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Los fondos extranjeros buscan negocio en el sector renovable español

El mercado renovable en España continúa siendo un plato apetecible a ojos de la inversión extranjera. La pasada semana la Comisión Europea dio luz verde a la adquisición de control conjunto de nueve proyectos de parques eólicos en Aragón por parte de la multinacional estadounidense General Electric y del fondo francés de capital riesgo Mirova-Eurofideme 3 –propiedad en última instancia del Banque Populaire Caisse d’Epargne–. La operación se realizará a través de la compraventa de dos sociedades de cartera, Idesamgar SL e Idesamgar 1 SL, que hasta la fecha habían pertenecido a la firma española Forestalia Renovables, el grupo energético capitaneado por Fernando Samper que dio la sorpresa en las tres últimas subastas organizadas por el Ministerio de Energía –en total lograron adjudicarse 1.500 megavatios eólicos–.

Pero este movimiento es sólo uno más a añadir a la larga lista de operaciones que se llevan produciendo en España desde finales de 2014, dos años después de que el Ejecutivo del PP metiera el segundo hachazo importante a las renovables  –suspensión de los incentivos para los nuevos proyectos– tras la decisión del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero de poner un límite a las horas primadas, el primer varapalo contra un sector que hasta ese momento se encontraba en auge. En estos cuatro últimos años, el mercado de energías verdes no ha parado de moverse. De hecho, en los seis primeros meses de 2017, Reino Unido y España marcaron el paso de la actividad europea en fusiones y adquisiciones en el sector energético, según el informe Power Transactions and Trends, elaborado por la consultora Ernst & Young. Y una parte importante de los movimientos se registraron en el campo de las fuentes limpias.

Entrada de grandes fondos de inversión

El baile se inició en octubre de 2014, cuando el fondo buitre estadounidense KKR pagó 397 millones de euros para hacerse con el 33% de Acciona Energía Internacional, la cartera de instalaciones de renovables del grupo presidido por José Manuel Entrecanales fuera de España. Seis meses después, en abril de 2015, la firma emiratí Abdul Latif Jameel Energy and Enviromental Services cerraba la compra de la española Fotowatio Renewable Ventures, una de las empresas pioneras en el desarrollo de plantas de solar fotovoltaica. Por aquel entonces, FRV tenía en sus manos, según los datos difundidos, una cartera de proyectos de energía solar de 3,8 gigavatios en mercados solares emergentes en Oriente Medio, Australia, América Latina y África. En el comunicado difundido tras el apretón de manos no se detalló el valor de la operación.

Ese mismo mes, la constructora ACS selló la venta del 24,01% del capital de Saeta Yield, su filial centrada en renovables que a finales del año pasado ya contaba con más de un millar de megavatios instalados, en un movimiento valorado en 200 millones de euros. Y en julio, KKR volvió a la carga adquiriendo el 80% de Gestamp Solar, promotora de parques fotovoltaicos y que actualmente opera como X-Elio, por 740 millones de euros. El año se cerró con otras tres operaciones de gran envergadura: la venta de la portuguesa Iberwind –hasta entonces en manos del fondo español Magnum– a las firmas chinas Cheung Kong Infraestructure Holdings y Power Assets Holdings Limited por 1.000 millones, la compra de Renovalia por el fondo buitre Cerberus por otros 1.000 millones y la adquisición de Eolia por el fondo buitre Oaktree, una operación valorada en 900 millones.

En los dos años siguientes, el baile en el mercado de la energía limpia continuó. En diciembre de 2016, por ejemplo, Isolux vendió su filial renovable, T-Solar –con intereses en España, EEUU, India o Japón, entre otros–, por más de 100 millones de euros al fondo británico I Squared. Pocos meses después, a principios de 2017, la empresa Sonnedix, propiedad de JPMorgan, se hizo con 136 megavatios de potencia fotovoltaica en 43 instalaciones que puso a la venta el fondo estadounidense Centerbridge. Y en abril, el fondo británico Perwyn pasó a controlar dos plantas fotovoltaicas en Alicante que pertenecían a la francesa Eiffage y a la española Electroaldesa. El valor de estas dos últimas operaciones no fue revelado.

Un mercado en quiebra tras los recortes

Los expertos consultados por infoLibre señalan que los cambios normativos tras el boom de las renovables construyeron un escenario propicio para la entrada de inversores extranjeros. El primer tijeretazo se produjo en 2010, durante la segunda legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero, con el establecimiento de una limitación a las horas primadas –es decir, si se excedía el tope había que venderlas a precio de mercado, muy inferior–. Luego, con Mariano Rajoy al frente del Ejecutivo, se aprobó en 2012 la suspensión de los incentivos a los nuevos proyectos y, en 2013, la reforma del sistema eléctrico. Todas esas modificaciones legislativas han provocado un aluvión de denuncias contra el Estado español: según el Gobierno, 36 pleitos abiertos en los que se reclaman más de 7.500 millones.

