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Un informe advierte de que la senda de recuperación no garantiza el fin de las desigualdades en España

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El Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió a finales de 2016 que la recuperación económica en España había sido “impresionante”. Los datos macroeconómicos justifican esta afirmación: el Producto Interior Bruto (PIB) encadenó el año pasado 17 trimestres consecutivos de incrementos. Pero estos datos positivos no han llegado todavía a los hogares. Las alabanzas que llegan de organismos internacionales contrastan con los datos microeconómicos que reflejan, todavía, que los efectos de la crisis permanecen. Y lo hacen, sobre todo, en los bolsillos de los más desfavorecidos.

Esa crisis económica ha lastrado la economía de multitud de hogares españoles, aumentando la pobreza y, sobre todo, la desigualdad. De hecho, Oxfam Intermón denunció el pasado mes de enero que la recuperación de la que hizo gala el anterior Gobierno de Mariano Rajoy y que es elogiada sin parar desde fuera de nuestras fronteras no es tal. Según la ONG, los ricos han salido favorecidos de la situación que azotó España desde 2008. Concretamente, la recuperación les ha favorecido cuatro veces más que a los pobres.

Esta es la misma idea que critica ahora la Fundación Alternativas, que publica este jueves su tercer informe sobre la desigualdad en España. “Volver a la senda de la recuperación económica debería ser garantía inequívoca de reducción de la desigualdad. No obstante, los datos que conocemos desde el fin de la crisis parecen desdecir el automatismo de este hipotético proceso”, concluyen. Afirman que la desigualdad en España es mayor que en el resto de Europa, que este hecho es preocupante y que el problema, además, se ha agravado con el paso del tiempo.

¿Por qué lo ha hecho? Porque a pesar de las consecuencias de la crisis económica, los ciudadanos españoles sufren de una desigualdad estructural que no depende directamente del ciclo económico. “Todo parece indicar que existen elementos de tipo estructural que hacen que en las etapas expansivas la desigualdad no se reduzca sustancialmente y que aumente muy rápidamente en las recesiones”, explica el informe. Y si no se actúa ya, será difícil revertir la situación. “Si no se abordan estos problemas será muy difícil que las diferencias de renta entre los hogares españoles se estrechen, incluso en un contexto en el que la economía recupere la senda del crecimiento y de creación de empleo”, advierten.

El 1% más rico ha más que duplicado su riqueza desde 2002

Los ricos son cada vez más ricos y los pobres, cada vez más pobres. Pero es que, además, este último grupo no ha dejado de crecer en los últimos 12 años, según constata el informe. “Los pobres en términos de patrimonio son una inmensa mayoría, con una riqueza realmente baja”, recoge la Fundación Alternativas. Por contra, la concentración de la riqueza está en manos del 25% de la población con patrimonios más elevados, “y de forma concreta en el 1% de la población más rica”. “Este último 1% ha más que duplicado su patrimonio neto desde 2002”, añade el documento hecho público este jueves.

Precisamente, el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) publicado este martes informa de que el 46,8% de los españoles califica de “regular” su situación económica, y lo que es peor, no cree que vaya a remontar de aquí a un año –el 63,6% contestó que espera que se mantenga igual–.

Además, según ha publicado este miércoles la Fundación FOESSA, vinculada a Cáritas, la exclusión social severa en España ha aumentado un 40% en los últimos 10 años y ya afecta a más de 4 millones de personas. Estas –las que declaran ingresos bajos o necesidades elevadas– renuncian a tratamientos cuidados y formaciones por la falta de recursos y la insuficiencia de los servicios públicos disponibles. 

La educación, la vida laboral y la salud, gérmenes de la desigualdad de género

Además de entre ricos y pobres, la desigualdad entre hombres y mujeres continúa presente en varios escenarios. La educación, la vida laboral o la sanidad continúan siendo ámbitos en los que la brecha de género, lejos de reducirse, sigue existiendo. Y eso que nuestro país se encuentra “en las posiciones altas en los principales ránkings de igualdad entre hombres y mujeres”. “Sus puntuaciones, obtenidas a partir de indicadores en distintas dimensiones, han mejorado indudablemente en los últimos años”, destaca el documento.

Pero aunque existan datos positivos, no hay motivos para el optimismo pleno. En lo que respecta a la educación, si bien gran parte de los indicadores más relevantes “como el nivel educativo logrado, la repetición de curso o las notas obtenidas son más favorables para las chicas”, estas continúan sufriendo los estereotipos que las alejan de los estudios relacionados con el ámbito de la ciencia donde, por tanto, la presencia femenina en el terreno laboral es mucho menor. “Sin necesidad de buscar igualar las preferencias, sí parece deseable tratar de eliminar obstáculos a la igualdad de oportunidades entre chicos y chicas en el ámbito escolar”, detalla el informe.

Aun así, la brecha más importante aparece una vez terminada la etapa educativa. Tras el nacimiento del primer hijo, las mujeres tienden a interrumpir su vida laboral para dedicarse al cuidado de los menores. En algunos casos de forma exclusiva y en otros de forma parcial, compatibilizando estas tareas con empleos a jornada parcial. Pero estos, según la Fundación Alternativas, generan un problema. “Pueden estigmatizar a las mujeres como trabajadoras menos comprometidas y perpetuar la idea de que la crianza, o el cuidado en general, recaen de manera natural en las madres”.

Llegando a la tercera edad, la brecha ni mucho menos desaparece. Ellas viven más años que ellos, pero lo hacen con más dolencias en todas las fases del ciclo vital. “Si tomamos los datos agregados que se han ido describiendo en este capítulo, una mujer que viva en España unos 85 años se espera que lo haga desde aproximadamente los 74 años con alguna limitación seria a su salud”, explica el informe.

