Las prisas aprietan al sector financiero español. Los 24.000 millones de euros que el Estado inyectó en Bankia queman. Primero fue el presidente del Banco Santander, Emilio Botín, quien pidió la privatización de “una parte” de Bankia y se postuló como entidad colocadora. Después Francisco González, del BBVA, expresó su deseo de que el banco nacionalizado se venda “cuanto más pronto mejor”. Y finalmente ayer, el presidente de Bankia, José María Goirigolzarri, elogió como “muy buena noticia” la inminente privatización de su entidad.
Todos ellos respondían a su vez al anuncio hecho por el ministro de Economía, Luis de Guindos, de que el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) definirá en las “próximas semanas o meses” la estrategia para vender Bankia. Así, tras presentar los resultados de 2013, Goirigolzarri explicó que la privatización se hará “en fases” a lo largo de dos años. Y que el FROB, dueño del 68,39% del capital de la entidad financiera, va a nombrar un asesor estratégico para la operación.
El problema es el momento elegido. Cuando Bankia acaba de volver a números negros pero está lejos de consolidar sus ratios de funcionamiento volver a números negrosratios. El presidente del BBVA, de hecho, no dejó de advertirlo: vender ahora una parte de la entidad nacionalizada generará pérdidas para el Estado. Aunque también cree que hacerlo tarde podría “ser malo”. “El Estado es quien tomará la decisión: si quiere hacerlo ahora con pérdidas o quiere jugar a minimizarlas en el tiempo”, abundó.
Esperar a que se consoliden sus 'ratios' y se despejen dudas
A Julio Rodríguez, de Economistas frente a la Crisis y ex presidente del Banco Hipotecario, le preocupa que el Gobierno se mueva “en función de los deseos” del sistema financiero, muy incómodo a su juicio con el hecho de que el Estado esté “metido” en el sector bancario. Aboga por esperar al menos al primer semestre de este año o incluso un año para verificar los ratios de Bankia. “Los resultados de este año, comparados con los de 2012 son buenos porque ese ejercicio fue un desastre, con todas las provisiones a las que obligaron los decretos de De Guindos”, aclara Rodríguez. Por lo que pide que se comparen los ratios de solvencia y eficiencia o el cociente de liquidez con la media del sector. También que se despejen los asuntos que aún tiene pendientes la entidad y que pueden arrojar sombras de duda: las preferentes, el Expediente de Regulación de Empleo (ERE) en curso o las sucesivas externalizacionesexternalizaciones de algunas de sus unidades de negocio.
Para UGT, CCOO e Izquierda Unida, en cambio, el problema es de principios. “Estamos radicalmente en contra de la privatización”, resume el responsable de Economía de IU, José Antonio García Rubio. Como los sindicatos, la coalición defiende la existencia de una banca pública que “desatasque el grifo del crédito para las pequeñas empresas y las familias”.
Lo primero, recuperar el dinero público
El PSOE, en cambio, no es tan tajante. Su responsable de Economía, Valeriano Gómez, defiende la existencia de una banca pública de inversión, pero no cree que para crearla “sea necesaria Bankia”. Eso sí, considera que la prioridad del Gobierno debe ser la recuperación de las ayudas públicas inyectadas en la entidad financiera. Y para ello es mala idea, asegura, adelantar la salida al mercado de Bankia y “vender a pérdida”. “Su cotización actual en Bolsa no da para recuperar ni un tercio de los fondos invertidos”, advierte. Pese a que la acción ha subido por encima del 120% desde que volvió a Bolsa tras su intervención, los 11.000 millones en que está valorada no son suficientes.
Por tanto, Valeriano Gómez aconseja mejorar el valor de la acción y retrasar la venta hasta que éste se aproxime al “valor óptimo”. “No entiendo las prisas por privatizar Bankia, no se puede malvender”, concluye. Y el precedente de Novacaixagalicia, rescatada con 9.000 millones y colocada al venezolano Banesco por sólo 1.000 no permite optimismos. Antes del verano está prevista también la subasta de la tercera entidad intervenida, Catalunya Banc, después de dos intentos fallidos. Otro mal precedente.
Emilio Botín ya ha descartado que su interés en la privatización se deba a que el Santander quiera comprar acciones de Bankia. Algo que, sin embargo, no descarta el economista Julio Rodríguez, en general, respecto de los grandes bancos. Al tiempo, es muy crítico con la tendencia a la concentración en el sector que, según dice, fomenta el Gobierno. “Parece que lo único que va a quedar como banca alternativa van a ser un puñado de cajas rurales”, lamenta, “primero desapareció la banca pública, después las cajas de ahorro, y ahora el papel del ICO también se ha limitado”.
Competencia desleal
Fuentes de UGT, por su parte, atribuyen el interés de Santander y BBVA por la venta rápida de la entidad a su rechazo a la presencia del Estado en el sector. “Ellos trabajan sin ayudas públicas, y ven a Bankia como una competencia desleal”, aseguran. Es más, creen que el “despegue suave” que está teniendo el banco de Goirigolzarri, “con buenos resultados y generando confianza y con mejores ratios de morosidad”, les intranquiliza.
También adivinan otro motivo detrás de las prisas: el deseo de los actuales gestores de Bankia de librarse del control de la troika, que “fiscaliza y autoriza o deniega” operaciones y políticas, a cambio del rescate.
Las fuentes de CCOO consultadas defienden igualmente la existencia de una banca pública, pero eluden pronunciarse sobre la privatización mientras sea un “escenario no definido”. “Si beneficia a ciudadanos, clientes y trabajadores, nos parece bien”, señalan.
En cualquier caso, ambos sindicatos revelan que el ERE, en vigor en principio hasta el 31 de diciembre de 2015ERE, podría en la práctica quedar casi completado mucho antes, este verano incluso. Los despidos en las sucursales finalizaron el año pasado, de forma que sólo falta reorganizar los servicios centrales en los próximos meses. Un fleco menos para poner el paquete en venta.
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Motivo electoral
En opinión de Izquierda Unida, en cambio, las prisas del Gobierno vienen de la proximidad de las elecciones generales y autonómicas de 2015. “Tienen miedo a perder la mayoría y no poder llevar a cabo la operación”, apunta García Rubio. Tampoco descarta el interés de los grandes bancos españoles por la entidad de Goirigolzarri. “Un plato muy goloso”, añade, “por su red de oficinas y por el perfil de sus clientes: pequeños ahorradores, muy fieles y con poca morosidad”. En todo caso, para él la incógnita será si en Bankia entra capital extranjero, lo que sería “un cambio sustancial en el panorama financiero español”.
Julio Rodríguez prefiere recordar el precedente de Argentaria, privatizada por gobiernos del PSOE y del PP entre 1993 y 1999. Se hizo mediante “salidas al mercado graduales y con topes de compra”, por lo que su capital quedó en manos de minoristas hasta que el entonces Banco Bilbao Vizcaya se hizo con el paquete de control y dio nacimiento al actual BBVA. El último presidente de Argentaria fue Francisco González, que tras la fusión pasó a copresidir el BBVA. Desde 2002 es su presidente.
Las prisas aprietan al sector financiero español. Los 24.000 millones de euros que el Estado inyectó en Bankia queman. Primero fue el presidente del Banco Santander, Emilio Botín, quien pidió la privatización de “una parte” de Bankia y se postuló como entidad colocadora. Después Francisco González, del BBVA, expresó su deseo de que el banco nacionalizado se venda “cuanto más pronto mejor”. Y finalmente ayer, el presidente de Bankia, José María Goirigolzarri, elogió como “muy buena noticia” la inminente privatización de su entidad.