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G30: un grupo de banqueros y altos cargos públicos en el foco de los activistas por la transparencia

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Londres, 18 de mayo de 2015. Académicos de prestigiosas universidades, gestores de fondos y altos funcionarios de las finanzas se reúnen en un lujoso hotel de la capital británica para asistir a la exclusiva conferencia "Eliminación del Zero Lower de los tipos de interés". Tras el discurso de cierre, algunos asistentes se trasladan al cercano hotel Berkeley, donde les espera una cena-reunión con el francés Benoit Coeuré, miembro de la Ejecutiva del BCE. Durante la cita, el galo revela que el supervisor bancario europeo iba a adelantar las compras de bonos, una información que el BCE tarda en anunciar varias horas. La acción de Coeuré fue calificada por el Banco Central Europeo como un "error de procedimiento".

Lejos de que la polémica terminase por difuminarse, el escándalo volvió a abrirlo unos meses más tarde el Financial Times, que reveló que varios altos cargos del BCE habían tenido reuniones con banqueros y gestores de fondos antes de que el supervisor europeo tomase decisiones importantes. Así, el rotativo afirmaba que Coeuré y el luxemburgués Yves Mersch habían mantenido un encuentro con altos cargos de UBS un día antes de que el Consejo de Gobierno del BCE se reuniera y decidiese bajar los tipos de interés y dar el pistoletazo de salida a las compras de determinadas clases de activos del sector privado.

Con estos encuentros en el punto de mira, en diciembre de 2015 el BCE anunció que ningún miembro de su Comité Ejecutivo podría reunirse con banqueros o gestores de bancos durante la semana previa a la toma de decisiones en política monetaria. Sin embargo, en respuesta a un eurodiputado, el presidente del BCE, Mario Draghi, aseguró que se salvaguarda "de forma estricta la información confidencial" en estas citas, que definió como oportunidades de "contacto e interacción apropiados" que ofrecen "información relevante" para comprender "las dinámicas de la economía".

Mario Draghi, investigado

Ahora, más de un año después de aquella respuesta, es el propio Draghi el que está siendo investigado por el Defensor del Pueblo de la UE por su pertenencia al Grupo Consultivo sobre Asuntos Económicos y Monetarios Internacionales, más conocido como Grupo de los Treinta (G30), una organización de carácter privado e internacional que aglutina a economistas, altos responsables de bancos centrales y representantes de algunas de las entidades financieras del sector privado más importantes del mundo.

Sin embargo, no es la primera vez que se pone el foco sobre el presidente del BCE por este mismo asunto. En el año 2012, la organización Corporate Europe Observatory (CEO) interpuso una queja ante el mismo organismo de la UE por este tema. En el escrito, la organización se mostraba preocupada por los miembros del grupo y por el origen de la financiación que recibían. Sin embargo, el defensor del pueblo de la UE, Nikiforos Diamandouros, archivó el caso en febrero de 2013 al considerar que, después de analizar la composición, no se podía "concluir " que fuera "un lobby o grupo de interés que estuviese compartiendo un interés común". Tras observar la procedencia de los fondos, rechazó el argumento de que se tratase de una iniciativa promovida por el sector financiero privado.

"El contexto ha cambiado"

Cuatro años después de aquel jarro de agua fría, la organización lo volvió a intentar el pasado 10 de noviembre argumentando, en su queja sobre mala administración ante el Defensor del Pueblo de la UE, que "el contexto ha cambiado" porque "el BCE ha asumido nuevas responsabilidades y el debate sobre la información confidencial se ha convertido en un asunto de interés público". Tras analizar la nueva queja, la defensora del pueblo, la irlandesa Emily O'Reilly, le comunicó a Draghi el pasado 17 de noviembre la apertura de una investigación con el objetivo de dilucidar "la amplitud y alcance de la participación del BCE en general en el G30".

En la misiva, O'Reilly solicita al supervisor bancario todos los documentos que puedan servir a su equipo para evaluar el caso. "En esta etapa inicial de mi investigación, reconozco la necesidad de considerar este nuevo contexto", apunta la irlandesa, añadiendo que todavía no ha "tomado posición en relación con ninguno de estos asuntos salvo que justifican una investigación más profunda". Tras analizar el caso, el Defensor del Pueblo de la UE tendrá que pronunciarse sobre este tema, aunque las recomendaciones que emita no tienen carácter vinculante. Sin embargo, según los datos de 2015, un 90% de las propuestas que hizo fueron adoptadas.

"En el caso del BCE, estamos hablando de una institución que se supone que debe supervisar a los grandes bancos de Europa. Son los responsables de prevenir estrategias peligrosas", explica a infoLibre Kenneth Haar, miembro del CEO y firmante de las dos quejas ante el organismo comunitario. Quiere dejar claro que su organización no asegura que se estén cometiendo ilegalidades, pero se muestra preocupado por la asistencia a las reuniones del G30 "no solo del presidente del BCE, sino también de otros miembros de los órganos de toma de decisiones". "¿Puede la proximidad influir en el desempeño de sus funciones?", se pregunta.

