La desigualdad no es un problema sólo de España. El aumento de la brecha entre los que más tienen y los que menos tienen es un problema global. Pero el estallido de la crisis ha convertido a España en ejemplo de cómo las políticas de austeridad aplicadas pueden agravar la situación. En el mejor de los casos, pese a los indicios de recuperación, hará falta una década para empezar a reducir las diferencias.
La precariedad laboral, el espectacular aumento de la deuda pública hasta el 100% del PIB –290.316 millones más desde 2011–, la devaluación de los salarios para ganar competitividad y el olvido de colectivos como los parados de larga duración colocan a España entre los países de la UE donde más han aumentado las desigualdades.
"El aumento de la desigualdad, no sólo en España, comenzó en los años 80 y se intensificó en los 90", asegura el economista José Carlos Díez. "La inmigración, con salarios bajos, amplificó el problema, que explotó con la crisis económica. Siempre ha habido desigualdad, pero nunca ha llegado, como ahora, a estos niveles, máximos desde la crisis de 1929".
Lejos de la equidad
Las estadísticas de Eurostat muestran una realidad cruda: España, pese a la ligera mejora del año 2013, forma parte del grupo de países en los que crece de la desigualdad, según el índice GINI. El índice mide hasta qué punto la distribución del ingreso (o, en algunos casos, el gasto de consumo) entre individuos u hogares dentro de una economía se aleja de una distribución perfectamente equitativa.
Las estadísticas de la agencia europea son las que han llevado a la ONG Oxfam Intermon a destacar –y criticar– que España se haya convertido en el segundo país más desigual de Europa tras Letonia. Si se abre el foco a los países de la OCDE, España tampoco mejora en el podium de la igualdad. Business Insider publicó una docena de gráficos, entre ellos el ranking de desigualdad (índice GINI) en la OCDE, que situaba a España en el séptimo lugar por aumento de la desiguldad en una lista encabezada por Chile.
"Si uno analiza las estadísticas en la OCDE, en todas se observa que la desigualdad empezó a crecer en todos los países antes de la crisis", asegura el economista Bruno Estrada (Fundación Primero de Mayo). El origen del problema, sostiene, "es la desregulación del sistema financiero, que ha llevado a exuberancias financieras y crisis continuas como en la Inglaterra del siglo XIX, sin instituciones internacionales capaces de controlar las graves consecuencias de esa situación".
Consecuencias graves
Una de esas graves consecuencias es que en España, más del 10% de los españoles poseen menos que nada. Tienen un patrimonio negativo. Así lo explica el economista Luis Molina Tembury (Economistas Frente a la Crisis). En La imagen de la desigualdad en España 2014, Tembury sostiene que para medir realmente la brecha de la desigualdad no hay que analizar el flujo de rentas sino el patrimonio. "Los patrimonios son el auténtico poder económico", escribe. Tembury sigue la idea del economista Thomas Piketti (El capital en el siglo XXI), que defiende que la forma de medir la desigualdad nunca es neutral.
Con esa idea y el estudio Global Wealth Report 2014 de Credit Suisse, Tembury explica que el 10% de la población española acumula el 56% de la riqueza (patrimonio) del país, estimada en 5,033 billones de dólares (81.126 euros por ciudadano). Más aún. Dentro de ese 10%, el 1% más rico acumula el 27% del patrimonio total. En el otro extremo, el 50% de la población sólo posee el 10% de la riqueza. Y de ese porcentaje, el 30% más pobre apenas controla el 2,3% del patrimonio. "Más de un 10% de los españoles", explica el economista, "poseen menos que nada porque tienen un patrimonio negativo".
La gran cuestión es cómo corregir la situación de la desigualdad, un problema permanente que va en aumento. La clave, sostiene José Carlos Díez, es "crear empleo". "El 85% de las personas en situación de pobreza ha perdido casa y empleo", por lo que son necesarios planes integrales que aborden la cuestión tanto del paro como de la vivienda.
Falta de sensibilidad
Esa necesidad ha chocado con la falta de sensibilidad con los más golpeados por la crisis. El gasto social ha beneficiado más a los más ricos que a los más desfavorecidos (datos OCDE); el crecimiento no atiende a los colectivos más desamparados (3,3 millones de personas llevan más de un año desempleados) y la recuperación está basada en una devaluación salarial que es más profunda en los niveles más bajos.
Para cerrar la brecha, coinciden los analistas consultados, habría que actuar sobre el sistema educativo, para mejorarlo; mejorar la estabilidad en el trabajo e invertir en políticas activas de empleo y de integración de inmigrantes. No es la política que ha aplicado el PP, seguidor de la "austeridad expansiva" que teorizó Alberto Alesina.
Santiago Niño Becerra, economista, autor de La Economía. Una Historia muy personal, resume, contundente, dónde está la clave de la desigualdad y su difícil solución: el problema de la desigualdad "radica en el reducido tamaño de las rentas bajas y la cuasi imposibilidad de que crezcan, puesto que para que crecieran sería necesario que aumentara la demanda de trabajo, y el crecimiento de las rentas salariales y eso...". Becerra no cierra la frase, pero no hace falta, se entiende.
La desigualdad no es un problema sólo de España. El aumento de la brecha entre los que más tienen y los que menos tienen es un problema global. Pero el estallido de la crisis ha convertido a España en ejemplo de cómo las políticas de austeridad aplicadas pueden agravar la situación. En el mejor de los casos, pese a los indicios de recuperación, hará falta una década para empezar a reducir las diferencias.