dumping fiscal
El 'oasis' fiscal de Madrid no existe en la UE: hasta los países más descentralizados armonizan sus impuestos para evitar el 'dumping'
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¿Es Madrid un paraíso fiscal? La respuesta es unívoca: no. Los madrileños pagan impuestos (IRPF) y las empresas también (Sociedades) al mismo nivel que las demás regiones: en IRPF en la Comunidad de Madrid se paga un poco menos y en Sociedades se tributa en toda España al 25% frente al 28% que recaudan las haciendas forales de Navarra y Euskadi. Ahora, ¿se pagan los mismos impuestos en Madrid que en el resto del país? Tampoco: los grandes patrimonios pagan mucho menos de lo que lo harían en otras autonomías al bonificar la comunidad desde 2008 el Impuesto sobre la Riqueza o sobre el Patrimonio (100%) y el Impuesto de Sucesiones y Donaciones (al 99%). En definitiva, Madrid podría recaudar entre 5.000 y 6.000 millones de euros más anuales a costa de los ricos.
Esto explica que los ultrarricos, los patrimonios con más de 30 millones de euros, hayan crecido un 125% de 2011 a 2018 en la región mientras los servicios públicos llevan una década de via crucis: la comunidad que menos gasta en Educación por habitante, la segunda que menos en Sanidad por persona o la que tiene los peores servicios sociales. Madrid es un oasis fiscal en España que no tiene parangón ni siquiera en los sistemas más descentralizados y federales de la UE, Alemania y Bélgica. Y todo ello en medio de una estrategia de la Comisión Europea lanzada en 2016 que pasa por armonizar algunos de los principales impuestos entre los Veintisiete. A esta última estrategia se agarra el Gobierno desde la semana pasada para armonizar Patrimonio, Sucesiones y Donaciones y el Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados (ITP/AJD).
A todo esto, ¿qué ocurre en la UE?
En Alemania, un país federal desde que se promulgara la Ley Fundamental de 1949, el 95% de los impuestos emanan del Gobierno central (Bund). Es un sistema cooperativo: todas las tasas "fiscalmente importantes" corresponden a la hacienda federal, y después se "redistribuyen horizantal y verticalmente vía transferencias para mitigar los desequilibrios fiscales entre las regiones (Länder)", según resumen en esta síntesis publicada en 2013 los economistas y profesores universitarios Timm Bönke, Beate Jochimsen y Carsten Schröder.
En Alemania funciona un sistema de pagos por compensación (Länderfinanzausgleich) por el cual las tres regiones más ricas, Baden-Württemberg, Baviera y Hesse, contribuyen a financiar a las regiones fiscalmente más débiles, fundamentalmente las de la antigua Alemania Oriental o RDA y especialmente Berlín, una región pobre a pesar de ostentar la capitalidad. Otras como Sarre, Renania-Palatinado o la norteña Schleswig-Holstein mantienen un equilibrio fiscal según los últimos datos.
Los Länder gestionan desde 2007 el impuesto sobre las ventas de propiedad. En el sistema de pagos por compensación, hasta un 25% del IVA recaudado en las regiones con superávit fiscal se destina a aquellos Länder con más desequilibrios. Asimismo, dentro de las regiones hay sistemas fiscales diferenciados según el grado de riqueza de los municipios, de forma que las localidades más ricas tienen que contribuir más a la igualdad. Este sistema por supuesto no está exento de tensiones entre las regiones ricas y pobres, pero un caso como la Comunidad de Madrid sería impensable en la primera potencia de la UE.
En Bélgica, el país más descentralizado de la Unión Europea y con problemas históricos con el nacionalismo flamenco (la región más poblada vota mayoritariamente a partidos independentistas), hay pocas cosas que unan al país: el chocolate, el fútbol, los trenes... y el Fisco. El Servicio Público Federal de Finanzas (SPF) gestiona las contribuciones e impuestos directos, los impuestos aduaneros y especiales, el IVA o Sociedades, entre otros tributos.
Hasta el punto de que el nacionalismo flamenco más ultramontano (la extrema derecha del Vlaams Belang, pero también la derecha radical del N-VA) airea fake news como que Flandes paga el 70% de los impuestos de la región valona (de idioma francófono).
Desde la quinta reforma de la Constitución en 2001 se contempla cierta transferencia de impuestos, e incluso tributos propios para las regiones (son tres: Flandes, Valonia y Bruselas) siempre que se trate de materias que no fiscaliza el Estado. Exactamente lo mismo que España con los tributos propios: Madrid apenas tiene tres impuestos propios frente a 15 Cataluña (como es el caso de las bebidas azucaradas).
En muchos sentidos, Bélgica es considerado muchas veces un paraíso fiscal por el bajo nivel al que tributan las grandes compañías y por la ausencia de impuestos en determinados aspectos, como las ganancias del capital por la venta de acciones o participaciones. Al igual que Países Bajos, ha recibido numerosas multas de la Comisión Europea. En enero de 2016, la Comisión Europea reclamó también a Bélgica querecuperase cerca de 700 millones en ayudas públicas ilegales concedidas a 35 multinacionales durante los últimos 10 años. Lo hizo a través de un sistema que permitió a las compañías deducirse de la base del impuesto de sociedades determinados beneficios.
Otro país federal europeo, Austria, es la antítesis de la descentralización fiscal: los impuestos los recauda el Estado a pesar de la federalidad.
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Italia tiene regiones especiales (cinco) con sistemas de financiación en teoría mejorados: Sicilia, Cerdeña, Valle de Aosta y Trentino-Alto Adigio (desde 1948) y desde 1972 Friul - Venecia Julia. Las cinco tienen privilegios en sus finanzas autonómicas que, a la larga, han beneficiado la renta per cápita de sus habitantes, especialmente las regiones norteñas que lindan con Austria o Suiza. Sin embargo, la mayoría del sistema tributario parte de la estatal Agenzia delle Entrate y después se distribuye de manera más onerosa entre las regiones con estatuto especial. Desde la reforma constitucional de 2001, esta financiación se ha extendido a regiones sin ese estatus especial.
Según el economista Germà Bel, el espejo de Madrid en Europa está en Londres o París, ciudades extractoras de recursos que cuentan con el efecto capitalidad (grandes empresas, edificios y funcionarios del estado). Dentro de Londres, los estándares internacionales consideran cada vez más al barrio financiero de la City como un paraíso fiscal en toda regla, al igual que la ciudad de Dublín.
El oasis fiscal madrileño en el fondo parte del Estado: es gracias a la cesión de esos tributos como Patrimonio o Suceciones y Donaciones que la Comunidad de Madrid se permite bonificarlos, en detrimento de los servicios públicos.