“Si no estamos para llegar a acuerdos, ¿para qué estamos?”, fue la pregunta retórica que Antonio Garamendi lanzó al aire nada más ser reelegido como presidente de la CEOE este jueves. Con las negociaciones del acuerdo marco salarial en punto muerto desde el pasado mayo, la respuesta es urgente y necesaria. Tras recordar que debatir con sindicatos y Gobierno es su “obligación” como agente social y establece el artículo 7 de la Constitución, Garamendi ensalzó el diálogo como “la mejor infraestructura del país”.
Eso sí, también advirtió de que dirá “sí cuando toque y no cuando no toque, pero un no razonado y desde la moderación y la independencia”, en un intento por desarmar las críticas que le llovieron desde su propia organización por firmar demasiados acuerdos con sindicatos y Gobierno. Garamendi hizo gala de ellos, “14 pactos tripartitos y dos bipartitos”: las seis renovaciones de los ERTE tras la pandemia, la ley del teletrabajo y de los riders, las cotizaciones de los autónomos, la primera parte de la reforma de las pensiones… y la más importante y polémica para la CEOE, la reforma laboral de diciembre de 2021.
Ese acuerdo contó con la abstención de las patronales del campo (Asaja) y la automoción (Anfac) y de las organizaciones empresariales de Madrid y Cataluña. Fue el primer síntoma del malestar de parte de los empresarios por lo que consideraban cesiones al Gobierno. A continuación, la CEOE rehusó apoyar la subida del SMI a 1.000 euros y las negociaciones con UGT y CCOO para renovar por tres años el acuerdo marco salarial quedaron en suspenso en mayo: los empresarios no querían ni oír hablar de subir los sueldos tanto como lo está haciendo una inflación desbocada.
Los sindicatos acusaban, además, a la patronal de torpedear el diálogo social según se aproximaban las elecciones que debían decidir si Garamendi continuaba en la presidencia. Una vez renovado en el cargo, y con un respaldo del 86%, CCOO y UGT confían en volver a sentar a los empresarios a la mesa. Ha sido su exigencia desde la vuelta del verano, cuando emprendieron un calendario de movilizaciones sectoriales para espolear los convenios colectivos bloqueados. Y que culminaron el pasado día 3 con miles de delegados sindicales protestando a las puertas de la CEOE en Madrid.
El acuerdo de salarios, a la espera
“Tenemos muchas expectativas, una vez pasadas las elecciones, de recuperar el diálogo con la patronal”, avanza a infoLibre el vicesecretario de Política Sindical de UGT, Mariano Hoya. Su intención es que se reanuden las negociaciones y estas conduzcan a la firma de un acuerdo marco salarial “en enero o febrero”. O incluso a un pacto de rentas, se atreve Hoya, pese a que la iniciativa ni siquiera se puede considerar activa por la falta de impulso desde el Gobierno y la ausencia de interés de la CEOE, según los sindicatos. El Ejecutivo ha mantenido un par de reuniones al máximo nivel con los agentes sociales para pedirles un acuerdo de “moderación de rentas empresariales y salariales” hasta 2025. Pero aún no ha precisado ninguna propuesta sobre el contenido de ese acuerdo. Este mismo miércoles, la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, ha vuelto a poner sobre la mesa la necesidad de “reactivar” el pacto de rentas “después de estas elecciones”. “La voluntad de todos los agentes sociales está ahí y a ver si se alinean todos los incentivos y podemos terminar de acordar ese tema, que sería muy importante para nuestro país”, ha dicho en una entrevista en Antena 3.
En cualquier caso, subraya Mariano Hoya, el acuerdo marco salarial sólo será posible si los salarios se suben con el IPC como referencia. Sin embargo, la postura de Garamendi, al menos antes de las elecciones, era clara: “No estamos diciendo que no puedan subir los salarios. Lo que no podemos es firmar que los salarios suban igual que la inflación sin más. Se puede hablar de productividad, de beneficios. Hay fórmulas”, explicó en declaraciones a RNE el mismo día en que los sindicatos se manifestaban ante la sede de la patronal con el lema Salario o conflicto.