Desde el supervisor bancario, sin embargo, sostienen que sus altos cargos cumplen estrictamente con los códigos éticos y los reglamentos de la institución. Un portavoz del Banco Central Europeo explica, a preguntas de este diario, que proporcionarán al Defensor del Pueblo "información sobre este asunto". "El Tratado requiere que el BCE mantenga un diálogo con las partes interesadas externas", señala, y define a continuación al G30 como "un foro muy diverso" y "relevante con el que trabajar". "Siempre recordando que tenemos una serie de reglas e instrumentos para evitar los conflictos de intereses", concluye.

El selecto 'club'

El Grupo de los Treinta, o G30, se define en su página web como una "organización privada, no lucrativa y de carácter internacional" que aglutina a altos representantes de los sectores financieros público y privado y personalidades del mundo académico con el objetivo de profundizar "en la comprensión de las cuestiones económicas y financieras internacionales" y analizar "las repercusiones internacionales de las decisiones adoptadas en el sector público y privado por los profesionales de los mercados y los responsables políticos". 

Para el Corporate Europe Observatory, sin embargo, "es un caso interesante en el mundo del lobbismo"lobbismo. "Si les preguntas, ellos dirían simplemente que el G30 trata de desarrollar ideas sobre cómo regular los mercados financieros en beneficio de todos. Pero decidir qué reglas deben seguir los bancos y los fondos de inversión es un asunto político, no técnico", se lamenta Kenneth Haar, que no admite que este grupo pueda ser considerado como un think tank.

Esta versión ha sido rechazada por alguno de los miembros del Grupo Consultivo sobre Asuntos Económicos y Monetarios Internacionales. Es el caso de Paul Krugman, Premio Nobel de Economía y miembro del G30 desde 1988. "Si es un grupo lobbista, nadie me lo dijo. Es un talk shop; lo valoro porque me ofrece la oportunidad de escuchar lo que gente como [Jean-Claude] Trichet –expresidente del BCE– o Draghi dicen en un ambiente informal. (...) Es una experiencia de aprendizaje. (...) De todas las cosas de las que preocuparse ahora mismo, la gran conspiración del G30 es equivocada", señaló el economista en 2012 en el blog que tiene en el diario The New York Times. infoLibre intentó, sin éxito, recabar la versión oficial del grupo. 

"Peligrosa" existencia

Para Haar, la existencia del G30 es "peligrosa" porque "abre las puertas de los altos ejecutivos de los bancos nacionales y facilita que banqueros privados puedan utilizar la marca del grupo y el prestigio que otorga ser un grupo mixto" para promover "ideas que a menudo son sorprendentemente similares a las que propugnan los lobbistas". "Cuando el grupo quiere promover sus ideas, utilizan la legitimidad que le otorga tener a banqueros públicos y algunos académicos", apostilla.

En este sentido, al Corporate Europe Observatory le preocupa, tal y como deja constancia en su queja ante el Defensor del Pueblo, que el G30 haya adoptado "una praxis que refuerza la impresión de que sus publicaciones y declaraciones cuentan con el apoyo de todos el grupo". Desde el BCE, sin embargo, aseguran que no todos los documentos son respaldados por la totalidad de los miembros. Un ejemplo de ello lo encontramos en el estudio Banking conduct and culture, en el que se deja constancia de todas las personas que compusieron el grupo de trabajo.

Además, Haar se muestra preocupado porque han identificado "algunas áreas donde el G30 ha sido utilizado como un vehículo lobbista para los grandes bancos del mundo". En este sentido, y cuestionado al respecto, asegura que un ejemplo de esto es el de la "autorregulación bancaria". 

Sector público y privado

Actualmente, y según se recoge en su página web, el G30 está compuesto ahora por 32 miembros. El núcleo duro lo lideran Jacob A. Frenkel, presidente de JP Morgan, que ejerce como presidente de la Junta Directiva; Tharman Shanmugaratnam, viceprimer ministro y ministro coordinador de Políticas Económicas y Sociales de Singapur, que ocupa el cargo de presidente del G30; Guillermo Ortiz, presidente del BTG Pactual México –banco de inversiones–, que desempeña la labor de tesorero; Paul A. Volcker, expresidente de la Reserva Federal, que ejerce en el grupo como presidente emérito; y Jean-Claude Trichet, expresidente del BCE y actual miembro del equipo directivo de Airbus, que ostenta el cargo de presidente honorífico del Grupo de los Treinta.