 

Niños y jóvenes pobres, adultos pobres

“Un país que se enfrenta a una crisis a menudo construye relatos sobre la batalla colectiva que libra para superarla”, explica el informe. Y el que se nos ha ofrecido en España ha incluido el modo en el que “la gente ha arrimado el hombro” y las familias “han socorrido a sus miembros más vulnerables”. ¿Quiénes son? Para la mayoría de españoles, los más mayores. Por eso, “puestos a elegir qué colectivo debería estar mejor protegido”, les priorizan a ellos.

Pero no debería ser así. Al menos, así lo entienden los autores del informe. Tal y como recuerdan, “la lucha contra la pobreza en el marco de los Estados de bienestar no ha sido tradicionalmente la lucha contra la pobreza infantil o juvenil”, sobre todo porque una niñez y una juventud con problemas económicos será una vida adulta llena de ellos.

“La adversidad en la infancia y en la juventud no sólo condena a los individuos a vivir bajo condiciones menos deseables de bienestar en una etapa decisiva de su vida. Es también un 'hándicap corrosivo' que, en sentido longitudinal, también afecta a su buen devenir como individuos”, explica el documento. Así, quienes han sufrido el desempleo en la juventud tienen más posibilidades de padecerlo en el futuro y quienes han tenido un puesto de trabajo intermitente pueden volver a salir del mercado laboral con mayor facilidad. “Ello puede cronificar situaciones de desventaja económica a lo largo de su vida, que se arrastren hasta la vejez”.

 

El entorno familiar, clave en la desigualdad educativa

A pesar de la necesidad de paliar la pobreza en la niñez y juventud, la tarea no es sencilla. Sobre todo, porque la educación y el nivel de estudios influyen enormemente, y estos factores dependen, en parte, del nivel socioeconómico y cultural de la familia de procedencia. “Las explicaciones sobre por qué ocurre la desigualdad educativa señalan tanto la importancia de la familia y sus estrategias de reproducción, que condicionan la capacidad y el aprovechamiento de los estudiantes, como la influencia de factores externos”, apunta el informe.

No obstante, aunque el nivel socioeconómico es el factor que más influye en el rendimiento educativo en el Informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (o informe PISA, por sus siglas en inglés), “su impacto es menor que en otros países”. Y esto se debe, fundamentalmente, a la universalización de la educación. Esta, según la Fundación Alternativas, “favorece especialmente a los estudiantes de bajo nivel socioeconómico, cuyo rendimiento mejora proporcionalmente a la duración del tiempo pasado en la escuela”.

Pero esta duración, medida a través de la tasa de abandono escolar temprano (AET), no invita al optimismo. España está a la cabeza de la Unión Europea, por encima de la media: el 19% frente al 10,7%. Aun así, el porcentaje ha mejorado en los últimos años. La apuesta de la organización es la “educación inclusiva, la atención a la diversidad y las políticas sociales que mejoren el bienestar de las familias de orígenes populares”.

 

Las personas en edad de trabajar, las que más han visto disminuir sus ingresos

La movilidad económica intrageneracional, por su parte, no soluciona los problemas de desigualdad. No lo hace porque, según observa el informe, las mejoras de los ingresos son menos frecuentes a partir de la crisis económica, sobre todo las que implican grandes ganancias, “evidenciándose un estancamiento en situaciones de menores ingresos”.

Pero es que, además, España es el país con mayor frecuencia en la pérdida de las ganancias, quizá debido a la mayor incidencia de la pérdida de empleo, una de las consecuencias más graves que trajo la crisis económica. La situación, además, no se resuelve mediante la redistribución de la riqueza, pues su funcionamiento no es adecuado “porque no ha incidido de manera prioritaria sobre los sectores más debilitados de la sociedad”.

De esta forma, los grupos que más han sufrido las consecuencias de la crisis han visto cómo han entrado en un “círculo vicioso del que es difícil salir sin ayuda”. Los más afectados, una vez más, han sido los jóvenes. Son los que sufren los peores ingresos –han sufrido la precarización del empleo y la bajada generalizada de salarios– y, además, la movilidad de los mismos es inferior. “El colectivo que ha visto más reducir su movilidad descendente son los individuos en edad de trabajar (de 25 a 65 años)”, detalla el informe.

 

La progresiva desaparición de las clases medias

Desde los años 70, la renta de las clases medias españolas creció de forma gradual hasta alcanzar casi dos tercios de la población total. Pero esto duró hasta el año 2008, cuando llegó la crisis económica. “En un margen temporal muy breve, se produjo un trasvase de población –uno de cada seis hogares– desde el grupo con rentas medias hacia el segmento con ingresos más bajos”, documenta el informe.

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Concretamente, se calcula que fueron alrededor de tres millones de personas las que abandonaron esa clase media. Lo dijo en el año 2016 la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie), que detallaron que la causa del problema residía en que el 75% de la renta disponible de los hogares españoles procede del trabajo y éste, primero retrocedió y luego se precarizó.

Pero además existen desigualdades dentro de la propia clase media. Y una vez más, quienes salen favorecidos son los que, dentro de ese estrato, tienen las rentas más altas. 

 

El Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió a finales de 2016 que la recuperación económica en España había sido “impresionante”. Los datos macroeconómicos justifican esta afirmación: el Producto Interior Bruto (PIB) encadenó el año pasado 17 trimestres consecutivos de incrementos. Pero estos datos positivos no han llegado todavía a los hogares. Las alabanzas que llegan de organismos internacionales contrastan con los datos microeconómicos que reflejan, todavía, que los efectos de la crisis permanecen. Y lo hacen, sobre todo, en los bolsillos de los más desfavorecidos.

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