Las debilidades del canal de denuncias internas de los Legionarios de Cristo

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Begoña P. Ramírez

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El pasado 22 de marzo los Legionarios de Cristo publicaron los nombres de los sacerdotes que han sido acusados de abuso sexual a menores desde 1941, cuando se fundó la congregación. Es el último paso de un proceso de depuración y reestructuración que dura ya más de una década. Fue forzado por el Vaticano después de muchos años de denuncias desoídas y tras desvelarse la vida escasamente católica de su fundador, Marcial Maciel, que tuvo hijos de varias mujeres, abusaba de seminaristas e incluso era adicto a los opiáceos.

Los sacerdotes son 27 miembros de la congregación. Las víctimas ascienden a 170. Del total, seis acusaciones se refieren a casos sucedidos en España. Tal y como puede leerse en la página web de Regnum Christi, la federación que integra a los Legionarios de Cristo, los Laicos Consagrados y las Consagradas, uno de ellos es el propio Marcial Maciel. De los otros cinco no se publica la identidad: dos han fallecido y los tres restantes se encuentran inmersos en “procesos canónicos activos”.

La reconversión ordenada por Benedicto XVI en 2010 ha obligado a los Legionarios no sólo a cambiar su cúpula y sus códigos internos de conducta, además de a publicar los casos de depredación sexual y a pedir perdón públicamente por ellos, sino también a poner en marcha un mecanismo completo de protección frente a los abusos que incluye canales internos de denuncia.

Porque, más allá del escándalo y de la persecución de los delitos, la ley también ha cambiado. Y, como cualquier otra entidad pública o privada de más de 50 empleados, la congregación debe implantar un sistema de información de este tipo desde que se aprobó la directiva de la Unión Europea 2019/1937, que tiene que ser trasladada a la legislación española antes de que acabe el año. Es más, la ley europea obliga a empresas e instituciones a disponer de canales de denuncia anónima. También el Código Penal establece la obligatoriedad de contar con estos mecanismos como parte de los sistemas de cumplimiento normativo que eximen a las personas jurídicas de la responsabilidad derivada de los delitos cometidos por sus trabajadores. La Ley de Protección de Datos, a su vez, permite que las denuncias sean no sólo confidenciales sino también anónimas.

Desde 2019, Regnum Christi cuenta en su página web con un canal de denuncias para riesgos penales en general. Para posibles casos de abusos sexuales han implantado además un canal que denominan “institucional” y otro externo, que gestiona una entidad independiente llamada eshmá. Pero ninguno de ellos garantizaba el anonimato del denunciante. Al menos hasta el pasado viernes, 26 de marzo.

El texto introductorio al canal de denuncias para riesgos penales, dirigido a empleados, voluntarios, financiadores, donantes, clientes, proveedores y beneficiarios de los Legionarios de Cristo, explica que la comunicación de irregularidades puede realizarse “de manera anónima”. “Dependerá siempre de su decisión proporcionarla [la información de contacto] o realizar la denuncia de forma anónima”, indica. Sin embargo, el formulario que se ofrece a continuación obligaba a introducir el nombre y apellidos del interesado para enviar la denuncia. También exigía una dirección de correo electrónico.

Otro tanto ocurría con el canal de eshmá para denunciar abusos sexuales, al que se accede a través de la pestaña Ambientes seguros que aparece en la parte superior de las webs de los Legionarios de Cristo. El campo del nombre y apellidos figuraba como “requerido” para enviar la denuncia.

Hasta que la pasada semana infoLibre se puso en contacto con Regnum Christi para preguntarle por qué mantenían una exigencia que hacía imposible el anonimato de quien quisiera informar de posibles irregularidades o abusos. Los expertos en cumplimiento normativo consultados por este periódico así lo entendían. Las denuncias, detallan, pueden ser confidenciales –se protege la identidad del denunciante–, anónimas “anonimizadas”, cuando se entregan a un tercero sin la identidad de quien las ha presentado.

Pero, si se obliga a revelar nombre y apellidos o a indicar una dirección de correo electrónico, dejan de ser del segundo tipo. Lo mismo si se envía información a través de la dirección de correo electrónico que estas páginas webs ofrecen: con el email queda al descubierto la dirección IP –el número que identifica el ordenador o el móvil– desde la que se ha mandado.

Tres denuncias desde 2019

La congregación explicó entonces a infoLibre que, en efecto, no era “necesario” que el campo “nombre” fuese obligatorio y que, por tanto, lo había modificado. Desde el viernes, según puede comprobarse en la página web, figura como “opcional”. Pero se mantiene como “requerido” el campo que pide una dirección de correo electrónico; según apunta un portavoz de la congregación, para poder responder al denunciante. Los expertos consultados por este periódico insisten, sin embargo, en que existen mecanismos para mantener la relación con el informante sin necesidad de identificar el correo electrónico.

