legales contra el abuso del contrato temporal
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“No podemos condenar a una persona a tener contratos temporales encadenados”, advirtió la titular de Empleo, Fátima Báñez, el pasado mes de octubre. Pero la ministra se refería sólo a los trabajadores temporales de las administraciones, en concreto de la sanidad: el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) acababa de sacar los colores a las leyes españolas por permitir el abuso del contrato temporal y discriminar a los trabajadores a quienes se priva de un empleo fijo.
Este martes vuelve a reunirse el comité de expertos a los que el Ministerio de Empleo ha confiado el análisis de las sentencias del TJUE y su aplicación en el marco laboral español. Prometen tener listo su informe antes de que acabe este mes de enero. De momento, el Gobierno sólo parece dispuesto a crear un contrato temporal con indemnización creciente en los términos descritos en el pacto de investidura entre el PP y Ciudadanos. Está por ver si ese cambio legal tendrá algún efecto en la tiranía que ejerce el contrato exprés sobre el mercado laboral español.
Los contratos temporales de duración inferior a siete días están penalizados con un aumento del 36% de la cuota empresarial por contingencias comunes. Pero esa disuasión no ha detenido en todo este tiempo –la medida se creó en 2001– su auge.
La economía española creó 540.655 empleos en 2016, pero para ello fue necesario que se firmaran casi 20 millones de contratos. Uno de los motivos de esta tremenda disparidad se encuentra en la alta tasa de temporalidad del trabajo, la segunda más elevada de la Unión Europea tras Polonia. Y en la cada vez mayor brevedad de esa enorme bolsa de contratos temporales. Así, en 2016 la duración media de los contratos temporales en España fue de sólo 50,58 días, casi tres días menos que hace un año. En diciembre, cuando se disparan los minicontratos para atender los picos de actividad por la campaña navideña del comercio, la duración media fue aún menor: 42,84 días, por debajo incluso de alcanzada en diciembre de 2015, dos días más breves.