Negociaciones abiertas
En la misma dirección apuntaba el empresario vasco cuando se trata de la subida del SMI para el próximo año. Si ya estuvieron en contra de que aumentara hasta 1.000 euros, ahora el alza que prepara el Gobierno apoyado en los cálculos de una comisión de expertos debe llegar hasta el 60% del salario medio. “El 1 de enero el SMI debe ser de 1.100 euros; en caso contrario el Gobierno estará abdicando de su responsabilidad”, advierte Mariano Hoya. Por el contrario, Garamendi objeta que el salario mínimo supera ya el 60% del salario medio español “en bastantes comunidades autónomas”. También apunta a que sería perjudicial para las actividades agrícolas.
Por su parte, la rival derrotada por Garamendi, Virginia Guinda, es partidaria de aplicar diferentes SMI dependiendo del sector e incluso de la edad de los trabajadores. En una entrevista en el periódico Cinco Días llegó a decir que el salario mínimo debería subir “sin duda, en algunos estratos” pero también “debería bajar en otros”, como los jóvenes.
Por cerrar quedan aún el estatuto del becario, la Ley de Empleo y la segunda fase de la reforma de las pensiones, que debería quedar negro sobre blanca antes de que acabe el año por imperativo comunitario.
También el Gobierno y CCOO instan a Garamendi a recuperar el diálogo. “Quienes defendemos un sistema de relaciones laborales democrático sabemos de la importancia de contar con interlocutores fuertes y representativos”, ha sido la respuesta en Twitter del secretario general de CCOO, Unai Sordo, a la reelección del empresario vasco. Una vez concluido el periodo electoral en la CEOE, Sordo confía en se puedan reanudar “a la velocidad adecuada” los trabajos para renovar el acuerdo marco salarial y el diálogo social, que “languidece en una coyuntura de precios altos". “Es lo que toca hacer a partir de ahora", apremia.
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Mientras, la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, además de felicitarle por el triunfo, expresaba su esperanza en que, en este segundo mandato, el diálogo social “siga siendo una de las señas de identidad de la CEOE”. Durante los últimos meses, Díaz ha sido muy enfática a la hora de pedir a la patronal que regrese a la mesa de negociación y suba los salarios. Incluso dio su “apoyo explícito” a CCOO y UGT en sus protestas. “Tienen toda la razón para salir a la calle a movilizarse contra la patronal”, declaró.
Rotundo respaldo
El respaldo del 86% con que Antonio Garamendi ha ganado las elecciones le proporciona seguridad en su posición negociadora para las futuras mesas a las que deberá sentarse la CEOE. De los 789 votos posibles, 643 fueron depositados en las dos urnas de la Asamblea General celebrada este miércoles y 534 fueron para Garamendi. Virginia Guinda, la aspirante que presentó su candidatura casi a última hora, consiguió el apoyo de 87 representantes. También hubo 14 votos en blanco y ocho nulos.
En 2018, cuando se hizo por primera vez con la presidencia de la patronal, el empresario vasco fue elegido por aclamación, porque no se presentó ninguna otra candidatura. En realidad, ésta es la tercera vez que Garamendi, que antes presidió la patronal de jóvenes empresarios Ceaje, Cepyme y Confemetal, se presenta a las elecciones en la patronal. La primera fue en 2014, cuando perdió frente a Juan Rosell. La de este año también será la última, porque los estatutos de la CEOE no le permiten más de dos mandatos.
“Si no estamos para llegar a acuerdos, ¿para qué estamos?”, fue la pregunta retórica que Antonio Garamendi lanzó al aire nada más ser reelegido como presidente de la CEOE este jueves. Con las negociaciones del acuerdo marco salarial en punto muerto desde el pasado mayo, la respuesta es urgente y necesaria. Tras recordar que debatir con sindicatos y Gobierno es su “obligación” como agente social y establece el artículo 7 de la Constitución, Garamendi ensalzó el diálogo como “la mejor infraestructura del país”.