El canal de riesgos penales lo gestiona el administrador territorial de la Congregación, que actúa como compliance officer y es “la persona que en primera instancia recibe la denuncia”, asegura un portavoz de Regnum Christi. Desde 2019 ha recibido sólo tres denuncias.

En todo caso, este verano los Legionarios esperan disponer ya de un canal de denuncia anónima online “en las condiciones que marca la directiva europea”online y que gestionará una empresa externa especializada: “El denunciante entrará en un sistema en el que la institución jamás podrá saber quién es y el denunciante podrá seguir el proceso que sigue su denuncia, pues la institución irá notificando las actuaciones. Al final se expedirá un certificado con el resultado de la denuncia”, detalla el portavoz.

“Verdad, justicia y reparación”

Este periódico se puso en contacto igualmente con eshmá, porque la empresa también modificó el mismo día el formulario del canal de denuncias para convertir en opcional el campo del nombre y apellidos del informante. La entidad, que se presenta como una “institución profesional e independiente especializada en atención a víctimas de abuso sexual, de poder y conciencia en la Iglesia”, ofrece “acompañamiento terapéutico para sanar las secuelas de abuso”, orientación social y atención jurídica sobre el proceso penal y “diálogos restaurativos, como vías para obtener verdad, justicia y reparación”. Además del citado canal de denuncias, que funciona sólo desde el pasado 22 de marzo. En apenas una semana de funcionamiento les han contactado ocho personas, “mayormente con peticiones de orientación y acompañamiento”, precisa eshmá.

Eshmá no contesta si cambió el formulario a petición de los Legionarios de Cristo. En su lugar, aclara que cualquier persona interesada puede “enviar un correo electrónico directo a un buzón, llamar por teléfono o por whatsapp o telegram sin necesidad de revelar su identidad”. “La llamada telefónica o la mensajería no implican que nos tenga que revelar su nombre e incluso nos puede manifestar directamente su deseo de permanecer en el anonimato. En ningún caso revelamos a la institución la identidad de la persona que acude a nosotros, salvo que ése sea su deseo explícito”, recalca. “En cualquier caso”, apunta, “seguimos aprendiendo y mejorando en estas y otras facetas, en parte gracias a los comentarios que recibimos. Y si existe una forma mejor de buscar la garantía de anonimato junto con la posibilidad de contacto, la aplicaremos”.

Eshmá dice trabajar no sólo para los Legionarios, sino también para “otras congregaciones y alguna diócesis” que no especifica. Y lo hace con su propio equipo para la recepción y procesamiento de las denuncias, y con la ayuda de una empresa de tratamiento de datos para supervisar protocolos.

Correo electrónico a 14 coordinadores

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Finalmente, los Legionarios de Cristo cuentan con lo que llaman canal institucional de denuncias, formado por los “Ambientes seguros”, especialmente diseñados para proteger a “menores y adultos vulnerables” de los abusos sexuales en sus “actividades apostólicas, educativas y pastorales”. En esa página aparece la lista de 14 coordinadores, repartidos por todo el mundo. Uno de ellos en España. Cada coordinador figura con su nombre, un número de teléfono y un correo electrónico. Los Legionarios invitan a quien haya sufrido un abuso por parte de un miembro de la congregación a denunciar ante las autoridades competentes y a contactar con estos coordinadores de ambientes seguros: “Queremos conocer los hechos, escuchar su historia y ayudarle a recorrer un camino de sanación y reconciliación”. Una vez más, los expertos en cumplimiento normativo advierten de que el correo electrónico no es el medio adecuado para utilizar como canal de denuncias, menos aún si se quiere preservar el anonimato del informante. “Se utiliza, pero debería caer en desuso”, remarcan.

Regnum Christi se ha dotado también de un catálogo de códigos de conducta para los legionarios, empleados, voluntarios y consagradas, así como de procedimientos “en caso de traspaso de límites” y “de respuesta a la acusación de abuso sexual”, a fin de investigar las denuncias y de comunicarlas a las autoridades. Unos y otros se han redactado siguiendo las directrices de Praesidium, una institución de Estados Unidos dedicada a la prevención de abusos a menores y que tiene como clientes a buena parte de las diócesis católicas de ese país, además de a órdenes religiosas como los franciscanos, los carmelitas o los maristas, pero también a universidades e incluso parques de ocio.

En resumen, todo un blindaje para una organización que integra a más de 30.000 personas y posee 154 colegios–Everest, Cumbres, Highlands, Mano Amiga–, 18 universidades –entre ellas la Francisco Vitoria de Madrid– y una agencia de noticias –Zenit–.

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