El listado recogido en la web del G30 continúa con Leszek Balcerowicz, exgobernador del Banco de Polonia y actual profesor en la Warsaw School of Economics; Ben Bernanke, expresidente de la Reserva Federal y consejero del fondo de inversiones Citadel; Mark Carney, presidente del Banco de Inglaterra; Jaime Caruana, ex gobernador del Banco de España y actual director general del Banco de Pagos Internacionales; Domingo Cavallo, exministro de Economía de Argentina y presidente de la consultora DFC Associates; Mario Draghi, presidente del BCE; William C. Dudley, presidente de la Reserva Federal de Nueva York; Roger Ferguson, presidente del fondo de pensiones TIAA; y Arminio Fraga, expresidente del Banco de Brasil y socio fundador de la firma de inversiones Gavea Investimentos.

El núcleo duro del Grupo de los Treinta lo completan Timothy Geithner, presidente de la firma financiera Warburg Pincus; Gerd Häusler, presidente del Consejo de Supervisión del BayerLB, banco regional público del Estado de Baviera; Philipp Hildebrand, vicepresidente de la gestora de fondos Black Rock; Gail Kelly, consejera del grupo UBS; Mervyn King, exgobernador del Banco de Inglaterra; Haruhiko Kuroda, gobernador del Banco de Japón; Christian Noyer, gobernador honorífico del Banco de Francia; Raghuram Rajan, exgobernador del Banco de la India; Masaaki Shirakawa; exgobernador del Banco de Japón; Zhou Xiaochuan, gobernador del Banco del Pueblo de China; Ernesto Zedillo, expresidente de México; Tidjane Thiam y Axel Weber, presidentes de Credit Suisse y UBS, respectivamente; y los académicos Paul Krugman, Kenneth Rogoff, Lawrence Summers, Adair TurnerKevin Warsh.

Opacidad de las reuniones

Otra de las preocupaciones que pone sobre la mesa el miembro del CEO es la de la opacidad sobre sus encuentros. El G30 celebra dos reuniones anuales en las que, en palabras de Peter B. Kenen, antiguo integrante del grupo, "sus miembros e invitados discuten una amplia gama de temas económicos y financieros" y se establecen "grupos de estudio" que se encargan de elaborar los informes que posteriormente hacen públicos. "Poco después de su creación, además, empezó a convocar el Seminario Bancario Internacional", cuenta en The G30 at Thirty, un documento en el que hace repaso y vierte opiniones sobre las tres décadas de vida del grupo.

Desde su creación, el Grupo de los Treinta se ha reunido en 74 ocasiones. Cuatro de esas citas tuvieron lugar en España, según el recopilatorio que hace Kenen. Mallorca, en primavera de 1980; el Banco de España, en primavera de 1989; el Banco Pastor, en 1994; y el Banco de España, en primavera de 2002, fueron los lugares elegidos. "Ellos organizan reuniones donde los trabajos están al alcance del público. Sin embargo, sus encuentros anuales son confidenciales", sostiene Haar. Cuestionado al respecto, reconoce que "a veces las agendas se filtran y en otras ocasiones las hace públicas el propio G30".

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El Grupo de los Treinta lleva casi cuatro décadas en funcionamiento. Nació en el año 1978 como "grupo consultivo sin ánimo de lucro" impulsado desde la Fundación Rockefeller para "hacer frente a los problemas económicos y monetarios internacionales", según consta en el informe anual de 1984 de la fundación. Durante los primeros seis años de vida, la institución que lleva el nombre del magnate inyectó al G30 un total de 3,35 millones de dólares: 700.000 en 1979, 1.100.000 en 1980, 186.600 en 1981, 376.820 en 1982, 450.312 en 1983 y 536.000 en 1984, según consta en las cuentas anuales.

Desde 1985, el Grupo Consultivo sobre Asuntos Económicos y Monetarios Internacionales no ha recibido un solo dólar procedente de la familia Rockefeller. Kenen explica en su análisis que a partir de ese año se vieron obligados a solicitar "el apoyo de otras instituciones financieras", pero para ello era necesario demostrar que "su trabajo era relevante para esas instituciones". "En los primeros años descritos, los grupos de estudio y publicaciones se ocuparon en gran parte de las preocupaciones del sector público. (...) En adelante, tendría que dedicar más atención al funcionamiento de los mercados financieros y otras instituciones del sector privado", relata.

El exmiembro del G30 cuenta en el documento publicado en 2008 que en los últimos años el grupo "ha recibido contribuciones anuales de alrededor de 500.000 dólares de más de 70 instituciones e individuos, incluyendo más de 15 bancos centrales". Según se detalla en la página web, en la actualidad cuenta con el apoyo de más de un centenar de bancos centrales –Banco de España, Banco Central de Chile o Banco Central de Irlada, entre otros– y firmas del sector privado –BNP Paribas, BBVA, Credit Suisse, Goldman Sachs o JP Morgan Chase, por poner algunos ejemplos–. Kenen señala que esta "dependencia" no ha tenido efectos "en la composición tripartita del grupo" y no ha afectado "en gran medida" a los temas tratados en las reuniones plenarias. "Sin embargo, ha tenido una influencia considerable en el programa de trabajo, incluidos los mandatos y la composición de los grupos de trabajo", completa.

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