Desde el año 2008, con la crisis, el temor a una guerra de divisas surge cada cierto tiempo. Con las economías abocadas a un escaso o nulo crecimiento, la posibilidad de estimular el crecimiento devaluando la moneda es una tentación para aquellos países que pueden decidir de forma autónoma su política monetaria.
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No es el caso de España, miembro del club del euro. La política monetaria, en el caso de la divisa europea, la marca el Banco Central Europeo (BCE), férreamente marcado por el Bundesbank alemán. La entidad, a diferencia de la Reserva Federal de EE UU tiene como mandato velar por la estabilidad de precios y no por el empleo y el crecimiento. Consecuencia: España está abocada a la devaluación interna y a los recortes salariales para abaratar precios y mejorar sus exportaciones.
Los países que recurren a la devaluación sí corren riesgos. El principal, el descontrol de los precios. Otro no menos importante: las represalias de aquellos otros países a los que arrebate marcados al abaratar las exportaciones.
En general, el tipo de cambio ideal, de equilibrio para una moneda es una construcción teórica, que no es observable directamente. El FMi emplea hasta tres procedimientos metodológicos distintos para determinar ese tipo ideal, que debe contribuir a que una economía alcance, a medio plazo, el equilibrio interno y externo.
Desde el año 2008, con la crisis, el temor a una guerra de divisas surge cada cierto tiempo. Con las economías abocadas a un escaso o nulo crecimiento, la posibilidad de estimular el crecimiento devaluando la moneda es una tentación para aquellos países que pueden decidir de forma autónoma su política monetaria.