“Fruto de la reforma, determinadas compañías han entrado en default y se han visto obligadas a deshacerse de unos activos que no les daban retorno. Muchas empresas no han podido aguantar eso y han cedido instalaciones, en muchos casos perdiendo dinero”, señala en conversación con este diario José María González Moya, director general de la Asociación de Empresas de Energías Renovables (APPA). En la misma línea se pronuncia José Donoso, director general de la Unión Española Fotovoltaica (UNEF) y responsable de relaciones internacionales del Instituto para la Diversificación y el Ahorro de la Energía (IDEA) entre 1987 y 2001: “Cuando se produjeron los recortes a las renovables, fondos extranjeros vieron la oportunidad de entrar en este mercado mediante la compra de activos estresados”.

Algunos de estos inversores internacionales no han dudado en deshacerse de sus compras en cuanto han visto la oportunidad de sacar beneficio. Cerberus y Oaktree, por ejemplo, ya anunciaron el año pasado que ponían en venta Renovalia y Eolia, respectivamente. En el primer caso, piden más de 1.500 millones. En el segundo, 1.000 millones. “Algunas posiciones especulativas sí que se han dado. Ha habido cierto mercadeo”, apunta González. Aunque reconoce que “se han aprovechado”, adquiriendo empresas en “quiebra” cuyos beneficios se “han incrementado de forma tremenda” a día de hoy, el economista Javier Santacruz asevera que también han entrado en el mercado inversores extranjeros con “verdadero interés en las energías renovables”.

“En la famosa i+D renovable, España es una potencia mundial: laboratorios, ingenieros…”, añade en este sentido el investigador en la Universidad de Essex. Coincide con Santacruz el director general de la APPA, que considera que nuestro país “tiene un bagaje y una historia de éxito” en la energía verde porque, dice, “hemos hecho las cosas muy bien, desde los cimientos a nivel técnico a la integración de estas tecnologías en las redes eléctricas”. Hasta que comenzaron los cambios normativos, España había sido un referente en el sector renovable mundial. La clave del empuje fueron las ayudas otorgadas durante el Gobierno de Zapatero. Estos incentivos propiciaron, por ejemplo, que fuésemos en 2008 el segundo país con mayor potencia fotovoltaica instalada a nivel global, sólo por detrás de Alemania.

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Un “sector de futuro” concentrado

Otro de los factores que ponen sobre la mesa los expertos consultados por infoLibre es que el de las energías verdes es “un sector de futuro”. “Todo lo que se haga en materia de energía se hará en renovables, porque España tiene unos objetivos que cumplir con Europa”, dice Gutiérrez. La directiva europea relativa al fomento de renovables, aprobada en 2009, fijó que un 20% del consumo total de energía en nuestro país deberá proceder de fuentes limpias en el año 2020. Y aunque el Plan de Acción Nacional de Energías Renovables (PANER) plantea llegar al 20,8%, Santacruz cree que no se logrará “ni de broma”. De hecho, en 2015, últimos datos difundidos por Eurostat, el consumo procedente de energías verdes en España se situó en el 16,15%, sólo un 0,01% más que un año antes.

Fruto de todas estas variables, los expertos observan que el mercado se está concentrando. “Son los resultados de la inseguridad jurídica”, afirma Donoso. Según un estudio de Informa DBK, las diez primeras compañías con más potencia instalada en renovables en 2016 acumulaban el 57% de la potencia renovable total. Y las últimas subastas para nuevas instalaciones, en las que la potencia se ha adjudicado en grandes lotes, incrementará dicha concentración. “Con la fórmula establecida, tienen ventaja competitiva los que tienen costes financieros más baratos, no los que tienen una tecnología a menor precio”, se queja el director general de la UNEF, que considera importante que los “pequeños inversores puedan acudir” porque “cuanta más competencia, más posibilidades de que los precios sean más bajos”.

El mercado renovable en España continúa siendo un plato apetecible a ojos de la inversión extranjera. La pasada semana la Comisión Europea dio luz verde a la adquisición de control conjunto de nueve proyectos de parques eólicos en Aragón por parte de la multinacional estadounidense General Electric y del fondo francés de capital riesgo Mirova-Eurofideme 3 –propiedad en última instancia del Banque Populaire Caisse d’Epargne–. La operación se realizará a través de la compraventa de dos sociedades de cartera, Idesamgar SL e Idesamgar 1 SL, que hasta la fecha habían pertenecido a la firma española Forestalia Renovables, el grupo energético capitaneado por Fernando Samper que dio la sorpresa en las tres últimas subastas organizadas por el Ministerio de Energía –en total lograron adjudicarse 1.500 megavatios eólicos–.

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